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15/08/2013 | México - Dinosaurios en territorio narco

Juan Alberto Cedillo

El noreste mexicano tiene una riqueza poco conocida: la de sus vestigios paleontológicos y arqueológicos. Fósiles de millones de años conviven con los utensilios y las muestras de arte elaborados por los primeros habitantes del país. Hoy, sin embargo, está muy lejana la posibilidad de que las autoridades rescaten y preserven, como corresponde, esa parte del patrimonio cultural de la nación. Los Zetas y el Cártel del Golfo ya identificaron como negocio ilícito dicha veta insólita.

 

SALTILLO, COAH.- Dirigidos por Felisa Aguilar, paleontólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la UNAM trabajaron el mes pasado para rescatar las 53 vértebras de la cola de un hadrosaurio pico de pato.

La zona donde trabajaron pertenece al municipio coahuilense de General Cepeda y forma parte del mayor cementerio de dinosaurios de América; hace más de 65 millones de años, en el Cretácico Tardío, Nuevo León y Tamaulipas se hallaban bajo el mar y Coahuila estaba en la costa.

Los expertos señalan que en esa era se desarrollaron los mamíferos y las aves. En dichos mares abundaban los depredadores conocidos como plesiosaurios, cuyos esqueletos pueden encontrarse en muchos lugares de esta región ahora semidesértica.

La cola del hadrosaurio “es un hito: es la primera que se localiza totalmente articulada. Evidencia aspectos muy particulares de los dinosaurios y es la mejor preservada de los fósiles descubiertos hasta ahora”, dice a Proceso José Francisco Aguilar, delegado del INAH en Coahuila.

Los expertos del INAH y de la UNAM laboraron desde los primeros días de julio en un apartado lugar del ejido Guadalupe Alamitos.

Tras casi un mes de trabajo lograron desenterrar y preservar las vértebras, que permanecen unidas y alcanzan una longitud de cinco metros. Además han recuperado huesos largos así como partes de la cadera del dinosaurio; las mediciones hacen suponer que debió tener una longitud de 12 metros. Felisa Aguilar considera que el resto del animal puede estar enterrado a más profundidad.

El esqueleto fue hallado a principios de mayo de 2005 por José y Rodolfo López Espinoza, arqueólogos aficionados. El INAH supo del descubrimiento en junio de 2012 y posteriormente elaboró un “proyecto de rescate”, aprobado luego por el Consejo de Arqueología del Instituto.

Felisa Aguilar dice a Proceso que “la cola se trasladará a un sitio del municipio de Cepeda para continuar su estudio”.

Ahora que las vértebras están en la cabecera municipal los expertos del INAH viajarán menos: alrededor de una hora y media de Saltillo a General Cepeda.

“Siempre que viajamos a esas zonas nos trasladamos con terror”, asegura José Francisco Aguilar. “Ahora tomamos todas las medidas de seguridad posibles. Avisamos a todas las autoridades y los campamentos ya no se montan en los sitios de excavación”, precisa la maestra Aguilar.

Esas precauciones obedecen a que las zonas de rescate paleontológico y arqueológico –en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas– están dentro de las áreas de influencia del Cártel del Golfo y de Los Zetas.

Además de General Cepeda, como áreas con depósitos de fósiles destacan los municipios nuevoleoneses de Vallecillo, China, Aramberri y Mina, donde está la zona conocida como Boca de Potrerillos.

En cuanto a vestigios arqueológicos en Tamaulipas destaca la región de Burgos donde hay unas cinco mil pinturas rupestres en cuevas y cañadas de la Sierra de San Carlos. Sólo en la Cueva de los Caballos se descubrieron recientemente más de mil 550 imágenes.

“Su importancia radica en que con base en ellas se ha podido documentar la presencia de grupos prehispánicos en Burgos; contra lo que se creía hasta hace poco, el lugar estuvo habitado por una o varias culturas”, apuntan los investigadores del INAH.

Fósiles y sicarios

En Nuevo León destaca la región paleontológica del municipio de Vallecillo –menos de 80 kilómetros al sur de Nuevo Laredo– donde se han descubierto grandes cantidades de fósiles marinos, los cuales ahora están en manos de coleccionistas privados, encabezados por políticos y empresarios.

