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Dossier Francisco I  
 
10/07/2014 | Francisco reserva una ofrenda para China: un nuevo beato

Sandro Magister

Será el jesuita Matteo Ricci, uno de los poquísimos occidentales honrados por las autoridades comunistas chinas. Pero el deshielo entre Pekín y la Iglesia de Roma parece aún muy lejano

 

Después de haber ya canonizado a seis nuevos santos sin esperar que para cada uno de ellos se hubiera verificado un nuevo milagro después de su beatificación, el Papa Francisco podría proclamar pronto, por la vía rápida, un nuevo beato.

Éste sería el jesuita Matteo Ricci (1552-1610), genial evangelizador de China.

Matteo Ricci es otro de los pertenecientes a la primera generación de la Compañía de Jesús predilectos por Jorge Mario Bergoglio, junto al saboyano Pedro Fabro, por él proclamado santo forzando las reglas, con la denominada canonización "equivalente".

Pero el Papa Francisco tiene otra cosa en común con Matteo Ricci: la predilección de ambos por Asia y, en especial, por China.

Bergoglio siempre ha apreciado el método adoptado por Ricci para anunciar la novedad del Evangelio a una civilización como la china, muy alejada del cristianismo por religión y cultura.

Un método que, paradójicamente, se parece mucho al cruce entre fe y razón incansablemente predicado por el predecesor del Papa Francisco, Benedicto XVI, como ilustró con detalle en este servicio de www.chiesa el padre Gianni Criveller, misionero en Hong Kong del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras y responsable de la causa de canonización de Matteo Ricci:

> Un Ratzinger de hace cuatro siglos, en Pekín (1.10.2010)

Al visitar Corea del Sur en agosto, en su primer viaje a Extremo Oriente como Papa, Bergoglio ha dado a entender que, en el floreciente desarrollo del catolicismo en ese país, ve precisamente un fruto del método evangelizador de Matteo Ricci.

De hecho fueron unos literatos coreanos, convertidos al cristianismo por misioneros europeos que habían obrado en China siguiendo a Ricci, los que introdujeron la fe cristiana en Corea en el siglo XVII. Y también hoy unos laicos cristianos son los protagonistas de la propagación del Evangelio en este país.

Además, Francisco tiene la esperanza de que la beatificación de Matteo Ricci – personaje apreciado por los chinos de todo credo, incluidas las autoridades comunistas – pueda mejorar las relaciones entre China y la Iglesia de Roma.

Actualmente estas relaciones siguen estando marcadas, por parte de China, por la desconfianza y la hostilidad, con verdaderos y propios actos de persecución de la comunidad católica local.

Es verdad que por primera vez en la historia un presidente comunista chino, Xi Jinping, ha respondido por escrito a una carta papal de felicitación por su nombramiento, que Francisco le dirigió en marzo de 2013.

Pero es también verdad que por parte china, después, poco o nada más se ha hecho de positivo, aparte de algún gesto de cortesía protocolaria.

Más bien al contrario: con ocasión de la muerte del obispo “clandestino” José Fan Zhongliang, en la diócesis de Shanghai, las autoridades de Pekín prohibieron que el sucesor designado por Roma, Tadeo Ma Dagin, en arresto domiciliario, oficiara la misa, lo que sido una verdadera descortesía hacia el actual pontífice.

El secretario de Estado Pietro Parolin tiene una empresa fatigosa ante sí. La experiencia atesorada para mejorar las relaciones entre la Santa Sede y Vietnam - un dossier que tiene muchas semejanzas con el chino - le ha enseñado que también con Pekín la empresa será larga, tortuosa e incierta hasta el último instante.

Sobre la especial predilección del Papa Francisco por el continente asiático, Gerolamo Fazzini – director de "Mondo e Missione", la revista misionera europea más antigua e importante, y de MissionLine.org, el portal del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras – ha publicado un análisis iluminador en el último numero de "Vita e Pensiero", la revista de la Universidad Católica de Milán.

A continuación se publica la parte conclusiva de su análisis, en la que menciona y explica la posible próxima beatificación del jesuita Matteo Ricci, evangelizador de China.


