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Dossier Francisco I  
 
05/09/2013 | De Venezuela al Vaticano

María Denisse Fanianos de Capriles

Una inmensa alegría sentimos muchos católicos venezolanos cuando nos enteramos que el Papa Francisco había nombrado secretario del Estado Vaticano a nuestro nuncio Pietro Parolin. Hoy quiero compartir algunas cosas de este obispo, quien seguramente se llevará gratos recuerdos de Venezuela al Vaticano.

 

Cuando don Pietro llegó a Venezuela varios católicos fuimos invitados a la nunciatura para conocerlo. La velada comenzó con una bella misa oficiada por él. En esa homilía pedía oraciones y ayuda para poder cumplir esa nueva misión que Benedicto XVI le había encomendado. Fue su primera gran muestra de humildad. Otra cosa muy simpática fue cuando comentó que sus familiares y amigos en Italia, cuando se enteraron que venía a Venezuela, le mostraron una gran preocupación. Las noticias que se oían en Italia del país no eran muy buenas y le advirtieron del peligro de venir para acá. Él señaló que llegó un poco tenso pero que le asombró mucho, desde el momento en que pisó el aeropuerto, la alegría del venezolano. La velada de ese día terminó con música venezolana y él cantó al compás del cuatro adaptando la letra de la canción a su nuevo encargo en Venezuela.

Supongo que don Pietro con los pocos (pero intensos) años que vivió aquí, trabajando duramente y visitando todas las diócesis del país, junto a nuestros obispos, sacerdotes, religiosos, misioneros, laicos, etc., se dio cuenta que gran parte de la alegría que demostramos los venezolanos es producto de la inmensa fe en Dios que tenemos y de la gran devoción por la Santísima Virgen en sus distintas advocaciones. Él vio cómo en cada región de Venezuela hay una devoción mariana.

Nunca olvidaré la expresión en su cara ¡de gran alegría! cuando asistió a su primera procesión de la Divina Pastora. En la homilía dijo con gran emoción: "Una cosa es que a uno le digan lo que pasa aquí cada año, y otra cosa es estar aquí y sentir esto".  Nuestro nuncio, no dejó de asistir a esa procesión (con ese calorón al que él no estaba acostumbrado) así como a otras tantísimas manifestaciones de fe multitudinarias que suelen darse en nuestro país y donde todos los hermanos venezolanos (de cualquier tendencia política o social) estamos unidos por la fe.  

Sé que monseñor Parolin llevará al Vaticano gratos recuerdos de nuestra patria. Llevará en su memoria cómo está trabajando nuestra Santa Iglesia Católica en nuestro país, sin pausa y sin descanso, y siempre al lado de los más necesitados. En julio pasado él dijo en su discurso inaugural en la 100 Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana que: "Como un nómada he compartido desde hace 4 años el peso del trabajo y del calor, pero también el gozo y el consuelo del servicio a Dios y a su Iglesia en esta tierra de gracia". Pietro Parolin cumplió también una gran misión de acercamiento entre gobierno e Iglesia. Fue un trabajo callado pero que dio sus frutos. 

Estoy segura que él también se dio cuenta cómo nuestro cardenal y nuestros obispos están unidos en una gran línea recta de amor y respeto hacia el Santo Padre y la doctrina de la fe. Yo particularmente tuve el placer de decirle una vez que yo me sentía demasiado orgullosa de mi Iglesia venezolana, que para mí era una de las más ejemplares del mundo. Ante esa afirmación apasionada él se sonrió.

Don Pietro en pocos días se irá de Venezuela y, como dijo en sus declaraciones, él va a dejar nuestra tierra con pesar. En las líneas que escribió ante su nombramiento señaló: "Siento viva la gracia de esta llamada, que de nuevo constituye una sorpresa de Dios en mi vida, y siento toda la responsabilidad de esta misión dura y exigente, ante la que mis fuerzas son débiles y pobres mis capacidades, por ello confío en el amor misericordioso del Señor. Me pongo, con ansiedad, pero también con fe y serenidad, en este nuevo servicio al evangelio, a la Iglesia y al Papa Francisco, dispuesto, como él nos ha pedido desde el inicio a caminar, edificar, construir y confesar. Que la Virgen, que a mí me gusta invocar con los títulos de Monte Berico, Guadalupe y Coromoto, nos dé el coraje de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor vertida en la Cruz; y de confesar la única gloria, Jesucristo crucificado. Y así la Iglesia irá adelante. Y, como se dice en Venezuela: ‘¡Qué Dios les bendiga! ".
Con esa última frase vemos que él llevará a Venezuela al Vaticano. Nosotros desde aquí rezaremos mucho por don Pietro y le pedimos a él y a nuestro querido Papa Francisco que no dejen de rezar por Venezuela y por nuestra Iglesia. Le damos mil gracias por todo lo que hizo en nuestro país y le pedimos a nuestra patrona La Virgen de Coromoto que lo cubra con su manto para que en todo momento cumpla con gracia y luces del Espíritu Santo esta misión que Dios y el Papa Francisco le han encomendado para el bien de nuestra Santa Iglesia Católica.

 
@VzlaEntrelineas

El Universal (Ve) (Venezuela)

 



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