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11/12/2013 | El hachís libanés florece a la sombra de la guerra siria

María Iverski

La producción de droga creció este año un 50 por ciento al amparo de la guerrilla chií de Hizbulá

 

Durante los caóticos años de la guerra civil libanesa (1975-1990), el valle de la Bekaa, situado en el este del Líbano junto a la frontera siria, se convirtió en el gran centro de producción de hachís del país. Una época dorada en la que las ganancias anuales obtenidas por los distintos señores de la guerra y jefes de clanes mafiosos rondaban los 4.000 millones de dólares de aquel entonces.

Si bien durante los años 90 el gobierno libanes lanzó una dura campaña de erradicación de los cultivos ilícitos intentando introducir otras alternativas, lo cierto es que nada ha logrado competir con el lucrativo cannabis, que ahora vuelve a florecer al amparo de la guerra siria y ante el vacío de un poder central.

Los casi tres años de conflicto en la vecina Siria han supuesto la ausencia de controles en la inexistente frontera que separa ambos países, a lo que se suma la paralización de las autoridades libanesas, demasiado ocupadas en hacer frente a la convulsa y cada vez más desestabilizada situación que vive el Líbano como consecuencia de sus divergencias internas en torno al régimen de Bachar al Assad.

Si anteriormente el ejército libanés acometía la destrucción de miles de hectáreas de plantaciones, este año, de acuerdo con la agencia France Presse, las cosechas no solo han permanecido intactas sino que además han sido abundantes. Los agricultores de la zona señalan como la demanda, local y extranjera, ha crecido en un 50% con respecto al año pasado. La mayoría de la mercancía es vendida en Siria y de allí se dirige principalmente a Europa desde Turquía y a los países del Golfo Pérsico vía Jordania e Irak.

Se trata de un próspero negocio en el que, según los productores, «40 gramos por los que se recibirían unos 20 dólares en Líbano, serán vendidos por 100 dólares en Siria y por 500 en Turquía». En la que es una de las regiones más pobres del país el tráfico de hachís deja, además, un reguero de múltiples beneficiados: desde refugiados sirios que han encontrado gracias al cannabis una forma de ganarse vida ante un mercado laboral plagado de candidatos y en el que los salarios tienden a la baja, a los grandes clanes de la droga que llegan a facturar hasta 1,5 millones de dólares al año atendiendo a los expertos.

Negocio chií

Aunque el milenario valle es un mosaico de pueblos cristianos, suníes y chiíes, son estos últimos los que controlan la zona norte de la llanura donde se localiza la mayoría de los campos. En dicha planicie, comprendida entre las ciudades de Baalbeck y Hermel, y bastión de un Hizbolá implicado a muerte en su ayuda al régimen de Bachar al Assad, los agricultores defienden el cultivo de cannabis como único medio de supervivencia. Ninguno de ellos quiere hacer alusión al papel jugado por Hizbolá, quien públicamente condena el tráfico de drogas, pero que ha sido acusado en numerosas ocasiones de hacer la vista gorda dentro de su feudo.

Del hachís libanés, famoso por su calidad, han nacido fortunas millonarias que han permitido a algunas familias chiíes poseer sus propias milicias y desafiar incluso al estado cuando éste ha interferido en sus asuntos.

Así en agosto de 2012, el clan de los Meqdad, oriundo de la Bekaa, vinculado a Hizbolá y al que se atribuyen actividades comerciales de escasa legalidad, llegó a secuestrar a 40 sirios en Beirut como represalia por la desaparición de un pariente a manos de los rebeldes sirios en Damasco. El embarazoso espectáculo para el gobierno libanés duró tres semanas en las que el ala militar de la tribu chií no dudaba en amenazar, al más puro estilo mafioso, con raptar también a cataríes y saudíes en sus apariciones diarias en la televisión.

Los aguerridos granjeros de la Bekaa tampoco tuvieron reparos el año pasado en atacar al ejército libanés empleando ametralladoras y RPG con el fin de preservar sus cosechas. La población de la zona le reprochaba entonces al gobierno privarles de su principal fuente de ingresos y de marginalizar al valle durante décadas.

ABC (España)

 



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