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MATTEO RICCI: ¿PUENTE ENTRE ROMA Y PEKÍN?

de Gerolamo Fazzini



Un punto de contacto valioso en el marco de las relaciones entre el Vaticano y China es (o al menos, podría serlo) la figura de Matteo Ricci.

No es un misterio que el jesuita originario de Las Marcas – primer extranjero enterrado en el corazón de Pekín por deseo del emperador de la época y que aún sigue sepultado allí, en la parte posterior de una escuela administrativa del partido comunista – es conocido en China y estimado también en ambientes no católicos.

Basta decir que en China las personas de cultura media, pertenecientes a cualquier tradición religiosa, conocen el personaje de Ricci y su historia, al menos de una manera general. No solo: su nombre aparece en el Monumento del Milenio, un enorme edificio que celebra la gloria de la civilización china. En él hay sólo dos extranjeros presentes, ambos italianos: uno es Marco Polo en la corte de Kublai Khan y el otro es Ricci, representado en hábitos confucianos mientras escruta el cielo.

Ahora bien, el Papa Francisco, primer pontífice jesuita de la historia, ya ha demostrado en varias ocasiones apreciar la misión de Matteo Ricci y su deseo de querer ponerla como modelo también para hoy.

A algunos perspicaces observadores como Lucio Brunelli y Gianni Valente, en el número de marzo de 2014 de la revista de geopolítica “Limes”, no se les ha escapado que la célebre expresión “casi a final del mundo” dicha por Jorge Mario Bergoglio la tarde de su elección a la cátedra de Pedro para indicar su procedencia representa, no tanto una referencia geográfica, cuanto una alusión explícita precisamente a “otro gran jesuita que amaba salir de los recintos católicos para ir hasta las periferias más extremas del planeta, ese Matteo Ricci que desde Pekín, hace cuatro siglos, escribía que se encontraba en “este final del mundo donde la obediencia me ha lanzado””.

Hay más. En la entrevista de septiembre de 2013 a "La Civiltà Cattolica", apremiado por su hermano, el también jesuita Antonio Spadaro, Bergoglio cita algunas de las más significativas etapas de la historia misionera de los jesuitas y de la misión a secas. Entre estas - junto al ejemplo de Malabar en la India y la epopeya de las "reducciones" de Paraguay, inmortalizadas en la famosa película "Mission" – menciona precisamente la extraordinaria aventura de Ricci y sus compañeros.

Pero esto no es todo. Como ha observado el vaticanista Luigi Accattoli, uno de los pasajes más interesantes del coloquio del pasado noviembre del Papa Francisco con los superiores generales de los religiosos (también publicado por "La Civiltà Cattolica") está dedicado a Matteo Ricci y su estilo misionero, que fue durante mucho tiempo incomprendido e incluso combatido.

He aquí las palabras de Bergoglio:

“El carisma no es una botella de agua destilada. Hay que vivirlo con energía, reinterpretándolo también culturalmente. Pero así haciendo se corre el riesgo de equivocarse, de cometer errores. [...] Esto no debe frenarnos, porque hay el riesgo de cometer errores mayores. De hecho, debemos pedir siempre perdón y mirar con mucha vergüenza los fracasos apostólicos causados por la falta de valentía. Pensemos, por ejemplo, en las intuiciones pioneras de Matteo Ricci que, en su época, se abandonaron".

Un experto en Ricci como el padre Gianni Criveller, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras, que ha presidido la comisión histórica en la fase diocesana del proceso de canonización del jesuita de Las Marcas, ha comentado en la revista "Credere":

“Las palabras de Bergoglio sobre Ricci son muy eficaces. Juan XXIII fue el primer Papa que, en 1959, habló de manera positiva sobre Ricci, sacándolo de la sombra de condena que gravaba sobre él después del dramático resultado de la controversia de los Ritos chinos, que tanto daño causaron a la misión en China. Pablo VI y Juan Pablo II le rehabilitaron totalmente, mientras que Benedicto XVI es, sin duda alguna, el Papa que más lo ha estudiado y mejor lo conoce, y que ha hablado de él con gran competencia y aprecio".

