05/10/2013 | El cambio de Francisco
Sandro Magister
Ha desvelado el verdadero programa de su pontificado en dos entrevistas y una carta a un intelectual ateo. Respecto a los Papas que le han precedido, la separación es cada vez más neta, tanto en las palabras como en los hechos.
La primera reunión en estos días de los ocho
cardenales llamados a consulta por el Papa Francisco, y su visita mañana a
Asís, la ciudad del Santo del que ha tomado el nombre, son actos que,
ciertamente, caracterizan este inicio de pontificado.
Pero lo que más ha caracterizado la definición de su línea han sido cuatro
acontecimientos mediáticos del mes pasado:
- la entrevista del Papa Jorge Mario Bergoglio en "La Civiltà
Cattolica",
- su carta de respuesta a las preguntas que le ha dirigido públicamente Eugenio
Scalfari (en la foto), fundador del principal periódico laico italiano,
"la Repubblica",
- el sucesivo coloquio-entrevista con el mismo Scalfari
- y la otra carta, respuesta a otro campeón del ateísmo militante, el
matemático Piergiorgio Odifreddi, escrita no por el Papa actual sino por su
predecesor, el Papa emérito.
La persona interesada en entender qué dirección quiere tomar Francisco y en que
se distancia de Benedicto XVI y de los otros Papas que le han precedido, sólo
tiene que estudiar y confrontar estos cuatro textos.
*
En la entrevista del Papa Bergoglio en "La Civiltà Cattolica" hay un
pasaje que ha sido percibido universalmente como un claro cambio de línea, no
sólo respecto a Benedicto XVI, sino también a Juan Pablo II:
"No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al
matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo no he
hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se
habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos
la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario
estar hablando de estas cosas sin cesar. Las enseñanzas de la Iglesia, sean
dogmáticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se
obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para
imponerlas insistentemente. El anuncio misionero se concentra en lo esencial,
en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es lo que
hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús. Tenemos, por tanto, que
encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la
Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura
y el perfume del Evangelio".
Sin duda, el Papa Francisco es muy consciente de que también para los dos Papas
que le han precedido la prioridad absoluta era el anuncio del Evangelio; que
para Juan Pablo II la misericordia de Dios era tan esencial que le dedicaba un
domingo del año litúrgico; que Benedicto XVI escribió precisamente sobre Jesús,
verdadero Dios y verdadero hombre, el libro de su vida como teólogo y pastor;
que, en resumen, nada de todo esto le divide de ellos.
Francisco sabe también que la misma consideración vale para esos obispos que,
más que otros, han actuado en sintonía con los dos Papas que le han precedido.
En Italia, por ejemplo, el cardenal Camillo Ruini, cuyo "proyecto
cultural" se ha desarrollado con eventos fundados en Dios y en Jesús.
Sin embargo, tanto para Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, como para pastores
como Ruini o en los Estados Unidos los cardenales Francis George y Timothy
Dolan, existía la intuición de que el anuncio del Evangelio, hoy, no podía
separarse de una lectura crítica acerca de la nueva visión del hombre que se
estaba desarrollando, - en radical contraste con el hombre creado por Dios a su
imagen y semejanza - y, por tanto, de la consiguiente acción de guía pastoral
Es aquí donde el Papa Francisco se separa. En su entrevista en "La Civiltà
Cattolica" hay otro pasaje clave. Cuando el padre Antonio Spadaro le
pregunta sobre el actual "desafío antropológico", él responde de
manera elusiva. Muestra no aferrar la gravedad histórica del cambio de
civilización analizado y contestado con fuerza por Benedicto XVI y, antes, por
Juan Pablo II. Muestra su convencimiento de que vale más responder a los
desafíos del presente con el simple anuncio del Dios misericordioso, ese Dios
"que hace surgir su sol sobre los malos y los buenos, y que hace llover sobre
los justos y los injustos".
En Italia, pero no sólo en este país, fue el cardenal y jesuita Carlo Maria
Martini la persona que representaba esta tendencia alternativa a Juan Pablo II,
a Benedicto XVI y al cardenal Ruini.
En los Estados Unidos esta tendencia la representaba el cardenal Joseph L.
Bernardin, antes de que el liderazgo de la conferencia episcopal pasara a los
cardenales George y Dolan, muy fieles a Wojtyla y Ratzinger.
Los seguidores y animadores de Martini y Bernardin ven hoy en Francisco al Papa
que da cuerpo a sus expectativas de revancha.
