Las mujeres realizaban su caminata de todos los domingos, tras asistir a la misa en la iglesia habanera de Santa Rita.

Las Damas de Blanco se habían reunido para recordar el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, una tragedia ocurrida veinte años antes frente al litoral habanero. En el hundimiento de la embarcación, provocado por naves cubanas, murieron 37 personas que trataban de llegar a Estados Unidos.

Los arrestos de disidentes por un período breve ya constituyen un método habitual de las autoridades cubanas para evitar reuniones o manifestaciones pacíficas de la oposición.

Pero las Damas de Blanco están autorizadas desde el 2010 a realizar caminatas los domingos para protestar contra acciones del régimen. Esta vez, sin embargo, la policía cubana se las llevó presas.

El Departamento de Estado norteamericano denunció el arresto al expresar en una nota oficial: “Condenamos enérgicamente que el gobierno cubano continúe usando tácticas de intimidación para silenciar a sus críticos e interrumpir agrupamientos pacíficos”. También pidió que el gobierno cubano ponga fin a ese método represivo.

Al mismo tiempo, la Unión Europea indicó su “profunda preocupación” por el arresto de las Damas de Blanco, lamentó el reciente aumento de las detenciones temporales y pidió a las autoridades cubanas que permitan las reuniones pacíficas.

Es evidente que con el arresto de las Damas de Blanco el domingo pasado, el régimen cubano deseaba evitar la conmemoración del vigésimo aniversario del hundimiento del remolcador 13 de Marzo, impedir que se hiciera ruido en torno al trágico suceso. A la dictadura le conviene ocultar ese hecho criminal, que sigue impune, entre las sombras del olvido. Solo que ni en Cuba ni de este lado del Estrecho de la Florida esa masacre de personas inocentes se va a borrar tan fácilmente de la memoria colectiva.

Los tímidos cambios en la economía que el régimen cubano ha llevado a cabo no han estado acompañados por cambios políticos que alivien la represión oficial. Hay miles de cuentapropistas en la isla, pero en la Asamblea Nacional del Poder Popular –pese a su nombre– no se escuchan las voces del pueblo y mucho menos de los que disienten. La sociedad cubana es una sociedad amordazada.

Los arrestos temporales que el régimen cubano realiza con molesta frecuencia demuestran que la dictadura conserva su esencia represiva. Y que solo permite la expresión disidente hasta donde le conviene. El que protesta sabe que le puede esperar la cárcel. Esa amenaza no se puede tolerar.