Ahí “se han localizado peces petrificados que están entre los más importantes del mundo”, asegura a Proceso Héctor Jaime Treviño Villarreal, delegado del INAH en Nuevo León.

Además de fósiles marinos se han encontrado colmillos de mamut y dientes de vertebrados de hace más de 95 millones de años.

En Vallecillo “se han localizado fósiles de peces y moluscos que no existieron en otras partes del planeta”, agrega Treviño.

Pero por otra parte en Vallecillo estaba el mayor centro de entrenamiento de sicarios de Los Zetas. En el rancho Las Águilas se llegaron a concentrar más de 200 pistoleros provenientes de Nuevo León y Tamaulipas.

Ese rancho fue refugio para Los Zetas que operaban en Nuevo Laredo y Monterrey hasta octubre de 2011, cuando hubo tres días de enfrentamientos entre sicarios y fuerzas federales. El saldo fue de dos policías federales y 21 delincuentes muertos así como 12 detenidos, entre ellos el jefe de la zona: Marco Garza de León, El Chabelo.

En el municipio nuevoleonés de Aramberri fue desenterrado el más grande reptil marino de la familia de los plesiosaurios que vivieron en el Jurásico Superior. El esqueleto, el más completo de los que se han descubierto, fue localizado en 1984. Los habitantes del municipio lo bautizaron como El Monstruo de Aramberri.

En el ayuntamiento de Mina, también en Nuevo León, está Boca de Potrerillos, sitio que alberga alrededor de tres mil petrograbados, la mayor concentración de arte rupestre de Nuevo León. Y es el mismo municipio donde a principios de este año Los Zetas secuestraron y asesinaron a 17 integrantes del grupo musical Kombo Kolombia.

“Trabajar con miedo”

La inseguridad y la violencia que privan en el noreste de México obligó a los especialistas del INAH a suspender los trabajos de investigación y catalogación de sitios y monumentos.

“Trabajar con miedo y con el permanente acoso del crimen organizado ha sido una constante para los investigadores en los años recientes”, dice Treviño Villarreal.

Para llegar a alguno de los 10 mil sitios arqueológicos del noreste se debe transitar por carreteras, brechas y zonas dominadas por el Cártel del Golfo o Los Zetas. “Ya nos hemos topado con ellos”, apunta el delegado del INAH y agrega que arqueólogos e historiadores constantemente son amenazados por los delincuentes para que no regresen a esas zonas, pues el crimen organizado ya extendió sus actividades al saqueo de piezas arqueológicas.

La Procuraduría General de Justicia de Coahuila –afirma a este semanario una fuente de esa institución quien solicitó el anonimato– tiene pruebas de que el crimen organizado ha robado piezas y fósiles de museos locales y zonas arqueológicas.

Uno de esos robos ocurrió en julio de 2008 en el Museo de Cuatro Ciénegas, de donde un grupo armado se llevó cientos de piezas arqueológicas.

Otro fue en noviembre de 2012, cuando tres hombres armados entraron al Museo de la Batalla de la Angostura, en el centro de Saltillo, para llevarse monedas de oro y objetos de valor histórico.

Uno más: un comando robó una cantina-museo dedicada a Pancho Villa en Paredón, Coahuila.

Los grupos del crimen organizado también han robado fósiles, puntas de flechas, arcos, cerámica, sandalias, fragmentos de cestería, cuchillos, metates, hachas de cobre y muchas otras piezas cuya antigüedad va desde 9 mil 200 años antes de nuestra era hasta el siglo XVII.

La mayoría de esas piezas se contrabandean a Estados Unidos. Agentes del Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza en Laredo, Douglas, San Diego y Del Río han recuperado algunas. Además una investigación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos dio con cuatro mil piezas arqueológicas robadas en el norte de México, entre ellas las que se llevaron del Museo de Cuatro Ciénegas.

Ese acervo fue devuelto a México en octubre de 2012 en una ceremonia en El Paso, Texas.

En esa ocasión Janice Ayala, subdirectora del DHS, aseguró que “el saqueo de los bienes culturales es una de las más antiguas formas de delincuencia trasfronteriza y se ha convertido en un fenómeno mundial”.