Y del mismo modo que el cardenal Martini era y sigue siendo muy popular también
entre la opinión pública externa y hostil a la Iglesia, asimismo sucede con el
Papa actual.
*
El intercambio epistolar y el sucesivo coloquio entre Francisco y el ateo
profeso Scalfari ayudan a explicar esta popularidad del Papa también "in
partibus infidelium".
Un pasaje del artículo del 7 de agosto pasado, en el cual Scalfari le dirigía
unas preguntas, nos muestra la idea positiva que el fundador de "la
Repubblica" se había hecho del Papa actual:
“Su misión contiene dos novedades escandalosas: la Iglesia pobre de Francisco,
la Iglesia horizontal de Martini. Y una tercera: un Dios que no juzga, sino que
perdona. No hay condena, no hay infierno”.
La carta de respuesta del Papa Bergoglio, recibida y publicada, ha sido
comentada por Scalfari, quien ha añadido esta otra consideración grata:
"No se había visto nunca hasta ahora, en la cátedra de Pedro, una apertura
hacia la cultura moderna y laica de esta amplitud, una visión tan profunda
entre la conciencia y su autonomía".
Cuando afirmaba esto, Scalfari se refería en particular a lo que el Papa
Francisco le había escrito sobre el primado de la conciencia:
“La cuestión está en obedecer a la propia conciencia. El pecado, también para
quien no tiene fe, existe cuando se actúa contra la conciencia. Escuchar y
obedecer a la conciencia significa, de hecho, decidirse frente a lo que es
percibido como bien o como mal. Y sobre esta decisión se juega la bondad o la
maldad de nuestro actuar”.
El Papa Francisco no había añadido nada más. Y algunos lectores astutos se
preguntaron cómo se podía unir esta definición tan subjetiva de la conciencia,
-según la cual el individuo aparece como la única instancia de la decisión -,
con la idea de conciencia como camino del hombre hacia la verdad, idea
profundizada durante siglos de reflexión teológica, desde Agustín a Newman, y
confirmada con fuerza por Benedicto XVI.
Pero en el sucesivo coloquio con Scalfari, el Papa Francisco ha sido aún más
drástico reduciendo la conciencia a un acto subjetivo:
"Cada uno de nosotros tiene su propia visión del bien y del mal, y debe
elegir seguir el bien y combatir el mal como él mismo conciba. Bastaría esto
para cambiar el mundo".
No sorprende, por tanto, que el ilustrado ateo Scalfari haya escrito que
"compartía perfectamente" estas palabras de Bergoglio sobre la
conciencia.
Como tampoco nos sorprende su acogida complacida de estas otras palabras del
Papa, casi un programa del nuevo pontificado, o sea, "el problema más
urgente que la Iglesia tiene ante sí":
"Nuestro objetivo no es el proselitismo, sino escuchar a los necesitados,
a los deseosos, las desilusiones, la desesperación, la esperanza. Tenemos que
devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, abrir al futuro,
difundir el amor. Pobres entre los pobres. Tenemos que incluir a los excluidos
y predicar la paz. El Vaticano II, inspirado por el Papa Juan y por Pablo VI,
decidió mirar al futuro con espíritu moderno y abrirse a la cultura moderna.
Los padres conciliares sabían que abrirse a la cultura moderna significaba
ecumenismo religioso y dialogo con los no creyentes. Se hizo muy poco después
en esta dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo".
No hay nada en este programa de pontificado que no sea aceptado por la opinión
laica dominante. También el juicio de que Juan Pablo II y Benedicto XVI han
hecho "muy poco" para abrir al espíritu moderno está en línea con
dicha opinión. El secreto de la popularidad de Francisco está en la generosidad
con la que se concede a las expectativas de la "cultura moderna", y
en la astucia con la que evita aquello que puede convertirse en signo de
contradicción.
También en esto él se separa decididamente de sus predecesores, incluido Pablo
VI. Hay un pasaje en la homilía del que era entonces arzobispo de Múnich,
Ratzinger, y que pronunció a la muerte del Papa Giovanni Battista Montini, el
10 de agosto de 1978, que es extraordinariamente esclarecedor, también por su
llamamiento a la conciencia "que se mide sobre la verdad":
"Un Papa que hoy no sufriera críticas fracasaría en su tarea ante este
tiempo. Pablo VI ha resistido a la telecracia y a la demoscopia, las dos
potencias dictatoriales del presente. Pudo hacerlo porque no tomaba como
parámetro el éxito y la aprobación, sino la conciencia, que se mide según la
verdad, según la fe. Es por esto que en muchas ocasiones buscó el acuerdo: la
fe deja mucho abierto, ofrece un amplio espectro de decisiones, impone como
parámetro el amor, que se siente en obligación hacia el todo y, por tanto,
impone mucho respeto. Por ello pudo ser inflexible y decidido cuando lo que se
ponía en juego era la tradición esencial de la Iglesia. En él, esta dureza no se
derivaba de la insensibilidad de aquellos cuyo camino lo dicta el placer del
poder y el desprecio de las personas, sino de la profundidad de la fe, que le
hizo capaz de soportar las oposiciones".
