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02/01/2014 | Colombia, diálogo y muerte

América Economía Staff

En estilo parecido al de CEOs dirigiéndose a sus empleados, los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) hicieron público hace unos días un mensaje de Navidad a los miembros de ambos grupos guerrilleros, alertando que las conversaciones de paz no significan la disolución de la milicia.

 

Sus palabras se dieron a conocer apenas un par de días después de que el Washington Post publicara detalles de un programa de la CIA que habría facilitado al gobierno colombiano bombas inteligentes guiadas por GPS para matar a más de 20 jefes guerrilleros, con una técnica similar a la que EE.UU. ha usado contra los líderes de Al-Qaeda. La más conspicua de estas operaciones involucró a un líder de las FARC oculto en territorio ecuatoriano en 2008. Un piloto colombiano en un avión colombiano atacó el campamento guerrillero en Ecuador con una bomba hecha en Estados Unidos y controlada por un cerebro estadounidense. El ataque mató al líder guerrillero e hizo estallar un tenso conflicto diplomático entre Colombia y sus vecinos, Venezuela y Ecuador.

Esta ayuda de la CIA al gobierno colombiano ayudó a diezmar el alto mando de la guerrilla marxista, dejándola en la debilitada posición que facilitó el inicio de las conversaciones de paz en 2012.

Las informaciones del Washington Post confirmaron algo que los guerrilleros y la mayoría de los colombianos ya sabían: lo de las bombas inteligentes de la CIA guiadas por GPS es vox populi en Colombia. De hecho, el ataque en 2012 contra Mono Jojoy, el jefe militar de las FARC, tuvo éxito por un transmisor GPS que agentes del gobierno o el ejército colombiano implantaron en una bota ortopédica que había encargado el líder guerrillero.Y por si quedara alguna duda, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe (2002-2010) usó su cuenta en Twitter para reiterar, dos días después de las revelaciones del Washington Post, que su gobierno había recibido ayuda secreta de la CIA en operaciones militares que dieron muerte a comandantes de las FARC.

El tema vuelve a la noticia justo en momentos en que las conversaciones de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC avanzan -lentamente, pero avanzan- hacia un acuerdo que haría a los guerrilleros deponer las armas. Ya hay acuerdo en dos de los seis puntos en discusión -desarrollo rural en el territorio de la guerrilla y participación política para los guerrilleros que depongan las armas- y hay un tercero en conversaciones, relativo al cultivo de coca y el narcotráfico. Y si bien a comienzos de diciembre las FARC mataron a nueve personas en un ataque a un cuartel policial, el 15 de diciembre los guerrilleros declararon un alto el fuego unilateral de 30 días y hasta el momento lo han cumplido.

No hay que ser muy adepto a las teorías conspirativas para sospechar que las fuentes anónimas que volvieron a destapar el involucramiento de la CIA en la muerte de los líderes de las FARC es un torpedo dirigido a las conversaciones de paz. No es fácil, sin embargo, discernir si ese torpedo viene de los grupos paramilitares derechistas y/o de los grupos cercanos al propio ex presidente Álvaro Uribe, que quieren continuar la guerra hasta exterminar a las FARC. Pero las revelaciones claramente no benefician la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos, quien va a la reelección en abril próximo. Santos ha intentado distanciarse de los excesos de los grupos paramilitares, pera era ministro de defensa del gobierno de Uribe cuando se puso en marcha el plan de ayuda secreta de la CIA. El actual presidente colombiano fue directamente responsable de las acciones del ejército durante los años en que el ejército combatió con mayor fuerza a la guerrilla.

Las revelaciones no ayudan al diálogo ni al proceso de paz y muestran una vez más un discurso público estadounidense contradicho por su acción encubierta. Una cosa es aconsejar a un gobierno extranjero, proveerle inteligencia sobre la guerrilla y ayudarlo a ganar la guerra. Una muy distinta es darle armas para el asesinato selectivo. El gatillo lo apretó el gobierno colombiano, por cierto, pero  las bombas teleguiadas destinadas a matar personas con nombre y apellido eran norteamericanas y fueron entregadas al gobierno colombiano con el propósito de asesinar.

Hay quienes justifican estas muertes como acciones de guerra, aduciendo que las FARC declararon la guerra al gobierno colombiano para derrocarlo. También es verdad que Colombia es hoy un país más seguro y próspero que lo que era hace diez años. Pero la guerra no justifica el asesinato selectivo ni el fin justifica los medios. Algunos países latinoamericanos se volvieron más seguros y más prósperos con las dictaduras militares de los años 70, pero eso no hace aceptables ni menos recomendables a las dictaduras militares.

El asesinato selectivo que Estados Unidos ha exportado al Medio Oriente y a Colombia tampoco es aceptable ni recomendable. Convierte al ejército o al servicio secreto en juez y verdugo, quitándole a las víctimas el derecho básico de ser juzgado en un tribunal y defenderse de las acusaciones. Este método de ajusticiamiento ha sido utilizado esporádicamente por distintos gobiernos en el mundo, en forma más sistemática por Israel y por Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001. El asesinato selectivo no es nuevo en América Latina: casi todas las dictaduras militares lo aplicaron y algunas con agravantes, ya que negaban haberlo hecho y hacían desaparecer los cadáveres.

A los norteamericanos todo esto puede tenerlos sin cuidado. Casi sin excepción, celebraron con júbilo la muerte de Osama Bin Laden en 2011 sin detenerse a pensar si acaso era o no era asesinato. Pero en el resto del mundo, acciones como éstas, cuando se sabe que contaron con la ayuda de EE.UU., son vistas como vocación imperial.

Y si las revelaciones que hizo el ex contratista de la NSA Edward Snowden sobre intercepción de teléfonos celulares de jefes de estado aliados de EE.UU. dañaron gravemente la reputación de ese país, estos asesinatos selectivos en Colombia son otro clavo en el ataúd de la credibilidad estadounidense.

Es una lástima que las acciones encubiertas estadounidenses contradigan sin pudor a su discurso público. Su sistema político de democracia representativa, su sistema económico basado en la iniciativa individual y su compromiso con la libertad de expresión y la libertad de prensa siguen siendo el mejor modelo de desarrollo para la región y el mundo. Pero mientras la CIA y las fuerzas armadas de Estados Unidos actúen como actúan, al tiempo que el Departamento de Estado dice casi exactamente lo contrario, el modelo norteamericano no inspirará a los pueblos de América Latina o del mundo.

América Economía (Chile)

 


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