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23/07/2006 | La sombra del narcotráfico sobre el clan Pinochet

Gerardo Reyes

Era una oferta-amenaza. Así calificó la embajada de Estados Unidos en Chile la promesa que hizo el temido ex general chileno Manuel Contreras de involucrar a la familia de Augusto Pinochet en el negocio del narcotráfico.

 

Según el cable secreto fechado en 1989, los servicios de inteligencia estadounidenses se enteraron de que Contreras estaba dispuesto a hablar de los vínculos de un hijo de Pinochet con la droga.

''Probablemente se refiere a Marco Antonio'', especuló entre paréntesis el funcionario de la embajada de Estados Unidos en Chile refiriéndose a uno de los cinco hijos del dictador.

Además, advertía el cable, Contreras está amenazando con desacreditar al candidato a la presidencia George Bush (padre), a cambio de que Estados Unidos baje la presión por el caso del asesinato del ex ministro chileno Orlando Letelier en 1976, del cual Contreras estaba acusado.

Obtenido en el 2000 por la fundación privada National Security Archives de Estados Unidos, el telegrama no parece haber merecido ningún seguimiento.

A juzgar por la anotación al margen de la embajada estadounidense en Santiago, lo más seguro es que no se le prestó mayor atención.

''Contreras es el hombre más peligroso de Chile'', dice la anotación. ``Se está sintiendo bajo extrema presión por el caso de Letelier''

En cuanto a la amenaza contra Bush, la embajada las desestimó con el argumento de que debía ser una de tantas versiones infundadas que apuntaban a que Bush, cuando era director de la CIA, encubrió la culpabilidad de cubanos que trabajaban para esa agencia en el asesinato de Letelier.

Hoy, 17 años después, Contreras quiere hablar de la oferta, no de la amenaza.

Quiere insistir en que los Pinochet se enriquecieron con el narcotráfico. Por ello, en medio de sus declaraciones relacionadas con muertes y desapariciones, ha pedido a un juez chileno que se le escuche su testimonio en relación con el negocio de la droga y la familia que gobernó en Chile de 1973 a 1988.

Según sus aseveraciones, en una planta del ejército el asesinado ex agente de la policía secreta Eugenio Berríos produjo cocaína que Marco Antonio comercializaba.

Hasta ahora solo se conocen sus palabras, no sus pruebas.

Marco Antonio presentó una demanda por difamación.

''Contreras es un mentiroso, un canalla, que se escuda en mentiras para decir cosa'', declaró el hijo de Pinochet al incoar la querella.

El martes pasado el fiscal Héctor Barros, jefe del departamento contra el crimen organizado, interrogó en la cárcel militar Cordillera a Contreras, quien se encuentra recluido cumpliendo una condena a 12 años por la desaparición de un detenido.

Las declaraciones de Contreras han revivido una larga historia colmada de coincidencias bochornosas y asociaciones cuestionables en el mundo del narcotráfico por parte de los Pinochet, pero es una historia, según los expertos, que clama por pruebas contundentes como las que sirvieron de base el año pasado -cuentas bancarias, cheques, transferencias cablegráficas - para presentar los cargos de corrupción en contra de gobernante por el manejo de unos $25 millones.

El escenario de fondo es claro. Es sabido que en la guerra internacional contra el comunismo que promovió Pinochet, se forjaron alianzas entre narcotraficantes y mercenarios anticomunistas. La pregunta es cuándo y cómo se mezclaron los dineros de las conspiraciones con las cuentas bancarias personales y en qué forma participaron Pinochet y su hijo.

Bajo la premisa de que los fines justifican los medios, los dividendos de la cocaína obtenidos por narcotraficantes cubanoamericanos sirvieron para financiar varios planes siniestros en la década de los ochenta.

Así describen la situación Saul Landau John y John Dinges, autores del libro Asesinato en Washington sobre la muerte de Letelier: ''Los gángsters y traficantes de drogas también tenían su parte en este sofisticado juego. Pinochet entregó a la DEA un avión lleno de traficantes de cocaína detenidos después del golpe militar. El gobierno de Allende, recién derrocado, fue culpado del tráfico. Contreras podría así colocar a sus propios hombres en los laboratorios de cocaína y en los puntos de distribución, bajo protección de la DINA''. Y agregan: Las enormes ganancias fueron destinadas a fortalecer el presupuesto clandestino de la DINA. La parte de los cubanos fue a sus bolsillos y a la causa anticastrista''.

