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20/08/2014 | EE.UU.: Solo hay una manera de detener la fuga de corporaciones

Chris Edwards

La tendencia de emigración de las corporaciones nos dice que la competencia tributaria global es intensa y que desde hace mucho es hora de una reforma tributaria en EE.UU.

 

Nuestra tasa corporativa total de 40 por ciento, sumando la federal a la del promedio de los estados, es mucho más alta que las tasas que cobran nuestros socios comerciales. Las fugas de corporaciones son un intento por parte de las empresas de crearse, a manera de auto-ayuda, una reforma tributaria, mientras en el congreso los representantes se sientan cruzados de brazos.

Las empresas estadounidenses compiten en los mercados extranjeros en contra de empresas basadas en países que tienen tasas corporativas más bajas y que exoneran a las empresas extranjeras del impuesto sobre la renta. De manera que una empresa estadounidense compitiendo en China en contra de una empresa basada en Gran Bretaña (que tiene una tasa corporativa de 21 por ciento) tendrá una desventaja, y puede que pierda una porción del mercado como resultado de esto. Como los empleos domésticos de las empresas estadounidenses en parte dependen de las ventas en dichos mercados extranjeros, nuestro poco competitivo sistema tributario acaba perjudicando a los trabajadores estadounidenses.

Las emigraciones corporativas ayudan a las empresas estadounidenses a competir reduciendo nuestra capa adicional de impuestos sobre las operaciones en el extranjero. Algunas emigraciones han resultado de la fusión de empresas estadounidenses con empresas basadas en Europa, que tiene una tasa corporativa promedio de solo 20 por ciento. Otras empresas estadounidenses se han fusionado con corporaciones con sede en Canadá.

¿Por qué Canadá? Porque redujo su tasa corporativa federal de 28 por ciento en los noventa a tan solo 15 por ciento hoy. Las empresas han reaccionado transfiriendo más de sus ganancias reportadas a Canadá y fortaleciendo sus inversiones. Esa reacción ha significado que Canadá recauda hoy más por impuestos corporativos (1,9 por ciento del producto interno bruto) que lo que recaudaba durante los noventa (1,7 por ciento) cuando tenía una tasa corporativa más alta. Tanto el gobierno como las empresas ganaron con esta reforma.

Mientras tanto, nuestro impuesto corporativo federal recaudará tan solo 1,8 por ciento del PIB este año —alrededor de lo mismo que en Canadá— aún cuando nuestra tasa corporativa federal es mucho más alta, ubicándose en 35 por ciento. Nuestra alta tasa corporativa está espantando inversiones y ganancias reportadas.

La solución a este problema de la fuga de corporaciones es la misma que para nuestro problema de crecimiento económico: reducir la tasa corporativa. Las buenas nuevas para quienes formulan las políticas —como Canadá lo ha demostrado— es que las arcas fiscales no serán vaciadas con esta reforma e incluso hasta podrían llenarse más.

Este artículo fue publicado originalmente en The New York Times (EE.UU.) el 21 de julio de 2014.

El Cato (Estados Unidos)

 



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