*
Confirmando lo que separa al Papa Francisco de sus predecesores ha llegado la
carta con la que Ratzinger-Benedicto XVI – rompiendo su silencio tras la
dimisión – ha respondido al libro "Caro papa, ti scrivo" (“Estimado
Papa, te escribo”) publicado en 2011 por el matemático Piergiorgio Odifreddi.
Los dos últimos Papa dialogan gustosamente con ateos profesos y líderes laicos
de opinión, pero lo hacen de forma muy distinta. Si por su parte Francisco
esquiva las piedras del escándalo, Ratzinger, en cambio, las resalta.
Basta leer este pasaje de su carta a Odifreddi:
"Lo que Usted dice sobre la figura de Jesús no es digno de su rango
científico. Si Usted plantea la cuestión como si de Jesús, en fondo, no se
supiera nada y de Él, como figura histórica, nada fuese comprobable, entonces
sólo puedo invitarle, de modo decidido, a que se vuelva Usted un poco más
competente desde el punto de vista histórico. Para esto le recomiendo, sobre
todo, los cuatro volúmenes que Martin Hengel (exegeta de la Facultad Teológica
Protestante de Tübingen) ha publicado junto a Maria Schwemer: es un excelente
ejemplo de precisión y de amplísima información histórica. Frente a esto, lo
que Usted dice sobre Jesús es un hablar irreflexivo que no debería repetir. Que
en la exegesis se hayan escrito también muchas cosas poco serias es, desgraciadamente,
un hecho incontestable. El seminario americano sobre Jesús que Usted cita en
las páginas 105 y siguientes confirman, de nuevo, lo que Albert Schweitzer
había observado sobre la Leben-Jesu-Forschung (investigación sobre la vida de
Jesús), es decir, que el llamado 'Jesús histórico' es generalmente el espejo de
las ideas de los autores. Dichas formas fallidas de trabajo histórico no
comprometen, sin embargo, la importancia de la investigación histórica seria,
que nos ha llevado a conocimientos verdaderos y seguros sobre el anuncio y la
figura de Jesús".
Y más adelante:
"Si Usted quiere sustituir a Dios con 'La Naturaleza', queda la pregunta
quién o qué es esta naturaleza. En ningún sitio Usted la define y parece, por
tanto, como una divinidad irracional que no explica nada. Sin embargo, quisiera
sobre todo señalar que en su religión de la matemática no se consideran tres
temas fundamentales de la existencia humana: la libertad, el amor y el mal. Me
maravillo que Usted, con un solo gesto, liquide la libertad que, sin embargo,
ha sido y es el valor portante de la época moderna. El amor, en su libro, no
aparece y tampoco sobre el mal hay ninguna información. Cualquier cosa que la
neurobiología diga o no diga sobre la libertad, en el drama real de nuestra
historia ella está presente como realidad determinante, y debe ser tomada en
consideración. Pero su religión matemática no conoce ninguna información sobre
el mal. Una religión que deja de lado estás preguntas fundamentales se queda
vacía”.
"Mi crítica a su libro en parte es dura. Pero la franqueza forma parte del
diálogo; sólo así puede crecer el conocimiento. Usted ha sido muy franco y
aceptará que yo también lo sea. No obstante, en cualquier caso, valoro de
manera muy positiva el hecho de que Usted, mediante su confrontación con mi
'Introducción al cristianismo', haya buscado un diálogo tan abierto con la fe
de la Iglesia católica y que, a pesar de todos los contrastes, en el ámbito
central, no falten del todo las convergencias".
*
Hasta aquí las palabras. Pero lo que distancia entre ellos a los dos Papas son
también los hechos.
La prohibición conminada por el Papa Bergoglio a la congregación de los frailes
franciscanos de la Inmaculada de celebrar la misa en rito antiguo ha sido una
efectiva restricción de esa libertad de celebrar en dicho rito que Benedicto
XVI había asegurado a todos.
