Demostró que, más allá de las naturales divergencias que puede haber entre ellos y sus ideas, fue posible que los aspirantes contrastaran sus propuestas de cara a la población, luego de meses de un ríspido intercambio de adjetivos y malas razones, que rebajaban la discusión política en el país.

Incluso fue evidente que en algún momento prevaleció, y fue bien acogida por los participantes, la idea de alcanzar un acuerdo entre las fuerzas políticas, que ponga a México en la ruta de la civilidad política y la gobernabilidad.

Ojalá se dé seguimiento a tal propósito, que en mucho ayudaría a distender el clima de confrontación electoral y a enfrentar la recta final de las campañas con más mesura, porque todavía, en días recientes, hubo un amago por sacar a la luz pública una serie de videos que involucrarían a miembros del PRD en actividades presuntamente ilícitas, que sólo enturbió el ambiente político, no aportó nada a la vida democrática del país y volvió a mostrar la peor cara de la disputa, hecha de mala fe. Esto debe terminar.

Lo que cada representante partidista planteó ayer en materia de seguridad pública, gobernabilidad, política exterior, migración, reforma del Estado y federalismo, quizá no fue del todo nuevo, porque algunos de estos conceptos se han repetido ya con insistencia en medios de comunicación, spots y mítines. Sin embargo, el sólo hecho de explicarlos en un encuentro plural, sirvió para que las ideas de fondo salieran a la luz y la ciudadanía pudiera contar con mejores puntos de referencia para evaluar cada una de las ofertas.

Aun con las limitaciones del formato elegido para el evento -tan rígido que limita el diálogo directo entre candidatos- se puede decir que fue útil en la medida de que, a menos de un mes de la jornada electoral, la sociedad ya pudo ver juntos a quienes les están pidiendo el voto, argumentando sus puntos de vista con una actitud reflexiva y propositiva, lo que sin duda servirá para que en los días que faltan para el 2 de julio se defina el sentido del voto de aquellos mexicanos que no han tomado todavía su decisión y que, por lo que revelan las encuestas más recientes, serán los que tendrán en sus manos el resultado final de la contienda.

Ahora depende de la ciudadanía evaluar si lo que le han prometido los candidatos es realista y, sobre todo, si tienen la capacidad y el equipo idóneo de trabajo para cumplirlo. Es preciso que la sociedad entienda, además, que los candidatos no sólo son lo que mostraron ayer, sino que tienen trayectorias que deben ser tomadas en cuenta, antecedentes de todo tipo y pertenecen a grupos políticos concretos, lo que influye en la calidad de la evaluación que se debe hacer de sus perfiles.

Lo importante es que los mexicanos elijan, de manera mayoritaria, qué modelo de país quiere para los próximos seis años y a qué gobernantes y legisladores desea tener. Ahí radicará el reto principal de los días por venir.

Es oportuno reforzar el llamado al voto y a luchar contra el abstencionismo, que restaría legitimidad a todo el proceso político y sería un retroceso en el camino democrático de México.