La primera avanzada de los narcos rosarinos estuvo presente en los enfrentamientos del Barrio Mitre y la toma de Villa Lugano.
La información es fidedigna y presagia un futuro de
violencia si nadie la detiene a tiempo. Los rosarinos, como los cordobeses y
muchos provincianos tienen un acento al hablar que los distingue en seguida.
En el Barrio Mitre -donde habita parte de la barra brava
del club Platense- aparecieron hombres violentos que se enfrentaron con los
moradores del lugar, y se les notó el acento rosarino.
Algo parecido ocurrió en los incidentes de la toma
de Villa Lugano. Pero el dato nos lo dio un eminente médico, esos
profesionales que son muy buenos en lo suyo pero el fanatismo futbolero hace
que se transformen como energúmenos subidos a un para avalanchas.
El hombre es barra de un club de la "Primera B
Metropolitana", de la zona oeste delGran Buenos Aires. Sigue a
su equipo a todas partes junto con el grueso de la hinchada, pero no comulga
con eso de hacer negocio con el fanatismo y mucho menos con el mundo de la
droga.
Ya se sabe que las barras tienen contacto entre sí,
aunque sean "enemigos" en el mundo del fútbol,
en la vida diaria se encuentran o para hacer negocios en común (la
mayoría ilícitos), o como fue el caso de Mauro Martín cuando
cometió el crimen por el que está encarcelado, lo llamaron al salir del
velatorio de un hincha caracterizado de Vélez Sarsfield. Ahí fue
paz y armonía entre barras rivales.
El médico a que hacemos referencia nos contó que al
ser "Los Monos" barras de los equipos rosarinos,
habían comenzado sus contactos con sus pares de los clubes de ascenso para
radicarse en las zonas de Capital y Gran Buenos Aires con el
fin de buscar cobertura y contactos y radicar sucursales de venta de drogas con
sus métodos violentos en estos lugares más poblados que los centros
santafecinos donde nacieron. Prometen a cambio de la colaboración un buen
reparto de dinero, que sus presuntos socios locales no desprecian.
Conocen el negocio a la perfección, aunque las cabezas
visibles y los ingenieros de marketing que capitanean el negocio del
narcotráfico son "señores" de saco y corbata y no
esos gurkas que vemos en las escenas terroríficas del universo narco. Sucede
aquí como en México o Colombia. Nos muestran fotos y series o películas y los
sicarios llevan en su aspecto el cartel de criminales, pero las cabezas que
manejan la millonada que mueven están sentados en oficinas lujosas y hasta
despachos oficiales. Ningún asesino sanguinario puede construir un imperio con
la venta de drogas, simplemente porque la cabeza no le da para eso. Hay
excepciones, pero la regla común es así. Los verdaderos jefes de esos
carteles lucen como señores de bien y eximios padres de familia, contadores y
abogados y hasta dirigentes políticos respetables.
Lo que supimos de boca de esa fuente fidedigna es que
los rosarinos han enviado una avanzada de "Los Monos" a
partir de sus contactos con los barras locales. Ya saben quién es su principal
enemigo al que deben desplazar, y de ahí que no sea un pronóstico apocalíptico
el nuestro de augurar próximos episodios de violencia parecidos a los que se
viven en Rosario.
Actualmente, los pesos pesados en el mundo de la
cocaína son los peruanos hijos y nietos de "Sendero Luminoso",
la banda terrorista más cruel que hubo en América y hasta en
el mundo. El entonces gobierno peruano de Fujimori no
los podía desterrar, hasta que la inteligencia del servicio secreto israelí
-Mossad- intervino secretamente y logró desarticularlo. Un negocio
entre Fujimori y Menem les dio la posibilidad al Perú de
sacarse de encima parte de esa lacra enviándolos a la Argentina escudados en un
falso acuerdo de intercambio cultural. Y nos referimos a los narcos que eran
parte de "Sendero Luminoso", no a los peruanos de buena
cepa que llegaron a nuestras tierras buscando un futuro más prometedor.
Hasta hace 15 años, el negocio de la cocaína en la
Argentina estaba en manos de bolivianos, muchos de ellos enviados por los
Generales dictadores de ese país que desarrollaron como nadie el comercio de la
droga.
Los ex senderistas desplazaron a los bolivianos con
violencia y le quitaron el negocio, y hoy hasta tienen logística para traer la
droga del Perú y no "cocinarlas" aquí
como hicieron hasta hace poco. La ingeniería de entrar narcóticos al país
en gran escala no está al alcance de cualquiera.
Esos narcos ex "Sendero" son los enemigos
adonde apuntan "Los Monos" rosarinos.
Desplazarlos y quedarse con parte de su mercado no será sencillo ni incruento.
Cuando los peruanos destronaron a los bolivianos fue violento pero no en
exceso. La gente del país de Evo Morales no eran pandilleros, ni asesinos. Eran
hijos dilectos de los dictadores bolivianos, pero ellos en sí no contaban con
grupos de sicarios.
Marco Estrada -recién salido de prisión merced a que la Justicia
lo considera rehabilitado por haber estudiado mecánica en la cárcel-, fue la
cabeza conocida de los narcos senderistas que destituyó a los bolivianos y
después ganó una batalla interna entre los mismos grupos venidos de Perú.
Ahí sí hubo más muertos de los que dice la estadística, incluso niños inocentes
baleados en procesiones religiosas.
Si "Los Monos" vienen con
artillería pesada para quedarse con el negocio, se las van a tener que ver con
gente que lleva la violencia más cruel en los genes. Un ejemplo basta para
reconocer la idiosincrasia macabra con que operaba "Sendereo
Luminoso". Cuando tomaban un pueblo y capturaban policías, no
los asesinaban a balazos para no gastar proyectiles. Los masacraban con palos y
cuchillos.
Si alguien hace algo para prevenir la radicación de "Los
Monos" entre nosotros, evitará que corra mucha sangre y muchas
lágrimas.