Tal vez sea atrevido decirlo, pero ahora que la causa del gran misionero-intelectual, concluida ya la fase diocesana del proceso, ha pasado a Roma, no parece improbable que el jesuita Bergoglio conceda un carril preferente hacia los altares a quien no sólo ha sido uno de los nombres de mayor relevancia de la Compañía de Jesús sino que, en general, ha sido uno de los protagonistas absolutos de la historia misionera de la Iglesia universal.

El precedente de Pedro Fabro - el jesuita saboyano canonizado el 17 de diciembre de 2013 por intervención directa del Papa Francisco - autoriza a esperar que sea así. La praxis adoptada para el beato Fabro - ha explicado Stefania Falasca en "Avvenire" – es la de la canonización denominada “equivalente”, práctica utilizada para figuras de especial relevancia eclesial para las cuales se ha verificado un culto litúrgico antiguo difundido y una fama de santidad y prodigios ininterrumpidos.

Hay que decir que en los deseos de Benedicto XVI estaba también que la beatificación de Ricci pudiera realizarse al mismo tiempo que la del más famoso converso chino, Xu Guangqi (el “doctor Pablo”, como es llamado en los escritos jesuitas de la época), discípulo también él de Ricci y fundador de la Iglesia católica de Shanghai.

Pero la situación de la diócesis de Shanghai, promotora de la causa, es - hoy por hoy - muy delicada. En el arco de pocos meses han muerto el obispo Aloisio Jin Luxian, jesuita de más de noventa años, reconocido por el gobierno, y el obispo “no oficial” José Fan Zhongliang, también él muy anciano, mientras su auxiliar y sucesor Tadeo Ma Daqin sigue estando sometido a graves restricciones de la libertad personal.

“Es cierto que las actuales dificultades de la diócesis de Shanghai hacen más lenta y complicada la causa de beatificación de Xu respecto a la de Ricci", admite el jesuita francés Benoît Vermander, en un artículo aparecido el pasado marzo en la página web del Instituto Ricci de Taipei. “Pero precisamente estas dificultades deberían empujar a Roma a instruir la causa con mayor diligencia: hay  muchos caminos a través de los cuales una causa de este tipo podría progresar. Han pasado más de cuatro siglos desde que Ricci llegó al paraíso. Estoy convencido de que esperaría con gusto algún año más con el fin de ser reconocido beato y santo en compañía de su amigo Xu Guangqi".

"Ricci – insiste el jesuita – inició su peregrinación china publicando un pequeño libro titulado ‘Sobre la amistad”. Su proceso de beatificación debería reflejar el espíritu con el cual realizó su compromiso misionero. En otras palabras: no beatifiquéis a Matteo Ricci sin beatificar al mismo tiempo a Xu Guangqi".

Según el padre Vermander, son al menos tres las buenas razones para unir a los dos amigos en una causa común:

“La primera es que también Xu Guangqi es un hombre cuya vida habla de santidad. La segunda es que esto cambiará el modo como es normalmente presentada la historia misionera. La tercera es que esto sería, sin duda alguna, el mejor regalo que Roma podría hacer a la Iglesia china y a China en general".

Es difícil no estar de acuerdo con estas afirmaciones.

__________


La revista de la Universidad Católica de Milán en la que ha sido publicada la nota de Gerolamo Fazzini:

> Vita e Pensiero

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En lo que respecta a la hipótesis - no factible por ahora - de una viaje del Papa Francisco a China, el cardenal José Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong, ha expresado así su alarma en una entrevista al "Corriere della Sera" del pasado 2 de julio:

“Yo diría al Papa: “No venga, porque le manipularían”. Los pocos valientes no podrían reunirse con él, mientras el partido comunista le presentaría a los obispos ilegítimos, también los tres excomulgados".

__________


Sobre la evolución del cristianismo en China, las previsiones de uno de los mayores sociólogos de la religión, el estadounidense Rodney Stark, entrevistado por Massimo Introvigne:

> Rodney Stark: "Il futuro dei cristiani è in Cina"

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En la ilustración de esta página Matteo Ricci está a la izquierda.  A la derecha, el alto funcionario chino por él bautizado, Xu Guangqi, del cual está en marcha la causa paralela de beatificación.

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

Chiesa (Italia)

 



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