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30/10/2013 | Así espían los Estados Unidos

Laura Riestra

Analizamos las preguntas clave para comprender el escándalo del espionaje estadounidense

 

«No habrá más escuchas ilegales a ciudadanos americanos, ni más documentos de Seguridad Nacional para espiar a ciudadanos que no son sospechosos de haber cometido un crimen. No es eso lo que hace falta para derrotar al terrorismo». Las palabras las pronunció un Barack Obama todavía candidato a la presidencia de EE.UU. en agosto de 2007. Cinco años después, ya en su segundo mandato, se encuentra en el punto de mira en el marco de un escándalo que no hace más que crecer desde mayo de 2012: el del espionaje llevado a cabo durante su mandato, eso que él mismo tanto criticó.

En las base de la polémica está, como ya ocurrió con el caso de Wikileaks, el debate entre privacidad y seguridad o lo que es lo mismo, el recorte de libertades para la hipotética garantía de la seguridad. Pero, ¿qué ocurre ahora? ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Estas son las claves de un caso que ha puesto en jaque a la administración Obama.

¿Cómo empieza todo?

Para comprender los orígenes del caso hay que remontarse a mayo de 2012. Es entonces cuando la agencia Associated Press denuncia que el gobierno estadounidense espió a sus periodistas durante, al menos, dos meses. Así, asegura que el Departamento de Justicia ha accedido a «comunicaciones con fuentes confidenciales». Ya entonces el secretario de Justicia y fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, justifica el espionaje a periodistas por la gravedad de la filtración que su departamento estaba investigando.

Un mes más tarde, el diario británico «The Guardian» publica en exclusiva, gracias a las filtraciones del ex técnico de la CIA Edward Snowden, que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) a millones de sus ciudadanos a través de llamadas telefónicas de dentro y fuera del país, que gestiona la operadora Verizon, y que controla miles de datos de internet. La Casa Blanca admite esta práctica que, alega, se realiza «para proteger al país de amenazas terroristas».

La polémica no termina aquí. Este mes de octubre salía a la luz un nuevo documento, del año 2006, filtrado por Snowden, según el cual la NSA ha espiado las conversaciones telefónicas de 35 líderes mundiales después de obtener los números por medio de un miembro del Departamento de Estado. Entre los espiados, por citar algunos, la canciller Angela Merkel o el presidente francés François Hollande. Es más, los servicios secretos de EE.UU. han espiado a la misión de la UE en Nueva York y a 38 embajadas, entre ellas las de Francia, Italia y Grecia y de países de Oriente Medio, lo que les permitió, por ejemplo, saber el sentido del voto en la Asamblea General de la ONU en temas clave como el reconocimiento de Palestina como estado observador no miembro.

¿En virtud de qué y cómo se espía?

En junio de 2012 la Casa Blanca explica que las prácticas se realizan en virtud de una orden judicial secreta de la llamada Corte Extranjera de Vigilancia de Inteligencia. Entonces el diario «The Guardian» reproduce una copia de la orden del tribunal. Bajo los términos de esta orden, que tiene una duración determinada, hasta el 19 de julio, «pinchan» las llamadas telefónicas de Verizon, de las que se entregan únicamente los números de teléfono del emisor y del receptor, así como los datos de localización y duración de las llamadas. Sin embargo, el contenido de la llamada no está cubierto por la orden.

Esta orden se enmarca en un plan explicado por el propio Obama, denominado Prism, un programa de vigilancia cibernética desarrollado por el gobierno estadounidense. Tanto «The Washington Post» como «The Guardian» accedieron a una presentación en la que se explicaba el programa. Según los dos medios, este programa da acceso a la NSA a los emails, registros de chat y datos de redes sociales a través de nueve de las mayores empresas de internet (Gmail, Facebook, Hotmail, Yahoo, Google, Skype, PalTalk, Aol, YouTube. Todas las compañías cooperaron conscientemente, según ambos diarios, algo que Facebook desmiente.

