Aurelio Gazzera es uno de esos héroes anónimos que, rara vez, aparecen entre la barbarie y la miseria de la guerra. Quizá, algún día, hagan una película sobre su obra y milagros urbanos. Entonces, todo serán loas, premios y titulares de portada. Mientras tanto, su caso, como el de su país de acogida -la República Centroafricana- es víctima del olvido mediático y humanitario.

En los últimos meses, este párroco italiano que vive desde hace 22 años en el país africano ha salvado centenares de vidas en la ciudad de Bozoum, al noroeste. Primero, permitió a miles de cristianos que se refugiaran en su parroquia de la violencia de los rebeldes de Seleka. Y ahora, cuando la tortilla del crimen se ha dado la vuelta, acoge a millares de musulmanes que huyen de las milicias que claman venganza.

«La situación es muy, muy difícil. Después de nueve meses de Seleka (con muertes, violencia y la destrucción sistemática del Estado) ahora es la reacción opuesta de los anti-balaka: gente, sobre todo, jóvenes y adultos de los pueblos que se organizan para poner fin a la dominación de Seleka, pero luego atacan todo lo que es musulmán», destaca en conversación con ABC desde la República Centroafricana.

Ahora, su misión apostólica es un verdadero campo de refugiados improvisado, donde huyen de la miseria y la muerte cerca de 2.500 musulmanes amenazados por las turbas callejeras. Vecino contra vecino.

«Siempre hemos ofrecido refugio a todos (…) Hasta ahora hemos comprado tres toneladas de arroz. Y todos los días, les llevamos agua potable», asegura.

En marzo, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka provocaba la salida del país del presidente François Bozizé y abría una crisis política en el país africano que aún continúa. Desde entonces, Naciones Unidas asegura que la región se encuentra ante la amenaza de un «genocidio» tras la espiral de violencia desatada entre grupos cristianos y musulmanes en los últimos meses.

Por ello, la dimisión del exlíder rebelde Michael Djotodia -musulmán en un país donde cerca del 80% de la población profesa la fe cristiana- se esperaba calmase a las sangrientas patrullas urbanas llamadas «anti-balaka» o «anti-machete», quienes en los últimos meses han tomado las calles tomándose la justicia por su mano. Sin embargo, en los últimos días los crímenes se suceden contra la población musulmana, incluso, se han reportado casos de canibalismo como arma de guerra contra la población.

«La decisión de la ONU y la Unión Africana (del envío de tropas) y la intervención militar francesa llegó demasiado tarde: nueve meses de un régimen terrorista como el de Seleka han creado un sentimiento de odio y venganza que está explotando en una rabia loca y demoníaca», asevera Gazzera.

Aunque como destaca el misionero, llamar cristianas a las milicias anti-balaka es un error, porque «tienen muy poco» de cristianos. «Están llenos de ira por los largos meses de abusos y violencia que han sufrido», añade.

Cambio de Gobierno

Para poner fin a la crisis, el pasado día 20, el Parlamento de República Centroafricana elegía a Catherine Samba Panza como nueva presidenta interina del país.

Panza, alcaldesa de la capital, Bangui, se impuso a otros siete candidatos aprobados por el Consejo de Transición Nacional tras la dimisión del exlíder rebelde Djotodia el pasado día 10, y que contaban con un curioso requerimiento: no haber sido condenados por corrupción, ni haber participado en una milicia o fuerzas insurgentes en los últimos 20 años.

«Es bueno que sea una mujer, y veremos si tiene la capacidad y el peso para obtener un mínimo de paz (…) Sin duda, es mejor que los últimos gobiernos de Seleka», confía Gazzera.

Mientras, a la espera de soluciones, el párroco se dedica a mediar entre los actores en conflicto para poner fin a la crisis.

«La guerra está contaminando las relaciones entre los hombres y entre las diferentes comunidades que siempre han vivido juntas», denuncia.

En este sentido, para el cura italiano, el aspecto económico no debe ser subestimado: «Casi todos los comerciantes eran musulmanes y, ahora, con su partida, hay dificultades para encontrar géneros importados (aceite, sal, azúcar...), cuyos precios aumentan rápidamente. Y a cambio, los productos vendidos por la población local (yuca, maní...) pierden valor y el precio cae de forma rápida. Entonces habrá poca disponibilidad de dinero, con todas las consecuencias».

¿Soluciones a la vista?

«Hay una tarea inmediata que hacer, que es garantizar al menos los centros más importantes y las principales carreteras con las fuerzas militares (de la ONU o la Unión Africana). Así como la reconstrucción de hogares, familias, oficinas, hospitales, iglesias, mezquitas...».

Pero también, añade, «la formación de conciencias».

Entretanto, en su olvido mediático, Aurelio Gazzera continuará salvando vidas. Cristianas y musulmanas. No importa el credo.