Tiene como objetivo esta propuesta que la actual crisis de violencia que ya ha cobrado la muerte de varios manifestantes opositores, no reciba tratamiento alguno por parte de la OEA, dado que muy probablemente la decisión de este alto organismo internacional sea la de remitir a varios emisarios del continente a cerciorarse in situ de los hechos violentos que hoy sufre el pueblo venezolano por parte de su mismo gobierno y, de este modo, queden en evidencia absoluta los fanáticos del sistema que hoy están en el poder de dicho país.

Los bolivarianos del continente, entre los que se encuentran los presidentes de Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia, como es de suponer, también desean que la crisis venezolana sea llevada hacia otra instancia, la más próxima hacia sus idearios, como de seguro lo representa la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) lugar en donde se encontrarán más bien para aplaudir la represión contra el pueblo venezolano, apoyando decididamente la “democracia” en este país.

La Unasur, debe tomarse en cuenta, ha sido una invención brasileña que fue rápidamente acompañada en su momento por Hugo Chávez, convirtiéndose en su adalid, por cuanto que representa una manera de evitar que EE.UU. tenga alguna participación en las decisiones en la región, lo que provoca necesariamente un cambio en la balanza del poder continental favorable al Brasil, acompañado por Venezuela y Argentina.

No es de extrañarnos entonces la propuesta del canciller Jaua al gobierno del Paraguay. El régimen dictatorial de Maduro necesita que sus pares bolivarianos se expresen públicamente a su favor para así seguir con el programa político de convertirse en la nueva Cuba comunista, aunque eso signifique acabar con todos los disidentes a su paso.

El Paraguay, en tal sentido, debe mantenerse fiel a los postulados del derecho internacional público. Entre esos postulados está que las naciones deben mantener sus relaciones dentro del marco del respeto mutuo entre los Estados intervinientes, así como también la de otorgar las máximas garantías a los ciudadanos que de aquellos estados forman, mediante la debida protección de sus derechos y garantías. De ahí que no existe mejor respuesta por parte del gobierno paraguayo que aquella que se manifiesta sin ningún titubeo, diciendo con firmeza que no acompaña la propuesta bolivariana.

En Venezuela, desafortunadamente, desde hace quince años que se violan sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos, cuando se inició un proceso social de transformación radical cuyo signo característico ha sido la violencia y la opresión hacia todos aquellos que no comulgaban con el sistema impuesto. Hoy Venezuela está partido en dos; por un lado están los que todavía prefieren mantenerse como hombres y mujeres libres de todo yugo y, por otro lado, están los que se denominan “guardianes de la revolución”, entre los que se encuentran fanáticos que actúan como matones.

Esta es una de esas horas en que un pueblo latinoamericano, el venezolano, vuelve a salir a las calles para exigir libertad y respeto por la dignidad humana, y el Paraguay sabe de ello con toda certeza porque ha vivido en carne propia la tremenda y deplorable vicisitud que representa la dictadura que, ya sea de izquierda o de derecha, no hace más que destruir a toda una nación, a su gente, sus sueños y esperanzas. El gobierno paraguayo debe rechazar la propuesta bolivariana.