Las causas que involucran a los Kirchner no sólo revelan su naturaleza ética y política. Se viene la etapa más patética. Menem dejó tierra arrasada en el campo del liberalismo. Y los Kirchner van a dejar en la lona el pensamiento de centroizquierda que tanto elevaron Bachellet, Lula y Tabaré. Los motivos son muchos y merecen un ensayo más serio que una columna periodística de circunstancia. Los niveles de corrupción de la era Kirchner superaron todos los límites históricos. Dejaron de ser una forma de enriquecerse ilegalmente y pasaron a ser un síntoma de una enfermedad bulímica del poder y del dinero que los llevó a cometer torpezas infantiles. Falsificaron los ideales por dinero.
Estalló
en toda su dimensión la nauseabunda megacorrupción de estado. Es mucho más que
un comportamiento ético despreciable y delictivo que exige juicio, castigo y
condena a los culpables. Es el asesinato simbólico del pensamiento progresista
en la Argentina. Es lo que diferencia a Néstor y Cristina de Lula y Dilma o del
Pepe y Tabaré o de Michelle Bachellet y Ricardo Lagos. Todos estos viven en
forma austera y sin sospechas y aunque algunos, sobre todo en Brasil,
padecieron escándalos como el caso Petrobrás, en sus administraciones, nada los
impactó de lleno y todos siguen militando según sus convicciones y sin haber
cosechado en forma ilegal una fortuna incalculable producto de la bulimia por
el dinero como el matrimonio Kirchner.
¿Tenemos
mala suerte los argentinos o somos el huevo de la serpiente que produce partos
monstrencos? Porque mientras en la región, la modernización liberal tuvo a
honrados y brillantes intelectuales como Fernando Henrique Cardoso, Jose María
Sanguinetti, o empresarios exitosos como Sebastián Piñera, nosotros tuvimos a
Carlos Menem. ¿El peronismo es víctima o victimario de estas malversaciones ?
Tal vez el hecho de tener en el seno de su movimiento todas las corrientes
ideológicas lo llevó a exagerar o a alardear de lo que no tenían. Menem,
corrupción mediante, y carente de toda formación liberal, llevó a su gobierno a
la desocupación y el quiebre de la producción nacional, casi al límite de un
conservadurismo retrógrado a imagen Margaret Thatcher y George Bush. Néstor y
Cristina, sobreactuando una revolución emancipadora que nunca pregonaron,
tuvieron en su feudalismo ladriprogresista el espejo primitivo y autoritario de
Hugo Chávez.
Es
cierto que la flexibilidad pragmática del peronismo le permite asumir todos los
ropajes según los vientos ideológicos que soplen en cada época. Pero la
ausencia de convicciones firmes tanto liberales como progresistas, parecen
hacerlos desbarrancar en una caricatura que finge los contenidos genuinos y
termina sembrando desilusión.
Menem
dejó tierra arrasada en el campo del liberalismo. Y los Kirchner van a dejar en
la lona el pensamiento de centroizquierda que tanto elevaron Bachellet, Lula y
Tabaré. Los motivos son muchos y merecen un ensayo más serio que una columna
periodística de circunstancia. Los niveles de corrupción de la era Kirchner
superaron todos los límites históricos. Dejaron de ser una forma de
enriquecerse ilegalmente y pasaron a ser un síntoma de una enfermedad bulímica
del poder y del dinero que los llevó a cometer torpezas infantiles.
Falsificaron los ideales por dinero. Eso no hay con que pagarlo. Dice Julio
Bárbaro que el disidente que piensa distinto es enemigo golpista al que hay que
perseguir. Y le delincuente como Amado Boudou, es una amigo al que hay que
encubrir.
Esta es
la herencia más patética que va a dejar el kirchnerismo. Ademas de la fracturas
social expuesta que abrieron con el odio que inocularon en todas las
organizaciones sociales. Son capaces de partir al medio al otrora venerable
CELS, que de la mano de Horacio Verbitsky, se puso al servicio de fiscales como
Carlos Gonella.
