Con apenas cinco grados de temperatura pero arropado por algo más de 30.000 personas que se apostaron sobre la costanera del río Paraguay, asumió la presidencia de Paraguay el empresario tabacalero Horacio Cartes. Es el mismo que prometió luchar contra la pobreza en uno de los territorios más desiguales socialmente de toda América Latina.
Además
de acabar con la pobreza, otra de sus premisas pasa por dar un nuevo rumbo a
Paraguay. En ellas basó su discurso el presidente entrante, que juró sobre la
Biblia sostenida por su hija.
Separado,
con tres hijos y representante del Partido Colorado, Cartes estuvo acompañado
en el juramento por los presidentes de Uruguay, Brasil, Chile y Argentina,
además de representantes de la realeza española y el gobierno de China.
Las
claves del juramento
A las
7.30 am el presidente saliente Federico Franco entregó su carta al jefe del
Congreso, el senador Velázquez, quien una hora más tarde le entregó la banda y
el bastón presidencial a Cartes, convirtiéndolo en el octavo presidente en
periodo democrático del Paraguay desde 1989, el sexto elegido en votación
popular libre.
Asunción,
la capital, vistió sus mejores galas para la fecha, aunque el escenario social
no luce de la misma manera: un sitio docente a la capital con más de 15.000
maestros reclamando por sus salarios, huelga de médicos y un presupuesto
acotado que acentúa las diferencias sociales.
La
ceremonia comenzó con la interpretación del himno nacional paraguayo por parte
de la Orquesta Sinfónica, al tiempo que una enorme bandera paraguaya coronó el
Palacio de López.
"Ahora
finalmente coincide el intendente de Asunción con el presidente, ambos son
colorados. Espero que esto se traduzca en una buena coordinación de obras para
la ciudad", comentó una vecina a los medios apostados en la ribera del río
Paraguay.
El
senador Julio César Velázquez expresó que "esto refleja la continuidad del
proceso de transición con la fortaleza de la democracia, basado en el respeto
de la Constitución y las leyes. El proceso democrático tiene la confianza de la
gente, como quedó demostrado el 21 de abril en las elecciones con una alta
participación".
En otro
pasaje de su breve discurso, el jefe parlamento entiende que es necesario
implementar políticas públicas que den respuesta a la demanda urgente de los
paraguayos "para vencer la ecuación del diablo: país rico con un pueblo
pobre".
Luego
llegó el juramento de Juan Eules Afara como vicepresidente y a las 8:40 juró
Cartes. Las fuerzas armadas tributaron con 21 cañonazos, mientras las naves de
la armada nacional hicieron sonar sus bocinas, repicaron las campanas de la
catedral de Asunción y los aviones de la Fuerza Aérea sobrevolaron en forma
rasante la ciudad.
Cartes,
visiblemente emocionado, brindó un discurso de algo más de media hora sin
lectura alguna, donde enumeró los aspectos que piensa encarar desde su flamante
gobierno. La lucha contra la pobreza parece ser el norte de la administración,
al tiempo que alentó la inversión pública y privada tanto nacional como
extranjera para lograr aumentar los registros económicos de un país sumamente
desguarnecido en materia de obras.
El
multimillonario empresario tabacalero de 57 años -el mismo que estuviera preso
en su juventud tras acceder a un sistema ilegal para obtener dólares
preferenciales- toma el mando de un país que llega a un 32% de pobreza para una
población de 6,5 millones de habitantes.
Democracia
y bien común
"La
democracia es un medio, el fin es el bien común. Llenemos la democracia de
contenido. ¿Acaso podemos estar orgullosos si sigue habiendo la misma cantidad
de pobres?", ha expresado el nuevo presidente.
"Mi
gobierno no hará exclusión de personas, solo exigirá la mayor suma posible de
idoneidad e integridad, solo con las virtudes pueden formarse grandes naciones
dignas de ocupar un lugar en el concurso de los pueblos libres y
civilizados", ha añadido.
"Si
dentro de cinco años al concluir el mandato no hemos reducido la pobreza en
Paraguay serán estériles todas las obras, nuestra obsesión es ganar cada
batalla de la guerra que hoy declaramos a la pobreza en el Paraguay. Es impresionante
la cantidad de dinero público que se ha destinado supuestamente en la lucha
contra la pobreza y los pueblos originarios sin resultados visibles", ha
reconocido.
En el
final, antes de agradecer a Dios y vivar a su país, prometió garantizar la inversión
tanto local como extranjera, "muchas cosas vendrán del exterior como
conocimiento y tecnología. Pero hay cosas que no vienen de afuera, ser un país
serio, creíble y previsible".
"Soy
hombre de trabajo y de cumplir los compromisos, y espero estar a la altura de
quienes votaron mi candidatura. Juntos edificaremos la gran nación que nos
merecemos. Pido a Dios que me ilumine, me dé sabiduría y fuerza para servirles.
Unidos construiremos un nuevo rumbo. Viva el Paraguay", culminó.