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30/01/2014 | Qué ha hecho y qué le falta por hacer a Obama en su segundo mandato

Guillermo D. Olmo

El presidente estadounidense intenta resurgir tras su discurso del Estado de la Unión

 

Castigado por meses de reveses políticos y maniatado por la incapacidad legislativa que le impone la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, el presidente estadounidense Barack Obama trató de resurgir de sus cenizas en su reciente discurso del Estado de la Unión. Obama se rebeló en él contra el síndrome del pato cojo que aqueja a todos los inquilinos de la Casa Blanca en su segundo mandato y anunció «un año de acción». El presidente subrayó como sus objetivos prioritarios la lucha contra la desigualdad social y una nueva reforma migratoria. Pero, cumplido un año de su segundo etapa en el poder, son muchos más los desafíos pendientes para un hombre que ve con preocupación como su legado puede terminar totalmente desangelado.

La reforma sanitaria: Al presidente su proyecto estrella se le volvió en contra. Problemas en su puesta en funcionamiento y bochornosos fallos en la página web del programa convirtieron el plan para proveer a toda la población de seguros médicos en una pesadilla para la Casa Blanca y en la causa principal de la caída de su popularidad en las encuestas. En el discurso Obama volvió a pedir a los republicanos que dejen de poner trabas al proyecto. Los medios estadounidenses califican sin reparos como «chapuza» lo ocurrido.

Reforma migratoria: Otro de los asuntos a los que se refirió de manera acuciante el presidente fue la reforma migratoria. «Ha llegado la hora de hacerlo», dijo antes de enfatizar que la regularización de los millones de inmigrantes clandestinos que hacen su vida en las calles del país reportaría beneficios económicos y fiscales. La reforma, una de las asignaturas pendientes que más rechazo suscita entre los republicanos, debería complementar la aprobada durante el primer mandato de Obama, una medida que le ayudó a ensanchar su base electoral.

Recuperación económica: El mundo espera que la locomotora mundial termine de coger impulso y parece que lo está haciendo. Los últimos datos revelan que la creación de puestos de trabajo avanza a buen ritmo por primera vez después del tsunami financiero de 2008 y que la primera economía del mundo se encamina hacia una etapa de crecimiento significativo y sostenido. La tendencia todavía ha de confirmarse, pero Obama consiguió solventar la última crisis presupuestaria y la decidida aplicación de una política monetaria expansiva por parte de la Reserva Federal ha permitido volver a vislumbrar la senda de la prosperidad. Los republicanos lo ven de otra manera y aseguran que la gestión de Obama solo ha servido para disparar el gasto público. Al estadounidense de a pie, como sabe bien el presidente, lo que le importa es que haya empleos y cuánto se pague por esos empleos.

Guantánamo: El presidente dijo taxativo que 2014 «tiene que ser el año en que cerremos Guantánamo». Pero no es la primera vez que Obama incumple sus promesas respecto a la controvertida prisión en la isla de Cuba. El Congreso ha bloqueado en reiteradas ocasiones el desembolso de los fondos públicos necesarios para el traslado de los presos a otras prisiones federales, lo que, unido a las reticencias de algunos aliados a hacerse cargo de ellos, ha impedido hasta el momento la clausura de una instalación que representa la cara más oscura de la guerra de los Estados Unidos contra el terrorismo internacional.

Política exterior: Culminada la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y con un calendario ya fijado para la de Afganistán, Obama vive ahora volcado en la batalla doméstica, por lo que la política exterior recabó mucha menos atención en el discurso de este año que en los anteriores. Paradójicamente, el presidente sí puede presumir en este campo de algún logro reciente en los últimos tiempos. Washington ha encauzado las relaciones con Irán y el acuerdo sobre el programa nuclear del país islámico constituye tanto un respiro como la base sobre la que construir un futuro entendimiento en el que ya se trabaja. Más delicada resulta la cuestión siria, respecto a la que la diplomacia estadounidense ha dado algún que otro bandazo. La guerra civil continúa desangrando el país y se antoja poco probable que el presidente vaya a embarcarse en una aventura militar en una región en la que en este siglo han caído miles de soldados norteamericanos, menos ahora que encara sus últimos años en el Despacho Oval. Salvo que se produzca un giro inesperado, las últimas batallas del presidente Obama se librarán de puertas adentro.

ABC (España)

 


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