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05/02/2005 | Negociaciones de paz palestino-israelíes

Joop Meijers

Cuatro años y medio después del comienzo de la Intifada, parece que israelíes y palestinos han vuelto a la situación previa a la desafiante visita del entonces líder de la oposición y actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén.

 

JerusalemEn aquella ocasión, un día después de la visita de Sharon estalló la segunda Intifada, que se cobró la vida de miles de israelíes y palestinos mientras que decenas de miles resultaron heridos. Irónicamente es el mismo Sharon quien, junto con el actual presidente palestino, Mahmud Abbas, tiene la posibilidad de poner fin a la ola de violencia que hundió durante cinco años el proceso de paz palestino-israelí.

La semana entrante, Sharon y Abbas se reunirán en el balneario egipcio Charm al-Chei, en una Cumbre que podría ser histórica. Bajo la supervisión de presidente egipcio, Hosni Mubarak, y el rey jordano, Abdallah, posiblemente ambos mandatarios convengan un alto el fuego que marcaría el fin de cuatro años y medio de violencia.

Para aumentar el prestigio político del presidente palestino ante su pueblo y aumentar la posibilidad de una tregua duradera, el Gabinete israelí decidió tomar una serie de medidas alentadoras. Israel iniciará una retirada gradual de las cinco grandes ciudades cisjordanas. Al mismo tiempo, se dejará en libertad a 900 prisioneros palestinos, se permitirá el tráfico libre en Gaza y la Cisjordania, y se reabrirá el puerto de Gaza y los pasos fronterizos entre Gaza, Egipto e Israel, los cuales habían sido clausurados tras los últimos atentados terroristas.

Si bien Israel opina que se trata de gestos de buena voluntad, los palestinos están frustrados por considerar insuficientes las medidas. Además, exigen que Israel libere al menos a mil prisioneros, y sobre todo a aquéllos que, por su participación en la Intifada, cumplen largas condenas. Por su parte, los israelíes están divididos sobre la puesta en libertad de presos con "manos ensangrentadas". Si bien ni el Ejército israelí ni los ministros del Partido Laborista que integran el Gabinete de Sharon se oponen a la liberación de algunos dirigentes de la Intifada, los poderosos servicios de seguridad sí la rechazan.

Para convencer a los suyos, Mahmud Abbas necesita grandes gestos de los israelíes. Por su parte, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, también quiere que las conversaciones en Charm el Chei sean exitosas. En Israel, continúa aumentando a diario la oposición derechista a la retirada de las tropas de Gaza. Si, con el apoyo de Egipto y Jordania, Sharon logra convertir la retirada unilateral en una operación coordinada con los palestinos, el importante Partido Shas estaría dispuesto a participar en la coalición gubernamental de Likud.

Con el partido Shas, Sharon tiene suficiente apoyo en el Parlamento, lo que le permitiría asegurar tanto su futuro como la retirada de las tropas, a pesar de la férrea resistencia de los colonos. En suma, para continuar su carrera política, Sharon y Abbas están condenados el uno al otro. Posiblemente, esto baste para superar las últimas diferencias y lograr que se reanude el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



 
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