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21/10/2013 | Dos historias de banqueros centrales

Fernando Chavez

En el original Museo Interactivo de Economía (MIDE) de la Ciudad de México hay un enunciado sensacional en una de sus altas paredes que se atribuye a un humorista: “Ha habido tres grandes inventos en la humanidad: el fuego, la rueda y los bancos centrales”.

 

Pero la mayoría de los siete mil millones de humanos que habitan nuestro planeta no sabe mucho de lo que hacen los bancos centrales y, sobre todo, casi nada de los enigmáticos seres que los dirigen: los banqueros centrales. Tanto el poder político como el misterio que gira en torno estos dos temas no son buenos para la salud de las democracias. Lamentablemente ambos se vuelven noticia cuando hay catástrofes financieras si corre la sospecha que de allí salió el problema y que allí se puede resolver, aunque nadie pregunta qué hacen tales instituciones y esos seres reservados que los gobiernan, casi invisibles cuando los mares del gran dinero y de las altas finanzas están tranquilos.

Lo anterior viene al caso como introducción para distraídos o remisos si se desconoce  que el presidente Obama acaba de nombrar hace unos días a la señora Janet Louise Yellen presidenta del banco central de los Estado Unidos. Ella será en los próximos la protagonista más importante de lo que pase en los mercados financieros de su país y del resto del mundo y, por lo tanto, en el destino de millones de familias. Este nombramiento rompe esquemas y paradigmas políticos que seguramente traerá aire fresco en la cultura ortodoxa de los banqueros centrales, más o menos machista y muy dada al secretismo y a los juegos de sombras.    

La señora Yellen, de 67 años, tiene méritos indiscutibles en su nada sorprendente carrera en el Sistema de la Reserva Federal, instituto monetario central fundado en 1913, hace 100 años, por cierto. Hasta hace poco era una subgobernadora y antes anduvo de académica en varias universidades de prestigio de su país. Y un dato personal y profesional al mismo tiempo: su marido es el profesor G. Akerlof, premio Nobel de Economía en 2001. Cuenta indiscretamente un lenguaraz que después de este premio a su señora se referían como la esposa del premio Nobel. Tengo la sospecha de que ahora serán las cosas al revés: él será solamente el esposo de la señora presidenta del FED en los cocteles y otras actividades sociales de la Señora Yellen.  

Su competidor cercano en la lucha por conquistar este excelso puesto político-técnico de la república imperial, el prestigiado señor L. Summers, renunció oportunamente a esta condición antes que lo declararan perdedor en esa contienda crucial en el sistema político y financiero norteamericano. Vista desde lejos, esta renuncia fue saludable para él y muy ad hoc para el manejo mediático del presidente Obama, que es un político fino y sagaz como pocos de su clase, muy por encima del vaquero texano que lo precedió.   

La tarea que le espera a la señora Yellen no será sencilla ni trivial. Volver a la “normalidad monetaria”, después de lo que hizo (correctamente) Ben Bernanke en los últimos cinco años,  implica contar con mucho oficio como banquera central, lo cual ella tiene, más una dosis de otros factores imponderables: apoyo político de la presidencia de Obama y muy probablemente también del congreso norteamericano, reconocimiento y credibilidad de los mercados mundiales y suerte, mucha suerte. 

El tema Janet Yellen apenas comienza. Habrá mucha tela de donde cortar en los cuatro años que vienen en un primer mandato. Opino que hay que celebrar su presencia en ese puesto. Me arriesgo a escribir esto por que me simpatizan la causa de la inteligencia femenina y, por supuesto, las razones de las heterodoxias monetarias que ella posiblemente defenderá. Alguna vez una periodista francesa hace muchos años escribió un libro sobre las mujeres y usó un pensamiento del presidente Mao Tse Tung para ponerle el título a su obra: “la mitad del cielo”, que es lo que las mujeres llevan en sus espaldas, según señalaba el Gran Timonel. ¿Alguien de mi sufrido gremio -los machines redimidos y resignados- duda hoy de eso?    

Vuelta a la hoja. Platiquemos ahora del último premio que se le acaba de dar a Agustín Carstens Carstens (ACC), gobernador del Banco de México y del festejo conmemorativo auto celebratorio que esta institución acaba de organizar  por los 20 años de aprobación constitucional de su autonomía. No puedo soslayar aquí que también el Banco Internacional de Pagos lo nombró desde julio presidente del Comité Económico Consultivo (ECC) y de la Reunión de la Economía Mundial (GEM) por tres años. ¿Algo más? No sé, pero con esto basta para seguir mi nota.