El problema con Contreras es que su testimonio está limitado por el riesgo de que termine implicándose él mismo, según explicó a El Nuevo Herald el periodista chileno Rodrigo de Castro, autor del libro sobre Chile y el narcotráfico La Delgada Línea Blanca.

''Quienes han investigado esta cara criminal oculta de la dictadura, saben por qué Manuel Contreras no entrega información dura, capaz de constituir pruebas concretas en contra -en este caso- de Augusto Pinochet'', afirmó de Castro ``No lo hace porque acabaría incriminándose a sí mismo''.

En cualquier caso, la historia reciente ha mostrado que los Pinochet, no han podido cerrar las compuertas del pasado y ésta podría ser una nueva vertiente de enredos que está a punto de abrir otra más.

''Contreras es un mentiroso patológico, pero los Pinochet han estado involucrados en tantas cosas ilícitas que es mejor esperar a ver qué sale de todo esto'', comentó Peter Kornbluh, director del proyecto de Chile en el National Security Archive.

Dinges, profesor de periodismo de la Universidad de Columbia, dijo a El Nuevo Herald que aunque no ha profundizado en el tema del narcotráfico y la dictadura, ``miraría con escepticismo las declaraciones de Contreras si no existe corroboración''.

El hecho de que un hijo de Pinochet estuviera supuestamente de alguna manera involucrado en el narcotráfico, agregó, ``no involucra a su padre, pero si eres presidente del país probablemente vas a ayudarlo a escapar de la justicia''.

Lo más novedoso que se conoce hasta ahora de Contreras es un documento obtenido por el reportero Jorge Molina Sanhueza, compañero de de Castro en el diario oficial La Nación de Chile, en relación con un testimonio reciente de Contreras

De acuerdo con el documento citado por Molina y que fue entregado por Contreras a la justicia, la fortuna amasada por el ex dictador se debe al tráfico de drogas realizado por su hijo Marco Antonio junto al empresario chileno de origen sirio Edgardo Bathich Villarroel y el químico Berríos de la DINA.

''La producción, señala el informe, era enviada a Estados Unidos y Europa, donde el pariente político de Bathich, el famoso traficante internacional de armas y drogas Munzer Al Kassar, la distribuía para posteriormente enviar remesas a las distintas cuentas que el clan Pinochet mantenía en el viejo continente y EEUU'', explicó Molina.

Bathich, descrito como un hombre que se reodeaba de hermosas mujeres, era amigo y socio de Marco Antonio. Según de Castro, ambos se asociaron en 1986, en las empresa Bathich Motoren Ltda y luego, cuando ésta cambió de nombre, a Chile Motores S.A.

El gran fiasco que puso en evidencia las malas compañías de Marco Antonio fue el arresto de Bathich en junio de 1992 en el aeropuerto de Barajas, España, en compañía de un personaje de largos prontuarios internacionales: el narcotraficantes y contrabandista de armas Al Kassar.

Pero quizás el eslabón más intrigante de la conexión chilena de las drogras que adquiere hoy una gran importancia para dilucidar el papel de los Pinochet, es el ciudadano greco colombiano americano chileno, Frankel Iván Baramdyka Rodríguez.

El paradero de Baramdyka es desconocido. El Nuevo Herald habló con dos abogados de Estados Unidos que lo representaron en un caso civil y otro penal, pero ambos informaron que había perdido su rastro.

Baramdyka fue condenado en 1993 por la Corte del Distrito Sur de California a ocho años de prisión y cinco años de libertad vigilada por cargos de confabularse para importar cocaína.

La base de datos del Buró de Prisiones de Estados Unidos refleja que se le dio de alta del sistema federal de prisiones el 31 de octubre del 2001. En junio del año pasado el juez Audrey B. Collins negó una moción de Baramdyka, quien actúa sin abogado defensor, para anular la supervisión.

Sin embargo, Baramdyka ha dejado un abundante rastro de su vida de aventurero y negociante oportunista que ha sido corroborado en algunos aspectos por periodistas pero no por los tribunales.

En una declaración extrajudicial de mayo de 1987 aportada a la corte de California y rendida originalmente en Chile, Baramdyka sostuvo que nació en Colombia el 25 de noviembre de 1953. Su padre reside en Estados Unidos y su madre, Leonor Rodríguez, en Colombia.

