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20/06/2014 | Un «pacto secreto» entre suníes y kurdos complica el futuro de Al Maliki

Mikel Ayestaran

Según The New York Times, la Casa Blanca también está interesada en que el «premier» iraquí ceda el poder.

 

Nuri Al Maliki se aferra con fuerza al sillón de primer ministro de Irak, pero sus horas pueden estar contadas. Después de ocho años al frente del país, las provincias suníes han dicho basta y se han levantado contra el Gobierno chií de Bagdad justo cuando el dirigente se disponía a empezar su tercera legislatura tras resultar vencedor en las elecciones del 30 de abril.

En el alzamiento están presentes elementos radicales como el Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL), pero también grupos armados vinculados al antiguo régimen de Sadam Husein y las tribus locales, lo que ha posibilitado que “la revolución se expanda con gran rapidez y ya esté a las puertas de Bagdad, es un movimiento popular”, confiesa el jeque Abdul Rahman Al Obeidi, líder de la tribu Al Obeidi, una de las más importante de la zona. El jeque sigue los acontecimientos con impaciencia desde su mansión de Kirkuk, repite la palabra “revolución” y desvela que “hay un pacto entre suníes y kurdos en el norte, esto es lo que explica el colapso del Ejército en cuestión de horas. Los kurdos tienen Kirkuk y nosotros nuestras zonas”. Maliki contaba con la oposición de unos suníes cuyo objetivo es derrocar al Gobierno, pero esta especie de “pacto secreto” ha terminado de complicar su continuidad.

El primer ministro ha contado en sus dos gobiernos con el apoyo de la coalición política kurda, pero el entendimiento entre Erbil y Bagdad no pasa ahora por su mejor momento y la región autónoma se ha convertido en los últimos meses en el santuario para los líderes políticos contrarios al dirigente chií que dirigen sus operaciones desde la capital kurda. No hay más que acercarse al lujoso hotel Divan de Erbil para encontrarse con los cabecillas de las protestas en Faluya, Ramadi y Mosul.

Política sectaria

En la última semana Maliki ha pasado de ser “el hombre de confianza de Washington y Teherán en Bagdad”, según la definición un diplomático europeo consultado con larga experiencia en Irak, a un impedimento para la unidad nacional debido a su incapacidad de tender puentes con los suníes, que desde hace más de un año celebraban manifestaciones semanales en protesta por el sectarismo del Gobierno.

Irán, su lugar de refugio como activista político durante el antiguo régimen, mantiene su apoyo a Maliki, pero desde EE.UU. llegan mensajes que piden un cambio político para reconducir la situación. La respuesta estadounidense a la petición oficial de ataques aéreos por parte de Bagdad ha sido tibia. El general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor, compareció ante el Congreso donde criticó la política del Gobierno iraquí y señaló a la “marginalización de la comunidad suní” como una de las causas de la insurrección. Según informa The New York Times, en los últimos días se han producido reuniones entre el embajador de EE.UU., Robert Beecroft, y el responsable del Departamento de Estado para Irak e Irán, Brett McGur, con Usama Nujaifi, líder de la coalición suní Muttahidoon y presidente del parlamento, y políticos chiíes como Ahmed Chalabi, ex primer ministro, para debatir el futuro sin Maliki porque “no quieren que siga”, según desveló al diario estadounidense una fuente próxima a Nuyaifi.

Unidad chií

La soledad de Maliki se compensa con la unidad entre los chiíes, secta que representa al sesenta por ciento de la población, que pese a las diferencias políticas con el primer ministro han cerrado filas frente a la amenaza del EIIL tras la fatua del Gran Ayatolá Alí Sistani. Los voluntarios que se enrolan estos días para combatir junto a las fuerzas de seguridad cobrarán 750.000 dinares (casi 500 euros al cambio) si están en primera línea.

Desde hace 72 horas insurgentes y Ejército y voluntarios chiíes se disputan el control de la refinería de Baiji, 200 kilómetros al norte de Bagdad, y las informaciones que llegan sobre la marcha de los combates es confusa. El Gobierno asegura tener la situación bajo control, pero al tratarse de una zona puramente suní la insurgencia tiene mucho peso y cuanta con respaldo de las poblaciones próximas.

ABC (España)

 



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