La posibilidad de que el Departamento de Justicia, dirigido por Eric Holder, el primer fiscal general afroamericano en la historia de Estados Unidos, se haga cargo directamente del caso o al menos lleve el peso de las investigaciones parece haber calmado a quienes violentamente han estado reclamando justicia para Michael Brown. La noche del martes registró una menor confrontación entre manifestantes y las fuerzas del orden, aunque al final hubo una carga policial con diversos detenidos.

La desconfianza de la población negra, que supone casi el 70 por ciento de la población de Ferguson (Misuri), hacia la Policía local y las autoridades del condado, con mayor representación blanca, obligó ayer a la presencia de Holder en la localidad, enviado por Barack Obama. El fiscal general se reunió con diversos líderes comunitarios, con cargos ejecutivos del condado y con la familia de Brown, acribillado el 9 de agosto por el agente de policía Darren Wilson, a pesar de estar desarmado.

Wilson, que alega legítima defensa porque, según su versión, Brown se abalanzó contra él, no ha sido detenido, algo que ha enfurecido a las miles de personas que se han manifestado en Ferguson ya durante once días.

Holder llegó a esta localidad del área metropolitana de San Luis con la promesa de que la investigación federal «será completa, será justa y será independiente». Comentó que alrededor de cuarenta agentes del Buró Federal de Investigación (FBI) han sido asignados al caso, junto con el equipo de la oficina que la Fiscalía General tiene en San Luis. Aseguró que quienes intervienen en la investigación federal se han entrevistado con cientos de residentes de Ferguson para esclarecer los hechos.

Por su parte, el gobernador de Misuri, Jay Nixon, indicó que los fiscales deben actuar de forma «vigorosa». «El fiscal del condado de San Luis, elegido democráticamente, y el fiscal general de Estados Unidos tienen cada uno un trabajo que hacer», afirmó en una grabación de cinco minutos difundida por los medios locales.

Presentación de pruebas

De hecho el fiscal del condado comenzó ya ayer a presentar pruebas ante el gran jurado (el grupo de ciudadanos que determina si se presentan cargos contra alguien en un caso criminal). Nixon señaló que la «obligación de hacer justicia en la muerte de Michael Brown debe ser llevada a cabo de modo completo, pronto y correcto».

El gobernador insinuó su deseo de que el fiscal del condado, Bob McCulloch, se inhiba del caso. Su imparcialidad ha sido cuestionada porque diversos familiares cercanos -sus padres, un tío y un primo- han trabajado en el Departamento de Policía de San Luis, y además su padre resultó muerto cuando acudía a una llamada por un delito en el que estaba implicado un sospechoso de raza negra.

«La Policía tiene derechos»

McCulloch ha respondido que él no se pondrá a un lado de forma voluntaria y tendrá que ser Nixon quien le aparte si así lo desea. McCulloch recordó que está en el cargo desde 1991 y desde entonces ha sido elegido cada cuatro año con amplias mayorías. Su recusación fue solicitada por un grupo de persona que se concentraron ante los tribunales del condado. Una mujer con un cartel a favor del policía Wilson, gritando que «los agentes de Policía también tienen derechos», se enfrentó a ese grupo, pero la guardia del edificio evitó una pela.

De hecho, el número de altercados se ha reducido. La Policía consideró que en Fergurson se ha producido un «giro» hacia la pacificación de la situación, tras una noche de protestas que fue menos violenta que las anteriores, si bien la coyuntura sigue siendo fluida y cualquier nuevo elemento podría reactivar fuertes enfrentamientos.

Aunque en la medianoche del martes las fuerzas del orden finalmente cargaron contra los manifestantes, llevando a cabo 47 detenciones, no hubo disparos de quienes protestaban ni lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de la Policía.

«Creo que estamos ante un cambio de la situación», declaró Ron Johnson, oficial al mando de las fuerzas del orden. «Esta noche hemos visto una dinámica diferente. Los manifestantes eran algo menos en número y se marcharon antes. No hubo cócteles molotov, no hubo disparos», dijo de madrugada, cuando daba por terminada la operación de seguridad.

Johnson atribuyó ese cambio de actitud al trabajo de voluntarios, activistas, grupos religiosos y personas con autoridad moral entre los residentes de Ferguson. «Han salido a la calle, han hablado con la gente, han urgido que hubiera orden, calma y paz. Eso ha influido en calmar a la gente joven».