El palacio presidencial de Miraflores se convirtió durante unas horas en el camarote de los hermanos Marx, y no precisamente del idolatrado Karl, que también formó parte de una familia bien numerosa. Nicolás Maduro reunió en una sala a gran parte de sus 32 ministros y 111 viceministros, nombrados para "mantener el ritmo de la revolución y avanzar en el fortalecimiento de la patria".

El denominado 'tren ejecutivo' asemejaba más un gigantesco 'trailer' cargado de políticos y militares. Ni siquiera quedan ya los ecos de las históricas palabras de Hugo Chávez, quien al acceder al poder en 1999 criticó la "pesada carga burocrática del Estado". El Gobierno que le precedió sólo contaba con 17 ministerios.

La maniobra política del 'hijo de Chávez' consolida aún más a los distintos poderes del chavismo: el grupo civilista liderado por el propio Maduro y su mujer, Cilia Flores, y los militares del golpe del 4-F, con Diosdado Cabello al frente.

"Ustedes conviértanse en jefes verdaderos, exigentes, autoexigentes. Debemos tener mayor disciplina", ordenó el primer mandatario al gigantesco dinosaurio administrativo de 143 cabezas.

Críticas de la oposición

"El Estado ya era ineficiente, pero ahora con estos cambios lo será totalmente. Las reuniones de Maduro con su Gabinete parecerán asambleas de ministros", disparó Carlos Berrizbeitia, uno de los líderes opositores en la Asamblea Nacional.

El diputado calculó para EL MUNDO.es que el costo burocrático y de funcionamiento con la nueva y pesada estructura costará al estado más de 300 millones de dólares. "Vehículos, escoltas, guardaespaldas, oficinas, asesores, viáticos, servicios, viajes dentro y fuera y todo ello para complacer a sus amigos y a los de su esposa", denunció Berrizbeitia.

La nómina es tan excesiva que 'El Correo del Orinoco', que funge como una especie de 'Granma' de la revolución bolivariana, necesitó una página y media para detallar los nombres y cargos de todos ellos.

Y entre los presentes en la lista del 'supergabinete' ministerial, un debutante: el nuevo viceministro de Redes Sociales, José España. El político encargado de controlar al peligroso Twitter (Maduro acusó al servicio de microblogging de asestarle un "golpe fascista"), tan temido por el chavismo, debutó como un elefante del siglo XX en una cacharrería del siglo XXI.

No contaba ni con cuenta de Facebook ni de Twitter, se dio en alta en la del pajarito azul y tan mal le fue, que se borró a las pocas horas.

Poco experto en las lides digitales, España se defendió como pudo de las bromas generales después de que diera click a seguir a la cuenta de su jefa, la ministra de Comunicación, Delcy Rodríguez. Pero con tan mala suerte, que esa cuenta era falsa.

Empleados twitteros

El chavismo, empeñado en su búsqueda de la hegemonía comunicacional, otorga gran importancia al control de las rebeldes redes sociales. Y también presupuestos millonarios para pagar al pelotón de empleados quienes, con horario de oficina, dedican su tiempo digital a vender las conquistas revolucionarias, inventar falsos rumores contra opositores o disidentes e, incluso, amenazarles.

Por el contrario, quien sí se muestra doblemente feliz por su nombramiento es Carolina Cestari, mano derecha de Flores durante muchos años, su sombra política, muy hábil en los laberintos del poder.

La que fuera presidenta de la Fundación Misión Niño Jesús es desde el martes la flamante viceministra para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, sustituyendo al ex diputado Rafael Ríos, al que nunca se le vio contento con un cargo que acaparó miradas, y chistes, de medio planeta.

Entre los elegidos para los nuevos viceministerios se encuentran 10 militares para Economía, Seguridad y Defensa. Tampoco podía faltar un influyente miembro de la familia Chávez. Asdrúbal, primo del 'comandante supremo' y 'número dos' de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), elegido como viceministro de Refinación y Petroquímica.

La revolución, muy dada a la grandilocuencia, también apostó por viceministerios de nombres rimbombantes: Saber Ancestral de los Pueblos Indígenas, Atención al Adolescente en Conflicto o Atención al Privado y Privada de Libertad.

Todos ellos tendrán tres meses para poner en orden sus nuevas casas políticas.