Ahora en 2013 le tocó al ACC ser considerado el mejor banquero central por la revista Euromoney, nacida en Inglaterra hace apenas 44 años, que ha ganado lectores entre las élites financieras del mundo por que, entre otras cosas, cada año da reconocimientos al mejor banquero central y al mejor ministro de finanzas. El premio es relevante para un político-técnico como él, que ya fue nuestro Secretario de Hacienda y poco antes director adjunto del FMI. Con este premio su eventual reelección en el Banco de México es altamente probable y creo que también puede volver a competir, si quiere, por el puesto que hoy tiene la Sra. Cristine Lagarde, jefa actual del FMI, puesto por el que ACC ya compitió precisamente con esta financiera francesa hace apenas un par de años.

No omito la razón que la revista ofrece para otorgarle este reconocimiento a ACC: “arquitecto de la estabilidad macroeconómica y financiera de México y hábilmente da un firme apoyo a la nueva ola de reformas que ha presentado el nuevo gobierno de México". Aunque, como dice un querido maestro, estos no son buenos tiempos para lucirse como banquero central o ministro de finanzas, sin embargo ACC está premiado por todos lados y las élites financieras del globo lo aprueban, qué duda cabe.   

En la cúspide de su carrera política y financiera ACC tiene que ver también hacia atrás y a los de abajo. La estabilidad monetaria de hoy, por ejemplo, no ha frenado el crecimiento de los pobres y de la pobreza; le recomiendo al gobernador Carstens  que lea el último informe Coneval sobre estos temas alarmantes. Cierto, una inflación baja y estable es condición necesaria pero no suficiente para crecer y mucho menos para abatir la pobreza masiva de México. Que conste: no pertenezco a los economistas que desdeñan este logro, pero también me niego a verlo como un valor absoluto en sí mismo. 

¿Y de la autonomía del banco central celebrada por ACC esta semana en un típico acto exclusivo del banco central, qué balance se puede hacer  en una retrospectiva histórica de dos décadas? Habrá luces y sombras en este ejercicio pendiente. En su primer año, 1994, por ejemplo, fue catastrófico para la autonomía estrenada. El colofón de ese momento fatídico demuestra las torpeza graves que Hacienda y Banxico hicieron justamente cuando la tecnocracia salinista echaba las campanas al vuelo por la dichosa autonomía. Las miles de empresas que cerraron, los miles de empleos que se perdieron y los pobres en masa que trajo la contracción económica brutal de 1995 son parte de los puntos negros de la historia reciente del Banco de México.  

Habrá que ver qué piensa la cámara baja del Congreso sobre estos veinte años de autonomía del banco. Los 128 senadores algo, supongo, tendrán que decir al respecto, igual que los 500 diputados. A ambos el banco les rinde cuentas. Pero si no tienen ninguna de las dos cámaras una comisión ad hoc para ver los temas para monitorear y evaluar la política monetaria cotidianamente, ¿cómo le harán esa institución soberana para asumir la tarea de revisar seriamente los pasados veinte años del Banxico? 

Qué bueno que el Banco de México otorgue validez a lo dicho por Euromoney: que el banco es aliado del presidente Peña Nieto en su programa de reformas. ¿Será que así demuestran su auto celebrada autonomía? El que calla otorga, que conste en actas, como diría un buen fiscal.

Convencido estoy de que en ese acto conmemorativo del banco faltó una autocrítica elemental (dejando de lado las declaraciones críticas del Sr. Miguel Mancera, el primer gobernador de la etapa de la autonomía constitucional y coautor de la catástrofe cambiaria y financiera de 1994-1995), lo cual revela palmariamente una autocomplacencia institucional inadmisible. 

Más nos vale que en el futuro cercano tengamos textos de historiadores del banco central que revisen con lupa y espíritu crítico esos 20 años de autonomía tan exclusivamente celebrada por Agustín Carstens Carstens esta semana. Con esa inexorable tarea todos saldríamos ganando. Todo lo contrario con las obras pagadas para cantar las glorias quiméricas de los líderes del instituto central. Invoco un refrán dulce y breve, a propósito de esto último: “el elogio en boca propia es vituperio”. Así es y así será.

América Economía (Chile)

 



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