Agregó que “agencias policiacas federales, locales y estatales de Estados Unidos hicieron posible que aseguráramos estos bienes culturales y garantizáramos que sean devueltos al gobierno de México. El DHS mantendrá su compromiso en la lucha contra el saqueo y el tráfico de bienes culturales de México”.

Pero en México no hay recursos para cuidar el patrimonio paleontológico y arqueológico.

“No hay policías ni militares suficientes para vigilar las grandes extensiones del desierto donde descansan los restos de los dinosaurios”, asegura José Francisco Aguilar.

Cientos de los objetos arqueológicos y fósiles robados también terminaron en manos de coleccionistas privados mexicanos, quienes tienen verdaderos museos en sus residencias.

“Si les quitáramos las piezas a los coleccionistas no tendríamos museos suficientes para albergarlas”, subraya Treviño Villarreal.

Museo de ciencia

El delegado del INAH en Nuevo León menciona que algunas colecciones, las menos, están registradas ante las autoridades, como la de Mauricio Fernández, quien en su residencia tiene un museo de fósiles.

El polémico exalcalde de San Pedro Garza García cuenta con una colección de trilobites, un tiranosaurio de mar, colmillos de mamut, pescados fosilizados, nidos de dinosaurio, amonitas y la cabeza de un triceratops flagellatus; algunas de esas piezas fueron compradas en el extranjero.

Fernández también compró –por unos dos millones de dólares– un esqueleto de dinosaurio que mide 26 metros de la cabeza a la cola, hallado en 2004 en una cantera de Wyoming y reconstruido en un laboratorio de Pensilvania.

Entre las piezas mexicanas de su propiedad destaca la segunda amonita más grande del mundo, localizada en Ciudad Acuña, Coahuila, así como conchas fosilizadas extraídas de Lampazos, Nuevo León, y alrededor de 400 fósiles marinos de Vallecillo, entre ellos un pez de 100 millones de años.

Fernández dice “que descubrió ese lote cuando andaba en campaña como candidato para el Senado”.

En entrevista con Proceso el exalcalde cuenta que algunas de sus colecciones serán donadas al aún inexistente Museo Nacional de Ciencias Naturales, proyecto que él dirige.

“El Congreso autorizó un fondo de 50 millones de pesos y luego me dieron 10 millones más para realizar el proyecto”, dice.

Fernández señala que la mayoría de los fósiles descubiertos en el norte de México siguen en bodegas debido a que no hay espacios adecuados para exhibirlos.

Cuenta que el proyecto se elabora  junto con el Museo de Ciencias Naturales de Houston, organización que le prometió prestarle para exhibición una colección de minerales valuada en 300 millones de dólares.

Museos de Nueva York también le han prometido convertir al nuevo espacio en un centro para reconstruir dinosaurios, pero hasta el momento el proyecto está detenido por falta de apoyo del gobierno mexicano.

Enfatiza que está solicitando 20 millones de dólares a los gobiernos federal y nuevoleonés: “Ya me entrevisté con Rafael Tovar y de Teresa y le encantó el proyecto. Quedó de presentarle una tarjeta al presidente Peña Nieto”.

“La parte triste de este asunto es que no existe en México apoyo para lo que será el quinto museo más importante del mundo y el primer gran museo fuera del Distrito Federal”, concluye el exalcalde.

Otras riquezas

En Burgos, Tamaulipas, no sólo hay fósiles y pinturas rupestres que le interesen al crimen organizado. También hay una cuenca rica en gas natural. Además por aquí pasan los principales ductos de gasolina entre Cadereyta, Nuevo León, y Brownsville, Texas.

La región se la disputan Los Zetas y el Cártel del Golfo; ordeñan los ductos y venden el combustible en todo el noreste del país. Incluso lo exportan a Estados Unidos.

Los continuos aumentos oficiales al precio de las gasolinas han convertido el robo de combustible en uno más de los negocios del crimen organizado. Si llenar el tanque de gasolina de un auto –en una estación de servicio establecida– cuesta en promedio 400 pesos, hacerlo con el combustible que venden los traficantes puede costar unos 150 pesos, por lo que en las carreteras de la región y en colonias populares proliferan las gasolinerías ilegales.

Proceso (Mexico)

 


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