La corrupción en la Argentina no es exclusiva de los menemistas o kirchneristas es un problema estructural como demuestran estas cifras. Un problema que subsiste, también, por la tolerancia de una parte de la sociedad que se guía con el axioma "roban pero hacen".
En un
país donde hay unas 700 causas de corrupción abiertas y solo tres condenas, la
nueva sentencia contra María Julia Alsogaray es una grieta en la pared de la
impunidad que han construído algunos políticos y algunos jueces. Desde 1983
hasta ahora se estima que al Estado los corruptos le han robado 13 mil millones
de dólares y, sin embargo, solo están condenados además Carlos Menem por la
venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia y la ex ministra de Economía Felisa
Miceli por la bolsa con dinero encontrada en su baño.
María
Julia ya había estado presa casi dos años en el 2003 por una causa de fraude en
la remodación de sus oficinas y luego fue condenada por enriquecimiento
ilícito.
Es la
única alta ex funcionaria que tiene penas de prisión efectiva y multas. La
última multa por enriquecimiento la llevó a rematar su famoso petit hotel de la
dictadura.
María
Julia privatizó ENTEL y SOMISA y luego fue secretaria de Medio Ambiente de
Menem hasta 1999. Provenía de la UCEDE el partido que fundó su padre Alvaro
Alsogaray que se alió con el ex presidente cuando aquel viró hacia el
neoliberalismo. ¿Pero es la única ex funciionaria menemista que merece ir
presa? La respuesta es no y demuestra cómo otros han logrado mantener esa pared
con presiones sobre la Justicia o pagando los estudios de abogados más caros
que logran que las causas prescriban por el paso del tiempo.
La
corrupción en la Argentina no es exclusiva de los menemistas o kirchneristas es
un problema estructural como demuestran estas cifras. Un problema que subsiste,
también, por la tolerancia de una parte de la sociedad que se guía con el
axioma "roban pero hacen".
Desgraciadamente,
solo la Tragedia de Once compró que la corrupción también mata, no solo le roba
a un estado bobo.