A los 16 años, ''por razones financieras'' amigró a Estados Unidos y obtuvo la ciudadanía. Después de prestar servicio militar en la armada de Estados Unidos, se empleo en varias compañías de camiones de transporte de carga dominadas por mafias sindicales en California.

Harto de las investigaciones del FBI por las actividades de esas organizaciones con las cuales terminó comprometido, decidió regresar a Bogotá donde conoció a unas personas que lo involucraron en el negocio del narcotráfico a través del envío de flores a Estados Unidos.

De simple correo de dinero y drogas, Baramdyka pasó a ser un importante narcotraficante con capacidad para operar dos aviones que transportaban cocaína entre Colombia, México, Haití y Costa Rica.

El encausamiento de la corte federal de Califonia de 1986 los acusa de haber introducido a Estados Unidos 1.2 toneladas de cocaína.

En un un punto de su carrera de narcotraficante Baramdyka se colgó la dudosa medalla de haber participado en la operación de ''drogas por armas'' para los combatientes antisandinistas en Nicaragua con el respaldo de la CIA.

En Los Angeles, donde vivía, conoció a funcionarios del consulado chileno que, según él estaban involucrados en el sumnistro de éter y acetona para laboratorios de narcotraficantes colombianos. Para esa época Marco Antonio era funcionario consular en Los Angeles. Sin emabrgo Baramdyka ha dicho que no tuvo contactos directos con ninguno de los hijos de Pinochet

Su situación se complicó, explica Baramdyka, en mayo de 1985 cuando la policía confiscó $600,000 en efectivo que guardaba en su casa producto de las ventas de cocaína. Para su sorpresa la policía lo dejó libre. Temiendo que los miembros de la organización de narcotráfico lo asesinaran por la pérdida del dinero, sacó todos su ahorros de los bancos y envió a su esposa chilena y a sus hijos a Chile.

La organización le entregó un pasaporte a nombre de Trinidad Moreno con el que viajó a Chile, explicó. Además del dinero, el gobierno le confiscó un avión Merlin III y joyas evaluadas en $11,000, bienes que ha tratado infructuosamente de recuperar en un proceso civil en Estados Unidos.

En Santiago fundó la empresa Seafood Pacific Processing, agregó Baramdyka fue arrestado en Chile a raíz de una solicitud de extradición por el encausamiento en California.

Durante una entrevista con el periodista de Castro en la prisión, el acusado aseguró que en octubre de 1985 recibió una visita de un emisario con el mensaje de que Alvaro Corvalán, el jefe de Operaciones de la CNI, deseaba hablar con él.

Baramdyka explicó al periodista que en el restaurante Rodizio de Apoquindo, Corvalán le dijo que sabía perfectamente con quien estaba hablando y le pidió su asesoría para encontrar comprador de 75 kilos de cocaína que su organización tenía en Las Bahamas. ''De inmediato, Baramdyka lo puso en contacto con un cubano dueño de una compañía de seguros en Miami, quien compró la mercadería a $43 mil el kilo'' agregó.

La relación con Corvalán acercó a Baramdyka a los círculos del poder. Según su testimonio el capitán Jorge Portus, jefe de seguridad de la Planta de Químicos de Talagante del ejército de Chile le presentó a Bathich.

Allí, explica de Castro, Baramdyka escuchó lo que Bathich tenía que comunicarle.

''Me dice que él puede ayudarme'', relató Baramdyka. ``Me dice que tiene excelentes relaciones con el general Pinochet y con los Servicios de Seguridad. Me cuenta que mueve cantidades importantes de cocaína. Que entra la droga al país en los motores usados que trae por tierra desde Brasil a su empresa Bathich Motoren. También usa helicópteros y camiones que traen minerales de Bolivia. Pero ese no es un problema: Alvaro Corvalán se preocupa de la seguridad del ingreso y del transporte de la cocaína dentro de las fronteras de Chile. Es en el exterior donde sus operaciones presentan dificultades. Me dice que tiene buenos contactos en Cancún, México, y en las Islas Vírgenes. Tiene también un sistema de correo con las azafatas y pilotos de LAN Chile para ingresar cocaína a Miami. Pero ahora están empeñados en transportes masivos. Me pide que lo ayude a ampliar sus contactos en Colombia. Ellos trabajan casi exclusivamente con Fabio Ochoa y con sus tres hijos, los hermanos Ochoa Vázquez''

Miami Herald (Estados Unidos)

 


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