Cuando se conoció la existencia de este programa el director de la agencia de Inteligencia estadounidense, Jammes Clapper, emitió un comunicado en el que aseguraba que, bajo el cumplimiento de la legislación de EE.UU., el sistema Prism sólo se emplea para obtener información de ciudadanos extranjeros que residan fuera de EE.UU. En el texto, además, insistía en la base legal de dicha actuación ya que se realizó con «conocimiento del Congreso».

¿Quiénes son los protagonistas?

El extécnico de la CIA Edward Snowden es el que desencadena el punto de inflexión. Él que entrega a «The Guardian» y a «The Washington Post» los documentos que prueban cómo EE.UU. espía a través de las llamadas de Verizon y del programa PRISM. A sus 29 años ha sido capaz de empujar a Obama a la que puede terminar siendo la peor crisis de su presidencia. Trabajó como informático para la NSA y para la CIA, donde más tarde fue informático. Él mismo explicó a «The Guardian» los motivos de su filtración: «Cuando te das cuenta de que el mundo que ayudaste a crear va a ser peor para la próxima generación y para las siguientes, y que se extienden las capacidades de esta arquitectura de opresión, comprendes que es necesario aceptar cualquier riesgo sin importar las consecuencias». En la actualidad está en Rusia, tras haberse refugiado primero en Hong Kong.

El columnista de «The Guardian» Glenn Greenwald. Fue a él a quien Snowden entregó en junio en Hong Kong las pruebas del espionaje masivo. Según ha declarado este periodista británico, el extécnico de la CIA le entregó un total de 20.000 documentos que a día de hoy analiza con otro de los nombres propios de este escándalo, Laura Poitras. Greenwald es, además, abogado y bloguero experto en derechos humanos. En octubre de esta año ha dejado «The Guardian».

¿Cuál ha sido la reacción de Obama?

Cuánto sabe o no el presidente de EE.UU. ha pasado a ser la pregunta más repetida. Cada vez son más las fuentes oficiales que aseguran que Obama no conocía el espionaje telefónico a los líderes mundiales y que cuando fue consciente, ordenó suspenderlo. Así lo recogió «The Wall Street Journal», que informó de que fue una inspección interna impulsada por el presidente la que reveló la operación de alcance mundial, tras la que Obama cortó la vigilancia a varios dirigentes.

Con todo, él manifestó en junio de 2013 una postura que choca bastante con la que expresó en 2007: «No se puede tener un 100% de seguridad y un 100% de privacidad. Hay que hacer concesiones y estas pequeñas concesiones nos ayudan a prevenir ataques terroristas». En esa misma intervención fue en la que se refirió a los programas del registro de llamadas de Verizon y Prism, ambos, aseguró, aprobados por el Congreso.

¿Qué consecuencias está teniendo y tendrá para Obama?

Su credibilidad y liderazgo están en juego. Los líderes europeos han reiterado que, de confirmase las prácticas de espionaje, se puede dañar la colaboración con EE.UU.. Es más, países como Alemania o Francia han calificado los hechos de «inaceptables». En España la Fiscalía ha decidido abrir diligencias informativas sobre el supuesto espionaje masivo de los servicios de inteligencia de EE.UU.

A nivel interno queda por ver hasta qué punto le perjudica. De momento, periódicos que tradicionalmente le han apoyado han sido muy críticos con sus actos. Es el caso de «The New York Times», que aseguraba lo siguiente en uno de sus editoriales: «Está dispuesto a utilizar todo el poder del que dispone y, probablemente, a abusar de él».

Obama también tiene que hacer frente al que es su gran fantasma: George Bush. Tanto durante el primer mandato, como el segundo, el presidente de EE.UU, ha buscado distanciarse de su predecesor. De él heredó la estrategia antiterrorista tras el 11-S, incluidos los dos programas revelados en la actualidad. Le resulta ahora complicado, por lo tanto, marcar un antes y un después de dicha política ya que ha dejado claro que, pese a ser «inicialmente escéptico», considera que son útiles en aras de la seguridad nacional.

ABC (España)

 



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