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27/09/2014 | Liderazgos perversos

Alfred Kaltschmitt

Don Daniel y Don Pop no han dejado las armas desde que militaron en la guerrilla. Utilizan otros instrumentos para accionar sus estrategias ideológicas. Otros son los que aprietan el gatillo, golpean a muerte e incineran indígenas, o cualquiera que ose levantar la mano o las directrices de la manada aulladora.

 

Otros son los que acarrean, contratan, transportan, pagan viáticos, pintan pancartas, distribuyen volantes y vociferan consignas. Otros son los pablos que manejan las acciones detrás de escondidos “cetos…..”.

Son fervientes creyentes de la protesta social para demandar sus intereses, pero acérrimos enemigos -a ritmo del más puro mambo politiquero- de la versión verídica, acostumbrados como están a reiterar la inexistencia de una realidad que no sea la propia interesada. Entre la variada cacofonía de voces disidentes nacionales son las suyas las más oídas a la hora de la puesta en escena de los discursos contestatarios.

Les atraen la luz de las cámaras y les encanta el efecto del tarimazo. Tienen hasta sus propios camarógrafos y manejadores de redes, pagados con las jugosas donaciones de oenegés incautas e ignorantes del daño que le hacen al país que pretenden ayudar.

Si existiera una versión criolla del doble estándar, Don Pop y Don Daniel serían los autores bestsellers con derechos reservados.

O sea, buenos para los pencazos —arriba y bajo d el agua—, pero malos para el diálogo orientado a la búsqueda de soluciones.

De este último huyen y desaparecen del mapa como lo demuestra el informe de la cementera, en donde hace un detalle histórico pormenorizado y documentado del conflicto de San Juan Sacatepéquez de los últimos años. Para el pelo.

Todas las convocatorias al diálogo no fueron atendidas por ellos. Después de la última manifestación de acarreados, el Gobierno los citó a una mesa de diálogo para que explicaran sus planteamientos y agravios.

Lo único que insistentemente pedían eran las listas de personas que habían vendido sus tierras. Ningún planteamiento, nada. Solo las listas.

El diputado Amílcar Pop es otro que se ha interesado intensamente en conseguir las listas de los nombres de los propietarios por donde pasaría el anillo metropolitano. ¿Cuál sería el interés de conseguir tales nombres?

¿Acaso no sabía el diputado Pop que las pocas familias que habían divulgado haber vendido habían sido amenazadas y atacadas?

Qué casualidad también que Marcelo Pajoc Matz, una de las personas asesinadas en la última tragedia de Los Pajoques, había denunciado —junto a otras familias—, en la Policía Nacional Civil, en la Procuraduría de los Derechos Humanos y ante el Ministerio Público, más de 50 agresiones y cinco asesinatos.

Incitar a la violencia y hacer apología del delito se paga con cárcel. Hay antecedentes recientes. Marlon Puente Pirulo, líder de la porra de Municipal, está vinculado al caso de la muerte del aficionado de Comunicaciones Kevin Díaz.

La matanza de Los Pajoques, en San Juan, es imperdonable. La justicia debe llegar hasta las últimas consecuencias. Los líderes radicales deben poner sus barbas en remojo.

Para mientras, los grupos de derechos humanos y columnistas progres callan con vergüenza.

Hipocresía y doble moral a todo color.

Prensa Libre (Guatemala)

 



 
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