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23/10/2014 | El terrorismo de ‘Dios’

Carlos Duguech

Y la trampa tendida por los bestiales fundamentalistas.

 

Haber instalado en el conocimiento general –a través de la prensa– que la organización terrorista de un determinado y brutal fundamentalismo seudo-islámico tiene la conformación de un “Estado”, es una colosal trampa. En ella cayeron los medios de todo tipo y los gobiernos de los países que lo cuestionan y se dispusieron a combatirlo militarmente. En una columna que suscribí para La Gaceta y que reprodujo el Nuevo Herald [ver Perspectiva, 18 de septiembre] sobre el asunto titulé “El marketing-trampa de los terroristas” y sugerí que le debía llamar de otro modo a quienes pretenden instalar la idea de un “estado” confesional. Basta con llamarlos organización terrorista seudo-islámica, (OTSI) aun sin precisar a cual rama del islamismo dicen pertenecer. Se autoinvolucran como islámicos, lo que, en suma, agrega otra trampa más a la ya aludida: siendo de una fracción del fundamentalismo de esa religión prefieren –en su intento por confundir y abarcar aún más– no distinguir el sector al que pertenecen.

Un referente singular vino a traer un necesario aporte y lo hizo a través de un artículo en un diario español de amplia difusión (El País) en una columna que en su título enmarcaba la cuestión en términos de gran realismo y racionalidad: “La batalla intelectual contra el Estado Islámico”. Si bien aquí el autor cae en la trampa del “EI”, en el subtítulo sienta una apreciación esencial: “No se pueden extinguir los fuegos del fanatismo por la fuerza exclusivamente”. Importa saber quién suscribe al artículo del prestigioso diario español. Es nada menos que el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum, vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y gobernante de Dubái. Alude a que “el rápido crecimiento” de la organización terrorista seudo-islámica fue alimentado por las fallas de los gobiernos de Siria y del Irak” Y a propósito expresa: “Cuando los Gobiernos no abordan la inestabilidad, las reivindicaciones legítimas y las amenazas graves y persistentes, crean un ambiente ideal para que se incuben las ideologías del odio y para que organizaciones terroristas llenen el vacío de legitimidad”. Precisa además que “para evitar que (la organización terrorista) nos haga entender por las malas debemos reconocer que no podemos extinguir los fuegos del fanatismo exclusivamente por la fuerza. El mundo debe unirse con un impulso holístico para desacreditar la ideología que concede su poder a los extremistas y devolver la esperanza y la dignidad a aquellos a quienes podría reclutar”.

Tan precisa es la manifestación del alto funcionario de los EAU que, asegurando que la organización terrorista puede ser derrotada militarmente “por la coalición internacional que ahora se está formando manifiesta: “Pero la contención militar es sólo una solución parcial. La paz duradera requiere estos tres ingredientes: ganar la batalla de las ideas, mejorar la administración de los recursos públicos en los casos en que sea deficiente y apoyar el desarrollo humano de las bases”.

Uno de los componentes de un programa de paz, según el jeque autor del artículo que analizamos, es “contrarrestar las ideas malignas con pensamiento ilustrado, mentalidades abiertas y una actitud de tolerancia y aceptación. Ese método procede de nuestra religión islámica, que exige paz, honra la vida, valora la dignidad, promueve el desarrollo humano y nos inclina a hacer el bien a los demás”.

Y habla de los suicidas: “Solo una cosa puede detener a una juventud suicida que está dispuesta a morir (por la organización terrorista seudo-islámica): una ideología más sólida que la guíe por la senda correcta y la convenza de que Dios nos creó para mejorar nuestro mundo, no para destruirlo”. Cierra expresando que “en esa batalla de las mentalidades, los pensadores y los científicos de altura espiritual e intelectual entre los musulmanes son los que están en mejores condiciones para encabezar la lucha”.

Verdaderamente resulta necesario que se alcen voces en todo el mundo como las de este jeque de los EAU de modo que el accionar terrorista se distancie efectivamente del Islam y se circunscriba a sus connotaciones terroristas brutales de un seudo-islamismo que confunde al mundo y a la propia prensa.

Columnista argentino.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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