La Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) invirtió al menos 115 millones de euros durante los últimos tres años en el centro de escuchas británico (CGHQ) para asegurarse el acceso y la influencia sobre los programas de inteligencia de Reino Unido, según desvela en una nueva exclusiva el rotativo The Guardian.

Los documentos divulgados, filtrados por el exagente de la CIA, Edward Snowden, revelan que el Gobierno de EEUU esperaba amortizar su inversión y que tuvo demandas concretas hacia el CGHQ, donde siempre se ha actuado con la firme intención de satisfacer todas las exigencias planteadas por los estadounidenses.

En un documento que data de 2010, el cuartel central de comunicaciones británico reconoce haber recibido una serie de pautas sobre el cumplimiento de las expectativas mínimas de la NSA, aunque no especifica cuáles, a la vez que se pone de manifiesto que la capacidad de los británicos aún no está a la altura de las expectativas del servicio secreto norteamericano, según expone el diario británico 'The Guardian'.

¿Adónde fue el dinero?

Sobre adónde fue a parar el dinero obtenido de los pagos secretos, los documentos citan como ejemplo las remodelaciones en la estación terrestre de satélite de GCHQ en Bude (Cornualles), que costaron más de 20 millones de dólares y que fueron pagadas en su totalidad por la agencia de EE.UU. Esta instalación intercepta los datos de los cables transatlánticos que transportan la información y las comunicaciones por Internet.

Otra de las evidencias que destapa los vínculos entre las dos agencias se revela en un informe donde se detalla cómo el CGHQ «se congratula de proporcionar información secreta valiosa a EEUU». Y cita como ejemplo una investigación a una un ciudadano norteamericano responsable de un intento de atentado con coche bomba en la plaza Times Square de Nueva York, en 2010, donde al parecer los servicios de inteligencia británicos jugaron un papel crucial.

Snowden ha advertido de la necesidad de mantener una actitud vigilante hacia la relación que mantiene la NSA con el GCHQ, a las que considera responsables de acumular diariamente cantidades ingentes de información a través de las redes mundiales de fibra óptica, espiando a los ciudadanos de manera ilegal.

El Gobierno británico siempre ha negado que el GCHQ hubiera prestado un servicio especial para NSA o que se hubiera encargado de realizar «el trabajo sucio» de los norteamericanos.