Y eso
que no hablo solo del escándalo de la Cadena de Hoteles y Resorts All Inclusive
de las familias Kirchner y Báez. El planteo va mucho más allá de las burdas
maniobras de lavado en Nevada, Seychelles o Suiza. O de la compra al contado
rabioso de un campo en Mendoza con cinco millones de dólares sobre la mesa. En
los próximos días van a seguir estallando hallazgos vergonzosos y repugnantes
sobre los negocios de Néstor que ni Cristina conocía en toda su extensión. Se
murió demasiado temprano, no tuvo tiempo ni de emprolijar los papeles. Todo
está allí en la superficie pera cualquier fiscal, juez o periodista que tenga
tiempo y coraje para investigar.
La denuncia
de la revista Noticias sobre las joyas de la corona hacen temblar
institucionalmente a la Argentina, Es triste e inquietante. Pero no se puede
mirar para otro lado ni ser cómplice de semejante salvajada. Se puede ayudar a
Cristina a terminar en paz como pide el Papa Francisco. Pero no se puede
santificar la compra de joyas en negro y sin mencionar en las declaraciones
juradas por más de un millón de dólares. No hay testaferros ni rutas
sofisticadas para esconder los números en cajas fuertes o en empresas
fantasmas. Todo lo tiene colgado Cristina de su cuello y orejas, Collares de
magnates y aros de reina, hacen que un simple llamado de los tribunales para
pedir las facturas correspondientes deje a la presidenta muy mal parada frente
a la historia y a su discurso hipócrita a favor de los pobres.
La
fiesta del consumo y el relato kirchnerista entró en su etapa ridícula y de
eso, nunca se vuelve.
No solo
porque termina castigando a su propia clientela de la CGT oficialista que fue
perdiendo hasta la carrera contra la inflación o por los 200 mil millones de
pesos de rojo fiscal record de la década pese que jamas hubo tanta presión
impositiva ni el carnaval desenfrenado de subsidios que llegan al 5% del PBI.
Hay episodios de la batallita cultural que son tragicómicos.
Observar
el jueves en 678 a Alberto Samid dando cátedra frente a Jorge Dorio y Edgardo
Mocca daba un poco de vergüencita ajena. Con la sutileza de un carnicero
criticaba a los supermercados como responsables de esta inflación desmesurada,
olvidando que vinieron diciendo que la inflación no existía o que va a ser del
24% cuando Cristina había dicho en Harvard que de ser cierto eso, estallaría el
país. Samid, que seguramente tramitará su afiliación a Carta Abierta, ponía
como ejemplo sano, de reinversión en el país, a Amalita Lacroze de Fortabat, no
a Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”, ni a Eva Perón. Los integrantes del cártel
del pautatraficante Diegto Gvirtz miraban con la boca abierta. Samid, icono
cultural y moral del menemismo, ocupaba el mismo rol de defensor de Cristina
que Pacho O´Donnell y Victor Ramos en el encarnizado combate por llevar el
cajón de muerto del Instituto Dorrrego. Los tres, Samid, Pacho y Ramos, fueron
en su medida y armoniosamente, menemistas y kirchneristas y ya están anotados
en el sciolismo de la primera hora. Pacho tardíamente descubrió que entre
algunos integrantes de la entidad que fundó hace apenas tres años y propuso
disolver, hay “lacras y enemigos” peores que “Beatriz Sarlo o Luis Alberto
Romero” y “aburguesados”, ja ja ja. ¿Se referirá a varios pluriempleados del
estado como Hernán Brienza o Roberto Caballero?
Victor
Ramos que es a Jorge Abelardo lo que Héctor a Jacobo Timerman, denuncia a esta
altura del partido que “La Cámpora es una policía política que persigue e
interroga chicos de la villa para darles o no trabajo” pero que “son un grupo
de amigos de Máximo necesarios para levantarles el ánimo a Cristina cuando las
cosas no andan bien como ahora”.
Claudio
Villarruel se sorprende porque Electroingeniería usurpa su casa y no le paga el
alquiler hace cuatro años o no paga las cargas previsionales y no lo deja
entrar a Radio del Plata como hicieron hace años con Nelson Castro. ¿Hay una
toma de conciencia relámpago de la génesis contrabandista del cristinismo o solo
se trata de la estampida de la huida?
Cada día
necesitamos más intelectuales que nos expliquen esta confusión. Tal vez Ricardo
Forster, el Secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional que
está tan callado, nos puede orientar sobre el origen de las joyas de la reina
Cristina o el ex periodista Horacio Verbitsky puede adaptar aquel aporte
revolucionario del periodismo de investigación y rebautizalo como “Joyas para
la Corona”.