Por conversaciones con sus visitantes, resulta que el mismo Ratzinger ha visto
en dicha restricción un "vulnus" a su motu proprio del 2007
"Summorum pontificum".
En la entrevista a "La Civiltà Cattolica", Francisco ha liquidado la
liberalización del rito antiguo decidida por Benedicto XVI como una simple
"elección prudencial ligada a la ayuda hacia algunas personas que tienen
esta sensibilidad", cuando en cambio la intención explícita de Ratzinger –
expresada a su tiempo en una carta a los obispos de todo el mundo – era que
"las dos formas de uso del rito romano puedan enriquecerse
mutuamente".
En la misma entrevista Francisco ha definido la reforma litúrgica postconciliar
"un servicio al pueblo como relectura del Evangelio a partir de una
situación histórica concreta". Definición fuertemente reductiva respecto a
la visión de la liturgia que era propia de Ratzinger teólogo y Papa.
Además, siempre en este campo, Francisco ha sustituido en bloque, el pasado 26
de septiembre, los cinco consultores de la oficina de las celebraciones
litúrgicas papales.
Entre los sustituidos está, por ejemplo, el padre Uwe Michael Lang, un
liturgista a quien el mismo Ratzinger escribió el prólogo del libro más
importante, dedicado a la orientación "al Señor" de la oración
litúrgica.
En cambio, entre los liturgistas promovidos hay figuras mucho más inclines a
secundar el estilo celebrativo del Papa Francisco, también éste visiblemente
alejado de la inspirada "ars celebrandi" de Benedicto XVI.
__________
La entrevista de Francisco en "La Civiltà Cattolica", publicada en
distintos idiomas el 19 de septiembre:
>
Entrevista de Papa Francisco
La carta del Papa a Eugenio Scalfari, publicada en "la Repubblica" el
11 de septiembre:
>
"Pregiatissimo Dottor Scalfari…"
El sucesivo coloquio entre el Papa y Scalfari, que ha tenido lugar el 24 de
septiembre en la residencia vaticana de Santa Marta, y que ha sido publicado en
"la Repubblica" del 1 de octubre:
>
Il papa a Scalfari: Così cambierò la Chiesa
Los fragmentos de la carta de Joseph Ratzinger a Piergiorgio Odifreddi
anticipados en "la Repubblica" del 24 de septiembre:
>
Ratzinger: Caro Odifreddi, le racconto chi era Gesù
__________
Antes que con el Papa Bergoglio, Scalfari había tenido una relación aún más
intensa con el cardenal y jesuita Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán del
1979 al 2002.
En particular, Scalfari reseñó con gran favor el que ha sido, tal vez, el libro
más revelador de la visión de este cardenal sobre el cristianismo y la Iglesia,
"Conversazioni notturne a Gerusalemme. Sul rischio della fede"
(“Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe”), publicado
en 2008, un libro muy leído y discutido dentro y fuera de la Iglesia:
>
Dios no es católico, palabra de cardenal
Como ateo profeso, Scalfari escribió que encontraba confortante que "el
Hijo del Hombre sea para Martini más significativo que el Hijo de Dios".
En ese momento asombro una expresión de Martini en ese libro: "No puedes
hacer que Dios sea católico". Es significativo que esa expresión haya sido
retomada por el Papa Francisco en su coloquio con Scalfari del pasado 24 de
septiembre: "Yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios
católico; existe Dios".
__________
Sobre el apogeo y el declive de liderazgo del cardenal Joseph L. Bernardin en
la Iglesia católica de los Estados Unidos, George Weigel publicó un profundo
análisis en "First Things" en febrero de 2011:
>
The End of the Bernardin Era
__________
Sobre la cuestión de la conciencia, Benedicto XVI se detuvo sobre ello en
especial en 2010, durante su viaje a Gran Bretaña, en la beatificación de John
Henry Newman, y más aún en el discurso a la curia romana antes de Navidad de
ese mismo año:
>
"Conciencia significa la capacidad del hombre de reconocer la
verdad…"
En cambio, la homilía del entonces cardenal Ratzinger a la muerte de Pablo VI,
en la que también había hecho una referencia a la conciencia "que se mide
sobre la verdad", ha sido publicada por primera vez a principios de agosto
pasado en un número especial de "L'Osservatore Romano", en el
cincuentenario de la elección del Papa Montini.
__________
Traducción en español de Helena
Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.
Chiesa (Italia)
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