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08/03/2015 | ¿Por qué Nicolás Maduro no vino a Uruguay?

Hana Fischer

El domingo 1ro. de marzo Tabaré Vázquez fue ungido como el nuevo presidente de Uruguay. Como es habitual en estos casos, cursó invitaciones a otros dignatarios de la región y del mundo para que lo acompañaran en tan trascendental acto. Desde el punto de vista simbólico, esta nueva ceremonia de toma de posesión del cargo tenía un valor especial: se conmemoraban 30 años ininterrumpidos que reina una genuina democracia en nuestro país.

 

Algo digno de festejo pero que simultáneamente, trae a la memoria la dictadura militar que asoló a los uruguayos en las décadas de 1970-80. Una autocracia —bueno es recordarlo en estos tiempos que corren— que cortó libertades, encarceló a los disidentes y políticos opositores, torturó, segó vidas y destruyó familias.

Unos días antes de la ceremonia de asunción de Vázquez, la Cancillería comunicó la lista de invitados extranjeros que asistirían al acto. En ella figuraban Michelle Bachelet (Chile), Nicolás Maduro (Venezuela), Raúl Castro (Cuba), Horacio Cartes (Paraguay), Dilma Rousseff (Brasil), Ollanta Humala (Perú), Rafael Correa (Ecuador), Daniel Ortega (Nicaragua) y Joseph Biden (Vicepresidente de EE.UU.) y el Rey Juan Carlos Borbón (España).

En esa oportunidad el designado canciller Rodolfo Nin Novoa, informó que Vázquez luego de la toma de posesión mantendría reuniones bilaterales con los representantes de Cuba, EE.UU. y Venezuela.

Pero el sábado 28 de febrero —con pocos minutos de diferencia— Vázquez recibió dos llamadas telefónicas: una de Biden y la otra de Maduro. Por diferentes motivos ambos le comunicaron que les sería imposible ir en persona hasta Uruguay. La excusa del vicepresidente estadounidense fue que estaba afectado de un fuerte resfriado que le impedía viajar. Por su parte Maduro adujo que pese a “su firme intención de estar presente (…) le impedía concretar ese deseo” la crítica situación política por la que está atravesando su país.

El pretexto de Maduro podrá sonar convincente a cualquiera que no esté al tanto del estado actual de la opinión pública en Uruguay. Sin embargo, los que están bien informados de la situación, intuyen que hay mucho más de lo que expresan los comunicados oficiales. Nuestra hipótesis es que a Maduro personas muy cercanas a la presidencia uruguaya, le aconsejaron que no viniera si no quería pasar por un mal momento. Uno imposible de evitar en una democracia genuina. Es decir, cuando existe plena vigencia de la libre expresión en todos los ámbitos.

El gobernante Frente Amplio emitió una declaración de apoyo al gobierno autocrático venezolano, expresando su “respaldo a la institucionalidad que se ha dado al pueblo de Venezuela en el marco de su Constitución y sus leyes. Institucionalidad de la cual ha surgido la legitimidad del gobierno del presidente Nicolás Maduro”. Y rechaza los “intentos de desestabilización y la injerencia externa en los asuntos internos de Venezuela”.(Semanario Búsqueda, No. 1.805, 26 de febrero de 2015, p. 7) Fue votada por unanimidad, a pesar de que varios integrantes de ese partido no estaban de acuerdo con ella.

Esa proclamación tomó por sorpresa a muchos integrantes de esa coalición izquierdista. Incluso a miembros del gobierno entrante, dado que el ambiente previo en el Secretariado del Frente Amplio era el de “no emitir ningún comunicado”. Pero, terminó pesando la presión del Partido Comunista exigiendo un respaldo explícito al gobierno venezolano (Semanario Búsqueda).

La postura mencionada es la sustentada por el  ex presidente José Mujica, quien no sólo nunca condenó las detenciones de políticos venezolanos de la oposición, sino que también ha apoyado a Maduro utilizando palabras muy parecidas.

Posición que no es compartida por el nuevo gobierno, quien ha dado señales claras de que Uruguay va a cambiar la dirección de su política exterior. En ese sentido, el novel canciller declaró que la administración Vázquez sigue “con preocupación y con mucha atención los procesos que están pasando en Venezuela. Respetamos la institucionalidad de ese país, obviamente, y sabemos y esperamos que se cumplan con las garantías del debido proceso en todos los casos en que haya detenciones o juzgamientos” (Semanario Búsqueda).

Frente a una pregunta concreta de si en Venezuela existen intentos desestabilizadores, Nin Novoa afirmó que “No tengo pruebas, en esto hay que actuar con prudencia” (Semanario Búsqueda).

En la misma línea de pensamiento, varios políticos izquierdistas se mostraron críticos con la declaración emitida. Por ejemplo Rafael Michelini —hijo del ex senador Zelmar Michellini, asesinado por la dictadura militar en 1976— manifestó que las políticas llevadas adelante por Maduro son “inaceptables y represivas”; Esteban Valenti tuitteó: “La escalada represiva en Venezuela es muy peligrosa para la democracia. No se puede tener dos morales democráticas” (Semanario Búsqueda).

Si estas fueron algunas de las manifestaciones surgidas desde un sector del oficialismo, mucho más duras fueran las expresiones de la oposición. Pedro Bordaberry —ex candidato presidencial por el Partido Colorado— tuitteó: “Haremos sentir nuestro rechazo al señor Maduro si viene a Uruguay”. El diputado blanco José Carlos Cardoso escribió: “Si Maduro viene al Parlamento el 1º. de marzo, le haremos un planteo político por su actitud de poner políticos opositores en prisión. Lo que haremos es hacerle saber a Maduro que no es bienvenido aquí, por su condición de represor”. Por su parte el líder del Partido Blanco Luis Lacalle Pou declaró: “Rechazamos su actitud antidemocrática de privar de libertad a aquellos que piensan distinto. No será bienvenido en Uruguay” (Semanario Búsqueda).

También la gente común se ha movilizado. En Facebook se ha formado el grupo “Malvenido Maduro, persona no grata” que cuenta con miles de integrantes. En twitter se están retuiteando los hashtags #FueraMadurodeUruguay.

Posiblemente advertido de este ambiente en nuestro país, Maduro decidió que en su lugar viajara el vicepresidente Jorge Arreaza. También este caso, la ciudadanía uruguaya hizo sentir su rechazo a la presencia del alto funcionario venezolano en un acto que tanto significa a los verdaderos demócratas. Cuando Arreaza fue mencionado en voz alta —en el momento de nombrar a los dignatarios presentes en la ceremonia de cambio de gobierno— fue abucheado por el público presente.

Lo cual es una muestra de que la presión de la opinión pública internacional sí es efectiva. En adición, pone un signo de interrogación sobre el verdadero sentir de aquellos gobernantes que con su silencio, avalan a los gobiernos opresores.

Este artículo fue publicado originalmente en Panampost (EE.UU.) el 4 de marzo de 2015.

El Cato (Estados Unidos)

 



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