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24/08/2013 | México: Surrealismo tropical energético

Manuel Suárez-Mier

Creo entender la estrategia del gobierno de Enrique Peña Nieto en la presentación de sus enmiendas en cuanto a la explotación de nuestro petróleo: invocar las leyes originales concebidas en el momento de la expropiación petrolera en su propuesta de reforma constitucional y dejar los detalles técnicos para la legislación secundaria.

 

Lo primero tiene el claro propósito de allegarse el apoyo de por lo menos una parte de las facciones nacionalistas de la oposición de izquierda y de su propio partido, que desde 1938 construyeron una leyenda alrededor del petróleo como patrimonio de los mexicanos que hoy hace muy difícil tocar a Pemex ni con el pétalo de una rosa.

Conjurar la imagen del General Lázaro Cárdenas 18 veces en la iniciativa de decreto para reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución pretende dotar a su plan de la legitimidad de sustentarse en el proyecto original expropiatorio y no en las modificaciones radicales que se le hicieron después, que no forman parte del mito.

Pero aquí brota el surrealismo tropical que hace de todo este sainete una escena digna de la novelista Leonora Carrington: brinca al proscenio Cuauhtémoc Cárdenas con la epístola que su padre le envió al Presidente Adolfo López Mateos, quien cerró Pemex a la participación extranjera y expropió la industria eléctrica, dándole su cabal apoyo.

En ese momento el debate deja el terreno de la discusión de políticas públicas y se revuelve alrededor del mito, y es bien sabido que intentar luchar contra los mitos es una de las más inútiles operaciones en las que puede embarcarse un gobierno, a menos de que sea capaz de apropiarse de la quimera para sustentar su proyecto.

Cuando una idea —Pemex intocable, esencia de la mexicanidad—, no importa que tan errada sea, se instala en el imaginario general, nada más peligroso que intentar desterrarla aunque sea con las más nobles armas de la seriedad científica. Se corre el riesgo de dejarse envolver por el mito y sucumbir a su irresistible magnetismo.

Comprendo que la estrategia del gobierno es apropiarse del mito y deslegitimar con ello a sus opositores encarnados en los grupos anti-sistémicos que ya se han apropiado de las calles con creciente violencia, pero también al PRD “moderado” que, en boca del Ingeniero Cárdenas, denuncia la iniciativa de Peña Nieto como “entreguista”.

Numerosos y sabios expertos han hecho atinados análisis sobre por qué se requiere una reforma constitucional que permita a Pemex asociarse con empresas extranjeras que cuentan con la tecnología y los recursos de los que carece Pemex, para explotar los ricos yacimientos profundos de petróleo y de gas de esquisto en nuestro país.

Esa asociación, cuyas características se habrán de debatir cuando llegue el momento de conocer las leyes secundarias necesarias para implementar la reforma una vez aprobada la enmienda constitucional, es indispensable pues la tecnología necesaria para las nuevas modalidades de explotación petrolera no está a la venta.

El proyecto de reforma tiene también que incluir, como lo propone el Ingeniero Cárdenas, cambios de fondo en Pemex, empresa que hoy tiene entre tres y cuatro veces el personal que se requiere para su cabal operación, en su relación con el sindicato y en el régimen fiscal con el que opera, pero todo esto no es suficiente.

Empresas nacionales eficientes y bien organizadas en petróleo y electricidad, con la posibilidad de asociarse con las firmas que cuentan con los métodos y el capital para acceder a los recursos que hoy les están vedados a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), no sólo dispararía el crecimiento económico y la generación de empleo sino que dotaría a la industria nacional de una crucial ventaja comparativa: energía abundante y barata.

El gobierno cuenta con los votos en el congreso para aprobar las reformas legales necesarias para avanzar su proyecto sin la participación de la reaccionaria izquierda defensora a ultranza del status quo, pero se propuso adueñarse del mito y sustentar su legitimidad en la tesis de la restauración del concepto expropiatorio original.

Ya veremos si la estrategia le funciona a Peña Nieto y se convierte en el nuevo dueño del mito expropiatorio y de su autor el General Cárdenas, desposeyendo de paso a su sucesión natural, o si se trató solo de salir a alancear molinos de viento, como el Quijote. En todo caso este debate reafirma la esencia surrealista y tropical de México.

Excelsior (Mexico)

 


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