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Sociedad  
 
04/02/2005 | Etnia romaní

Thijs Papot

Millones de gitanos romà viven en condiciones infrahumanas, en particular en Europa Central y del Este. Según la Unión Europea, se trata de un problema de minorías que los países de Europa Central deben resolver por propios medios. Por su parte, ocho países de la región proponen un enfoque integral.

 

Mientras que, para grandes sectores de la sociedad en los países satélite de la Unión Soviética, el comunismo significó un gradual aumento de la prosperidad, en los pasados 15 años la situación de la etnia romaní no ha progresado. Bajo el régimen comunista, todos tenían trabajo e ingresos, pero, a raíz de la enérgica reacción capitalista a la caída del comunismo, muchos de ellos perdieron su empleo. Actualmente, los gitanos viven en barrios marginados en los suburbios de las grandes ciudades, sin acceso a servicios sanitarios ni a electricidad.

En Bulgaria, para citar un ejemplo, un 80% de la población romà vive bajo el umbral de la pobreza, y el promedio de la esperanza de vida de este grupo de población es inferior, en entre 10 y 15 años, respecto al europeo. El eurodiputado Jan Marinus Wiersma opina que, entre otros aspectos, las diferencias culturales desempeñan un papel en esta situación, pues los gitanos se aferran a sus propias tradiciones e idioma, y, con ello, se aíslan del resto de la población. Este hecho ya ha provocado conflictos en diferentes países, así como casos de discriminación.

El número de gitanos roma en Europa se estima en unos 12 millones, de los cuales cinco millones habitan dentro de las fronteras de la Unión Europea y, tras la adhesión de Bulgaria y Rumania, su número se duplicará. Esta cifra equivale, por ejemplo, a la población total de Bélgica. Sin embargo, debido a, entre otras cosas, su distribución geográfica y su división interna, la etnia romaní no logra emanciparse. A escala local lo logra, opina el eurodiputado holandés, gracias a su considerable presencia numérica en municipios de Europa del Este. Pero, a escala nacional, su voz no se hace oír. En un país como Eslovaquia, la minoría húngara logró mantenerse e independizarse, e incluso integrar el Gobierno, lo que no ha sido el caso con los gitanos romà.

En los recientes años, el eurodiputado Wiersma ha dialogado frecuentemente con los gitanos, especialmente en Eslovaquia, donde era relator del Parlamento Europeo. Junto con la Comisión Europea, este órgano había frecuentemente planteado el tema durante las negociaciones sobre la adhesión de nuevos Estados a la Unión Europea, y condicionado el ingreso a la adecuación de la situación social de los gitanos.

No obstante, ahora que países como Eslovaquia y Hungría, con una gran población romà, se han incorporado a la alianza europea, la política sobre minorías cae bajo la jurisdicción de los países mismos y, con ello, desaparece la presión ejercida por Bruselas. Además, según Wiersma, esta situación es causada por el temor que reina en Bruselas a abordar los serios problemas de los gitanos romà. Wiersma considera cobarde esta actitud, pues no es posible comparar a este grupo con otras minorías europeas, ya que se trata de una minoría transnacional, sin patria.

Sin embargo, se vislumbran esperanzas para los gitanos, tras que, ayer miércoles, se iniciara en Sofía, capital búlgara, la Década de la integración de la etnia romaní´. Por iniciativa del multimillnario rumano George Soros, ocho países poblados por gitanos romà han convenido un plan estructural encaminado a eliminar su retraso en el área social. En virtud de la iniciativa, en los próximos diez años se fomentarán aspectos como educación y vivienda. No se trata, entonces, de una iniciativa europea, aunque, al igual que Soros y el Banco Mundial, también la Unión Europea ha prometido considerable apoyo financiero para la realización de los objetivos.

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



 
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