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19/09/2014 | Escocia - Temor a las secuelas del «lado oscuro» del referéndum

Borja Bergareche

La Iglesia escocesa lanza una llamada a la reconciliación de los dos bandos, y el «no» denuncia la «presión» nacionalista

 

«Hay amistades que se han roto. Se ha levantado la voz. Hay personas que han sido insultadas. Se han dañado propiedades. Escocia es un país dividido como nunca antes lo había estado». Así arrancaba el dramático llamamiento a «mantenernos unidos el viernes, como ciudad y como país», que publicó el martes el «Edinburgh News», uno de los diarios locales más populares de la capital escocesa. Este jueves, una diputada laborista al parlamento escocés, Jackie Baillie, se encontró con el siguiente mensaje en un grafiti pintado en la entrada de la parroquia que le tocaba como colegio electoral: «Vota sí, o si no…».

«Los activistas de la campaña del “sí” no deberían intentar amenazarnos o intimidarnos», denunció la veterana parlamentaria escocesa. En los dos años y medio que han discurrido desde que el líder nacionalista, Alex Salmond, anunció la convocatoria de la consulta celebrada este jueves no ha habido actos de violencia. Y la mayoría de los escoceses se han sumado con pasión, y educación, a un debate que ha partido en dos políticamente a la nación escocesa.



Sin embargo, a medida que se acercaba la jornada electoral, los defensores del «no» se han sentido crecientemente presionados e intimidados por independentistas exaltados, según han compartido varios miembros de la campaña «Mejor Juntos» consultados por ABC esta semana. «Hay pruebas diversas de que el “no” ha sido un voto más silencioso, y en muchos casos se debe a que muchas personas que prefieren seguir dentro del Reino Unido se han sentido intimidadas», nos explicaba este jueves Alasdair Wilson, un miembro del Partido Conservador, en una de las sedes de la campaña por la unión.

El incidente que confirmó el calentamiento de la recta final de la campaña fue la suspensión temporal de la gira del diputado escocés por el Partido Laborista, Jim Murphy, que fue agredido con huevos e insultos en uno de sus mítines callejeros. El jueves pasado, una comitiva laborista desplazada desde Londres para apoyar un acto de campaña del «no» en Glasgow, la ciudad más poblada de Escocia con más de 600.000 habitantes, fue rodeada e increpada nada más salir de la estación de tren por decenas de simpatizantes del «sí».


«Aquel día fue el más duro», explicó uno de los miembros del partido. «Los del “sí” empujaban, cantaban y gritaban; la persona que iba a mi lado fue empujada y en ese momento intervino la Policía», que tuvo que proteger el cortejo laborista. «En esta campaña hemos visto también la cara menos amable del “sí“», ha denunciado el líder laborista, Ed Miliband. Este tuvo que abandonar precipitadamente el martes un centro comercial de Edimburgo sin lanzar su mensaje, después de que decenas de activistas del «sí»le reventaran el acto de campaña a gritos de «traidor».

Este miércoles, una treintena de defensores del «no» tuvo que ser rodeada por un discreto cordón policial en el centro de Glasgow -el punto más caliente de la batalla por el referéndum- para separarles de los cientos de independentistas que tomaron la plaza de George Square. La Policía confirmó que todo discurrió amigablemente. De hecho, la Federación de Policía Escocesa ha calificado de «retórica exagerada» algunas de las informaciones publicadas en la prensa londinense, a la que acusan de transmitir una imagen falsa de «desintegración social».

El director de la campaña «Sí Escocia» por la independencia, Blair Jenkins, ha reaccionado acusando a sus adversarios de «tomar cualquier instancia en la que alguien no se comporta de forma perfecta para intentar tergiversar la naturaleza de esta campaña, es una táctica electoral clásica». Pero la percepción de intimidación y presión ambiental por parte de muchos que ayer votaron «no» es real.

«Animaladas»

«Ha habido animaladas, a unas amigas les tiraron huevos por tener una pegatina del “no” en la ventana; está claro que los que defienden el “sí” han chillado más y han sido más vehementes en expresar sus opiniones», explicaba a ABC Emma Chase, una estudiante de la Universidad de Edimburgo, después de depositar su voto. Duncan Hothersall, responsable del Partido Laborista en Edimburgo, relataba estos días como un exaltadoles tiró toda la propaganda de una mesa informativa instalada el fin de semana en la ciudad. «Cada vez que instalamos mesas en la calle esperamos problemas y gente que nos grite, y me temo que está pasando en todas partes», explica.

«No es fácil pedir a la gente que defienda el statu quo, y es evidente que quienes lo hacen no necesitan ni tienen ganas de proclamarlo a gritos», analiza con frialdad Joanna Mowat, concejala «tory» en Edimburgo. Este clima de intimidación ambiental ha terminado por preocupar a los dirigentes de la campaña contra la independencia, a pesar de que los incidentes más llamativos han sido puntuales, según insisten. Aún así, ha trascendido que a Richard Hickson, un ciudadano de 57 años de Edimburgo, le gravaron la palabra «cobarde» con un cuchillo en la puerta por tener un cartel del «no» en la ventana.

«Existe una fuerte preocupación entre las empresas de sondeos de que estos comportamientos de matones de la campaña del “sí” podría haber creado una espiral de silencio entre quienes se inclinan por el “no”», explicaba este jueves a «The Daily Telegraph» Andrew Cooper, un miembro de la campaña contra la secesión que trabajó anteriormente en la oficina del primer ministro. Anecdóticos o no, estos incidentes preocupan a la Iglesia de Escocia, la confesión presbiteriana mayoritaria al norte del río Tweed, que ha apelado a recuperar la armonía hoy, una vez se conozca el resultado, y sea éste cual sea.

«Pase lo que pase tenemos que estar preparados para trabajar juntos», afirmó horas antes de la apertura de los colegios electorales John Chalmers, la máxima autoridad de la Iglesia protestante local, que ha pedido que las pegatinas de unos y otros sean sustituidas por otras de «Una Escocia». Además, han animado a los seguidores de una y otra campaña a que se saquen hoy fotos juntos y las publiquen en las redes sociales, el ámbito quizás donde se han cometido más excesos y ofensas verbales.

Los defensores de la independencia han convocado para hoy una manifestación multitudinaria a las tres de la tarde (las cuatro en la península) frente al parlamento autonómico, y algunos temen que podrían producirse incidentes.

«Solo un loco negaría que ha sido una campaña extraordinaria, con un nivel increíble de participación, pero no todo ha sido bueno, también ha habido un lado oscuro en esta campaña», escribía este miércoles en el «Guardian» el periodista Martin Kettle, hijo de dos históricos comunistas británicos. «Este lado oscuro no debe exagerarse, pero tampoco debe ser ignorado porque forma parte de la historia: este referéndum ha sido un revulsivo, pero también ha creado división, de hecho esto podría ser su legado más duradero», cree.

Periodistas acosados

Varios reporteros que han cubierto el referéndum a pie de calle para las cadenas británicas han denunciado también haberse sentido acosados. «El nivel de abuso e, incluso, de intimidaciónpor parte de algunos defensores de “Sí Escocia” ha convertido este referéndum en una experiencia bastante desagradable», explicaba esta semana en su blog Tom Bradby, de la cadena de televisión ITN.


ABC (España)

 



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