Los operadores privados aguardan con cauteloso optimismo ante la inminente liberalización del mercado energético mexicano.El espíritu de la reforma es destinar a las empresas privadas los tesoros energéticos más difíciles de alcanzar y, por tanto, más caros.
Ante el
inminente cambio del escenario energético de México, los pesos pesados de
la industria internacional del gas y el petróleo llevan tiempo tomando
posiciones. Y la sensación es, hasta ahora, de cauteloso optimismo. Un año
después de los sonoros cambios constitucionales que dan vía libre a la
reapertura del sector tras 76 años de monopolio estatal, la reforma energética
se va acercando a su etapa crucial. México es uno de los diez mayores
productores de hidrocarburos del mundo y a medida de la cascada de leyes va
tomado suelo, crece la expectación en el mercado.
“Existen
muy buenas oportunidades por tamaño y por la diversidad de la cadena de valor.
Ya tenemos los reglamentos pero aún ahora falta concretar los aspectos
técnicos. Es decir, los términos de los contratos, las estructuras fiscales y
el mapa geológico”, apuntó Enrique Hidalgo Noriega, el presidente de la filial
mexicana del gigante estadounidense Exxon Mobil en un reciente foro sobre los
cambios que se avecinan para el sector en México. Antes de diciembre se
conocerán los primeros detalles concretos de las licitaciones y los contratos
se firmarán a partir del verano que viene. La puerta que se abre conduce al
capital privado hacia actividades vetadas hasta ahora como la exploración y
extracción en terrenos petroleros.
México
ha puesto en venta un racimo de yacimientos agrupados en 169 bloques que
juntos suman un territorio de más de 20 veces la ciudad de Roma (28.500
kilómetros cuadrados). El espíritu de la reforma es destinar a las empresas
privadas los tesoros energéticos aún por encontrar, más difíciles de alcanzar
y, por tanto, más caros. Por eso más del 60% de los terrenos en liza de la
conocida como ‘ronda uno’ corresponden a proyectos de exploración aguas
profundas y yacimientos no convencionales, áreas en las que Petróleos Mexicanos
(Pemex) ha tenido menos éxito en los últimos años por sus limitaciones
financieras y tecnológicas. La hasta ahora omnipresente empresa estatal ha
visto menguada su producción de 3,5 millones de barriles diarios en 2004, a
menos de 2,5 millones en la actualidad.
El
Gobierno estima que, aunque en un primer momento la oferta atraiga a las
grandes compañías, la liberalización de toda la cadena energética de valor
generará oportunidades para distintas modalidades de operadores. “El tamaño del
mercado es tal, que ni con Pemex, ni con la Comisión Federal de Electricidad se
puede satisfacer”, asegura Francisco Salazar, presidente de la Comisión
Reguladora de Energía (CRE).
Las
licitaciones se harán públicas de manera escalonada y por tipo de yacimiento.
La primera tanda, prevista para este mes, corresponderá a los posibles pozos en
aguas de menos de 500 metros (aguas someras), la especialidad de Pemex. Los
pliegos de contratación sobre Chicontepec, la joya petrolífera por explotar en
México y que guarda posibles tesoros de como el gas y petróleo shale, se
prevé que estén listos a principios de enero. Los últimos en llegar, en las
primeras quincenas de febrero y marzo, serán los recursos terrestres y aguas
profundas. La zona del centro de Golfo de México, apenas a 40 kilómetros del
filón estadounidense, es una de las perlas por las que suspiran las grandes
compañías internacionales, las únicas que previsiblemente podrán dar la batalla
dada los altos costes y sofisticación técnica que requieren.
A medida
que se acerca el momento de que una empresa privada cierre el primer contrato
con el Gobierno mexicano, los movimientos en el mercado se intensifican. En el
último mes, Pemex ha firmado cinco convenios de colaboración, sin implicaciones
comerciales, con empresas de distintas áreas energéticas, entre ellas las
petroleras Nu Star Energy, Eni y Exxon Mobil.La petrolera estatal también ha
recibido una línea de crédito de 10.000 millones de dólares del banco chino
ICBD para proyectos de exploración y explotación. Al grupo de grandes
nombres que han ido acercándose al crudo mexicano hay que sumar la noruega
Statoil y las francesas GDF Suez y Total. Antes de la reforma, la petrolera
estatal se limitaba a contratar servicios de algunas empresas y a ofrecerles
nichos menores del negocio, como la petroquímica o el licuado. El escenario es
ahora muy distinto.
Más allá
estos acuerdos casi testimoniales, el capital privado espera que los términos
de los contratos planteen condiciones financieras atractivas y estructuras
fiscales con márgenes suficientemente generosos. Otra de las novedades
relevantes es la información geológica que el Gobierno mexicano compartirá en
enero con las empresas interesadas en un pedazo de la tarta. Fuentes del sector
coinciden además en la importancia de que el proceso de licitación cumpla con
los necesarios estándares de transparencia, así como que el nuevo edificio
administrativo que México está construyendo para acompañar y vigilar todo el
trayecto funcione autónoma y eficazmente. “Una cosa fundamental es que el
regulador sea fuerte”, apunta Carlos Ruiz, jefe Ejecutivo de IEnova, una de las
principales empresas energéticas mexicanas.
En el
marco de la propia reforma, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y la
Comisión Reguladora de Energía (CRE) han sido reforzadas en sus competencias y
son las encargadas de llevar a puerto seguro la nueva travesía del petróleo
mexicano.