Lo evidencian sus actitudes. Cada nueva amenaza suya cuando apunta con un fusil o dispara improperios contra adversarios políticos o medios privados de comunicación delatan su desasosiego. Pierde terreno no sólo en el ámbito interno sino en el escenario internacional. Paralelamente se fortalecen las alianzas, particularmente las foráneas, en contra suya. El lo percibe y lo resiente. Nunca imaginó que el desaire de los "camaradas", incluyendo el del faldero Evo, se produjera tan pronto.

Esto no implica que él esté de ida. Todo lo contrario. Ahora es cuando enfatizará la "misión 2031". A falta de verdaderos aliados político-ideológicos en la región se servirá de la siempre disponible legión de gobernantes vividores prestos a avalar sus andanzas a cambio de compartir la riqueza petrolera venezolana. También blandirá, cada vez con mayor intensidad y contra más sectores de la sociedad, el látigo de la represión que le enseñó a atizar el sátrapa del Caribe.

No importa lo que vocinglee el aparato propagandístico del régimen. La realidad políticoeconómica-social del país es muy distinta a lo que hoy pretende propalar el mensaje oficialista e, incluso, a lo que querrá difundir mañana a través de una radio y televisión confiscadas y al servicio lacayo de sus intereses. La manida inclusión social (¿Venezuela ahora es de todos?) es sólo un eslogan. Como lo es la alardeada "integración latinoamericana" que no cuaja debido a la disparidad de personalidades, ideologías e intereses políticos y económicos de los colegas mandatarios vecinos que rechazan que otro los sabanee.

En lo interno logra capear el temporal favorecido por la anomia de una presunta dirigencia política opositora desangelada, dispersa, flácida, sin mensaje ni credibilidad, desconectada de las expectativas y aspiraciones de un importante sector (¿mayoritario?) de la sociedad y, sobre todo, sin el adecuado criterio y la debida postura respecto al verdadero drama político (liquidación de la democracia) que padece Venezuela. Esa seudodirigencia opositora carece de resolución para hacer valer unas condiciones electorales decentes (constitucionales) que propicien una participación masiva en las elecciones presidenciales.

Además el relegado líder se ayuda con atuendos, posturas, prédicas y, ahora, empuñando artilugios de guerra para abatir los ánimos de quienes antagonizan el proyecto autocrático que él encarna. ¿De qué otra forma se explica el simbolismo puesto en escena en la oportunidad de dotar de fusiles a efectivos de la FAN y a milicianos de la reserva y de la guardia territorial?

Y mientras el centauro bolivariano sigue regando churupitos por todas las comarcas que aún visita (sin importarle el aumento de la inseguridad y el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos) y se equipa con bayonetas, barcos, helicópteros y aviones de combate, sus colegas de la vecindad reafirman sus relaciones políticas y económicas y gestionan la expansión de sus economías activando tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea. Eso sí es pensar y actuar para el pueblo.

msanmartin@eluniversal.com