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24/04/2014 | Un Mundial en terreno 'indignado'

Germán Aranda

Huelgas, manifestaciones y un clima revuelto podrían tomar el país si los focos de tensión siguen calientes hasta que empiece el Mundial el 12 de junio.

 

Bajo la aparente normalidad con la que los brasileños juegan a fútbol en la playa de Ipanema u olvidan sus problemas bañando en cerveza sus noches de samba, actualizando a diario los tópicos vitalistas del pueblo que acogerá el próximo Mundial, late una tensión social que estalla en episodios aislados pero que amenaza con sumir al país en el caos durante el mayor torneo futbolístico del planeta a partir del próximo 12 de junio. La desaceleración económica y las multitudinarias protestas de junio del año pasado despertaron a la sexta potencia mundial del sueño dorado en el que parecía vivir. Huelgas, manifestaciones y un clima de revuelta podrían tomar el país si los focos de tensión siguen calentándose hasta que empiece el campeonato.

Hoy, un 75,8% de los brasileños creen innecesarios los gastos para el Mundial más caro de la historia (que costará unos 10.000 millones de euros a las arcas del estado entre estadios e infraestructuras) y un 80% creen que ese dinero podría haber sido destinado a otros fines como la mejora de una sanidad y una educación públicas muy deficientes, según un estudio de Datafolha. Mientras, el Estado blinda a las ciudades sede para sofocar las grandes manifestaciones que pueden tener lugar y alejar de sus calles atracos y homicidios que siguen ruborizando al país en las estadísticas mundiales, la sociedad da símbolos evidentes de desgaste y hartazgo que pueden encontrar en los días de competición su mejor momento para hacerse escuchar.

Nuevas favelas y el drama de la vivienda

Hace unos quince días nacía en un recinto abandonado de Rio de Janeiro una nueva favela que, en pocos días, contaba con 5.000 pobladores que armaban sus casas a golpe de martillo y madera. Les duró menos de diez días el sueño, pues la policía los expulsó de manera fulgurante en pocas horas. La mayoría de los jóvenes y familias que intentaban asentarse en el lugar lamentaban que, con sus bajos sueldos, tenían que decidir "entre pagar los alquileres o comer".

El sueldo mínimo en Brasil es de 224 euros y el alquiler de pequeños apartamentos, de unos 15 o 20 metros cuadrados en favelas céntricas donde se apilan a veces familias numerosas, cuesta aproximadamente 130 euros. La entrada de la tropa de choque se saldó con varios heridos por balas de goma y con problemas respiratorios por el sistemático uso del gas lacrimógeno. El clima en la región aledaña al asentamiento fue de revuelta y mientras centenares de jóvenes lanzaban piedras y botellas de vidrio a los agentes, otros aprovecharon para saquear tiendas y quemaban autobuses.

En el área metropolitana de São Paulo nació hace un mes una favela que recibió el nombre de Nelson Mandela, informa el diario Estado de São Paulo, y cuenta ya con 8.000 habitantes, mientras el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo encadena protestas con millares de seguidores y lucha por mantener sus asentamientos, el mayor de ellos Vila Nova Palestina, también con 8.000 moradores.

Estado policial

La misma dureza que empleó la policía contra los ocupantes del edificio se ha venido aplicando a los manifestantes en las calles. El Gobierno creó recientemente una armadura (a la que bautizó como traje de Robocop) que cubre el cuerpo entero para sus tropas de choque, que actúan en desalojos de asentamientos y manifestaciones. El chorro de agua se sumó al gas lacrimógeno y las balas de goma como armamento no letal. El despliegue en Rio de Janeiro y Sao Paulo en las protestas es tal que últimamente supera en ocasiones al número de manifestantes. Las calles de las ciudades sede del Mundial estarán tomadas por la policía para preservar la seguridad, lo cual llevó a Dilma a enviar al ejército a tomar la favela de Maré, donde se alojaban los principales jefes del narco carioca y que se encuentra cercana al aeropuerto y al estadio del Maracanã. Pese a que la recepción de los vecinos a la iniciativa ha sido buena, como la mayoría de 'pacificaciones' (nombre que recibe la ocupación policial de las favelas de Rio que arrancó en 2008), los críticos denuncian abusos de poder de agentes y soldados. Los narcotraficantes han pasado al ataque después de años de casi absoluto silencio armado en las comunidades ocupadas y esa guerra velada genera muertes inocentes (a manos de la policía y de los 'narcos') que pueden despertar climas de revuelta en zonas muy cercanas a donde se encontrarán hinchas y turistas.

Aviso de sindicatos y 'black blocks'

"Nos estamos reservando para el Mundial", cuentan miembros de la estrategia black block, jóvenes filoanarquistas que creen en la acción directa y protagonizan ataques violentos contra la policía en las marchas. Justifican así meses de poco ruido en las calles, que en las últimas marchas estaban protagonizadas especialmente por ellos. Aseguran que en São Paulo, el día del partido inaugural, se llevará a cabo la mayor concentración de black block vista hasta ahora en Brasil, pues llegarán jóvenes encapuchados de todo el país e incluso de otros países. Otros jóvenes de fuera del colectivo también aseguran que saldrán a las calles para entonces y los cánticos de "No va a haber copa (del mundo)" se escuchan en decenas de fiestas y bares.

Pero no sólo los jóvenes descontentos amenazan con hacer ruido. Un reciente reportaje de Folha de São Paulo desveló que hasta 16 gremios (entre ellos policías federales, conductores de autobús, trabajadores de aeropuertos y de hostelería y turismo) amenazan con huelgas durante el Mundial. Los paros han sido uno de los motivos de los atrasos en las obras de los estadios y no sería la primera vez que los trabajadores aprovechan momentos clave para aumentar sus presiones. Sucedió con el paro de barrenderos en el último carnaval y el de policías militares en Bahía hace dos años. "Existen muchas posibilidades de huelga", confirma a este diario Reginal Alves de Sousa, presidente del Sindicato de Aeroviarios del Estado de São Paulo, que pide entre otras cosas un plus salarial durante el Mundial, que generará "jornadas excesivas en condiciones complicadas". El salario mínimo de los auxiliares de limpieza es de unos 400 euros. Insuficiente para pagar un alquiler y el coste de vida en São Paulo o Rio.

El Mundo (España)

 



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