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27/12/2014 | Argentina - Opinión: Corrupción, la madre de todas las batallas

Héctor M. Guyot

Somos un país solidario. No va a faltar quien organice una vaquita para auxiliar a Lázaro Báez, cuya nave insignia, Austral Construcciones, atraviesa una grave crisis financiera y necesita efectivo. La empresa fue creada 17 días antes de la jura presidencial de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, y desde entonces, qué casualidad, su suerte corrió pareja a la del Gobierno. En el ocaso del régimen, los números no les cierran ni a la Presidenta ni al empresario, que termina el año con las cuentas en rojo y con más de 40 cheques sin fondoslibrados sólo en este mes.

 

Pero ¿qué son unos cheques voladores para alguien que en la década ganada se alzó con decenas de obras públicas que le permitieron meter en caja miles de millones de pesos? Báez tiene otras preocupaciones. Ahora la Cámara levantó en peso al juez Casanello por gastar pólvora en chimangos y le ordenó apuntar más arriba, en dirección a las aves de mayor porte y capacidad depredatoria. Es decir, en la suya propia, y con una investigación "integral y completa" de sus actividades. Para peor, un día después el fiscal Marijuan pidió su indagatoria por lavado de dinero.

La Presidenta no está menos preocupada. Según el ex fiscal Strassera, está asustada. Se trata de una conclusión de carácter jurídico: "La Presidenta es socia de un señor que se ha enriquecido con la obra pública, con dinero del Estado", observó. Si la causa que impulsa Bonadio avanza, dijo, "correspondería que la llamen a declarar". A nadie, llegado el caso, le resultaría fácil admitir que los ideales revolucionarios son sólo una pantalla que esconde la codicia de quienes gobernaron el país durante estos años.

Los últimos gestos de Cristina avalan la presunción de Strassera. Cuando se siente atacada, ella reacciona devolviendo el ataque. Twitter es sólo una de sus armas. La Presidenta tiene muchos soldados y generales infiltrados en los distintos estamentos de la administración y la Justicia. Trabajan sólo para ella y sus intereses. A pesar de esto, no ha logrado conquistar, por más que lo ha intentado, la totalidad del territorio, y ahora los focos rebeldes se han hecho fuertes. Pero ella, acompañada de sus tiradores más leales (como lo demuestran los últimos cambios en el gabinete), y con los espías de su lado, resistirá.

Lo anterior no es metáfora. Es lo que ocurre. En todo caso, la metáfora está dada por el avance de las causas que investigan la corrupción kirchnerista. Y en buena hora, porque nos permite volver a creer en el juego de las instituciones y en la propia Justicia. Pero, a estas alturas, y aun recordando que el procedimiento penal tiene sus tiempos y sus propios medios de prueba, el lego sigue estas investigaciones con impaciencia y, en algunos casos, como si fueran parte del simulacro en el que nos hemos acostumbrado a vivir. Los jueces buscan respuestas que, como diría Dylan, están soplando en el viento.

¿De dónde provienen los cinco millones de dólares que Fariña intentó blanquear mediante la compra de un campo en Mendoza?, se pregunta ahora Casanello. ¿Y de dónde los 55 millones de euros que Elaskar y Fariña despacharon a distintas cuentas en Suiza? Ahora que el juez parece haber entendido que Báez está detrás del ex marido de Karina Jelinek, otra pregunta se impone: ¿quién está detrás de Báez? Las respuestas a éstos y otros interrogantes, diría el poeta, soplan en el viento. Y si aún no están redactadas en ninguna sentencia judicial, es sólo porque los jueces llegaron tarde.

Donde Báez está más complicado es en la causa que impulsa Bonadio. Tal vez al empresario le falta efectivo por el dinero que desembolsó para pagar por habitaciones vacías en los hoteles de la Presidenta.

Para ser justos, hay que decir que el ex presidente Kirchner, al morir, no sólo le dejó a su familia una fortuna incalculable, sino también una bomba de tiempo cuya mecha se consume cada vez a mayor velocidad. En esta guerra de la corrupción, hoy la madre de todas las batallas del régimen, hay una causa de fondo que investiga una supuesta asociación ilícita integrada por Néstor Kirchner, Báez, De Vido y Cristóbal López, entre otros. La lleva -es un decir- el juez Ercolini, y fue iniciada por Elisa Carrió, que suele llegar primera adonde otros nunca llegan, en 2008. Allí también descansan respuestas a la pregunta sobre el origen de los fondos que luego Báez, Elaskar y Fariña se encargaron tan diligentemente de lavar.

A los ciudadanos de a pie nos toca algo más que asistir al desvelamiento de la cara oculta del relato. Haríamos bien en no olvidar que quienes nos gobiernan no son gente llegada de otro planeta. Somos parte de un sistema que se ha corrompido. Pero aún tenemos el voto. Es un arma valiosa, si entendemos que la corrupción post 2015 se está fraguando ahora, cuando los dineros de las procedencias más dudosas fluyen con o sin éxito hacia los distintos candidatos. Frente a la urna deberíamos recordar que cuando votamos a alguien sospechado de corrupción -como dijo Javier Marías ante los escándalos destapados en España- lo estamos absolviendo de antemano. Y así, le damos carta blanca para que nos robe.

La Nación (AR) (Argentina)

 



 
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