El robo de unos grifos inunda la sede berlinesa de los servicios secretos.El traslado de la agencia a la capital ha costado más de 1.300 millones de euros.Este no es el primer escándalo en torno a la nueva sede del BND. La revista Focus ya fomentó unas cuantas bromas hace cuatro años, cuando desveló que los planos ultrasecretos del complejo habían sido robados. Quedaron así al descubierto importantes zonas del cuartel general de la inteligencia alemana.
Estaba
destinada a ser un símbolo del reforzado poderío alemán y va camino de
convertirse en el pitorreo nacional. La futura sede los servicios
secretos del país, cuyo traslado a Berlín ha costado más de 1.300 millones
de euros, apareció el martes inundada después de que alguien se llevara varios
grifos de los plantas superiores. Lo peor no son los daños millonarios
ocasionados por el robo, sino la sensación de ridículo que deja uno de los
lugares que, como señalaban ayer varios medios, debería estar entre los más
vigilados de Alemania. La capital del país que ha logrado asociar su nombre a
la imagen de eficiencia se enfrenta a una nueva chapuza cuando aún colea
el gran fracaso de Berlín: el nuevo aeropuerto, que debería haberse
inaugurado hace ya más de tres años y cuyo sobrecoste ronda los 4.000 millones
de euros.
“La
natación es a partir de ahora uno de los requisitos imprescindibles para
trabajar en el BND [siglas en alemán del servicio de inteligencia]”, escribía
el miércoles un tuitero sobre el caso ya bautizado como el Watergate
alemán. Las bromas inundan la Red. Un caricaturista dibujaba una viñeta en la
que un encorbatado funcionario y un espía mantienen el siguiente diálogo:
— ¿De
dónde viene toda esta agua?
— De
fuentes secretas.
— Bien
hecho. Continúa así.
Pero más
allá de los chistes, el asunto es importante. Sobre todo porque aún no está
claro si los que han entrado en elsanctasantórum del espionaje alemán eran
rateros de la calle o el robo destapado por el Berliner Zeitung tiene
motivos políticos. “Estamos investigando en todas las posibles direcciones”,
dijo una portavoz de la policía. “Si unos ladrones pueden actuar sin que nadie
les vea, ¿qué otras cosas podrían hacer disimuladamente los servicios de
inteligencia de otros países?”, se preguntaba el diputado de Los Verdes
Konstantin von Notz, miembro de la comisión que investiga las escuchas
ilegales llevadas a cabo por Estados Unidos.
La
hipótesis del móvil económico parece poco verosímil si se tiene en cuenta que
el valor de cada uno de los grifos ronda los 100 euros. Además, solo fueron
sustraídos los de las plantas superiores, permitiendo así que decenas de miles
de litros de agua circularan por los pasillos. Los daños en el sistema de
ventilación y en la instalación eléctrica serán millonarios. Las autoridades no
se atreven a anticipar si el robo tiene algo que ver con las quejas habituales
por los bajos salarios y los retrasos en el pago en unas obras que han ocupado
a miles de trabajadores. Todos ellos estaban vigilados por cámaras y tenían que
pasar unos estrictos controles de seguridad.
La
mudanza de la sede actual, en la localidad bávara de Pullach, acumula retrasos.
Según las últimas previsiones, el mastodonte de 100.000 metros cuadrados
situado en una distinguida zona del centro de Berlín debería entrar en
funcionamiento a partir de 2017. No está aún claro si el Watergate de los
grifos obligará a retrasar el traslado de los 3.000 empleados del
organismo.
Este no
es el primer escándalo en torno a la nueva sede del BND. La
revista Focus ya fomentó unas cuantas bromas hace cuatro años, cuando
desveló que los planos ultrasecretos del complejo habían sido robados. Quedaron
así al descubierto importantes zonas del cuartel general de la inteligencia
alemana. Un elemento más con el que alimentar la imaginación
de tuiteros y humoristas.
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