Según los diplomáticos, Caracas recibió ese respaldo en una reunión a puerta cerrada que tuvo lugar el 23 de julio en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

El gobierno de Venezuela no ha confirmado que esté buscando un escaño en el Consejo de Seguridad. Pero el difunto mandatario venezolano Hugo Chávez intentó ganar un escaño en el Consejo, aspiración que Estados Unidos logró derrotar en el 2006. Este año, sin embargo, Washington no ha dicho una palabra sobre el asunto.

Esté buscando o no un puesto en el Consejo de Seguridad, al régimen bolivariano no le falta respaldo en la región. Muchos integrantes de la izquierda latinoamericana apoyan el enfrentamiento retórico e ideológico del presidente Nicolás Maduro con el gobierno norteamericano. Al mismo tiempo, el cuantioso envío de petróleo a los países pobres de la Cuenca del Caribe le ha ganado a Caracas un buen número de aliados.

La respuesta de la región a la represión en Venezuela contra el movimiento encabezado por los estudiantes que tomó las calles el pasado febrero ha sido en general tímida. Nadie quiere pelearse con la mano dadivosa del socialismo del siglo XXI, que desviste a un santo para vestir a otro. Pero mientras Maduro, siguiendo la costumbre de su antecesor Chávez, no deja de repartir petróleo a manos llenas, Venezuela sufre una profunda crisis económica marcada por un desabastecimiento de productos básicos, escasez de medicinas y deficiencia en los servicios públicos.

En vez de buscar un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, Maduro debería estar más preocupado con otro tipo de seguridad: la protección de los ciudadanos en el país que gobierna. Caracas es hoy una de las ciudades más peligrosas del planeta, con un índice de homicidios comparable al de países inmersos en conflictos bélicos.

También debería ver cómo resuelve la precaria situación económica de la nación, que se debate entre el intento del empresariado de mantener su actividad comercial, y medidas socialistas de dudosos resultados, impuestas por el gobierno.

Esos son los verdaderos problemas que afronta Venezuela hoy. Ante esos males, la candidatura al Consejo de Seguridad de la ONU no es otra cosa que un caprichoso acto de vanidad política.