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18/04/2015 | Las letras chinas de la corrupción

Javier Espinosa

La campaña contra los corruptos del presidente Xi Jinping desvela los increíbles excesos de muchos altos cargos del Partido Comunista. Las caligrafías firmadas por altos funcionarios esconden un escándalo de sobornos.

 

La callejuela de Liulichang mantiene todavía la aureola que se granjeó hace siglos como referente de libreros y calígrafos de la China imperial.

Al ser consultado, el propietario del primer comercio asegura que las impresiones de caligrafía realizadas por los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCC) son ya una "rareza" en este lugar.

"Antes teníamos muchas. Ahora son difíciles de encontrar. Desaparecieron hace un año. Ahora los funcionarios en activo no pueden vender sus caligrafías y las de los ex funcionarios.. no le interesan a nadie", afirma entre sonrisas.

"No se trataba de calidad sino de poder", añade en referencia al floreciente comercio que se gestó en torno a la producción caligráfica de los miembros del PCC.

Sin embargo, unos metros más adelante, en un negocio de la llamada Librería de China, su dueño, Zhao Dahua, dice disponer de una caligrafía del ex viceprimer ministro Li Langqing que valora en 60.000 yuanes (9.000 euros).

Cuando los supuestos clientes -periodistas, en realidad- declinan ante el elevado precio, Zhao les hace una singular oferta. Un sobre oficial de la Asamblea Popular Nacional (el parlamento local) con tres sellos y un autógrafo que atribuye a Wang Qishan.

"Son 5.000 yuanes (760 euros). Es algo muy difícil de conseguir",apunta.

Toda una ironía, dado que Wang es el actual jefe de la Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCID) que lidera la campaña anti corrupción que lanzó el presidente Xi Jinping en el 2012.

Según el comerciante, fue un miembro de la APN quien se personó en su negocio para acordar un intercambio. "Él me dio el sobre y a cambio se llevó varias pinturas que pensaba regalar a sus amigos", dice.

Considerada como uno de las máximas expresiones artísticas locales, la práctica de la caligrafía fue durante siglos un hábito común entre los funcionarios de la vieja China cuya máxima expresión fueron quizás las creaciones del antiguo general imperial Wang Hsi Chih, que todavía se cotizan por cientos de millones de yuanes.

En Liulichang se siguen exhibiendo copias de los poemas que redactó el propio Mao Zedong, que mantuvo esta tradición.

Sin embargo, el pasado mes de enero, la CCID de Wang Qishan confirmó la existencia de todo un truculento negocio en torno a la producción artística de los miembros del PCC y denuncio que la caligrafía se había convertido en un "soborno elegante", el apodo que se le concede localmente.

La CCID publicó un editorial en su página web en el que cuestionaba la notable presencia de funcionarios en las asociaciones de caligrafía.

"¿Qué tipo de beneficio oculto motiva a que los funcionarios usen su autoridad para conseguir laureles literarios? ¿Qué clase de secretos esconden? Nada más colgar su título de presidente de una asociación, el valor de sus trabajos se dispara", se leía en el texto.

Los propios medios oficialistas han recogido de forma recurrente los casos de significados funcionarios encausados por comerciar con su caligrafía. El más reciente y mediático fue el de Jiang Guoxing, un alto cargo de la provincia costera de Jiangsu -al norte de Shangai- que llegó a vender a sus caracteres por 100.000 yuanes (unos 15.000 euros) a varios constructores ávidos de ganarse sus simpatías.Jiang fue condenado en septiembre a 12 años y seis meses de cárcel.

Según Wong (nombre ficticio), miembro de una asociación de caligrafía de Pekín, la "infiltración" de los directivos del PCC en estas agrupaciones comenzó a convertirse en un "aluvión" en la década de los 90.

"Los cuadros del PC invadieron el mercado y los verdaderos artistas se vieron arrinconados. El precio de sus obras se establecía según su posición en el PC, pero oscilaban entre 5.000 y 50.000 yuanes (entre 760 y 7600 euros)", afirma.

El joven asegura que todo el mundo conocía el comercio ilegal que propiciaban estas prácticas e incluso aclara que se desarrolló un complejo sistema de corruptela que podía concretarse de muy diversas formas.

"El más directo era la venta de caligrafías del funcionario del PC al hombre de negocios a cambio de adjudicarle un proyecto. Otros comerciantes se las compraban sólo para colgarlas en sus negocios y dejar claro así que tenían contactos con los altos cargos del PC", aduce.

"Los miembros del Partido vendían también sus caligrafías en exposiciones bajo nombres supuestos, pero los intermediarios se encargaban de revelar la identidad del autor al comprador. Otra opción era que el cargo del PC invitara a su residencia a verdaderos artistas. Allí les enseñaba sus creaciones y les 'pedía' intercambiar una obra suya por la del artista, que claro, valía muchísimo más", añadió.

Durante la conversación, Wong saca su teléfono portátil y muestra la fotografía de una vasija de cerámica local. Asevera que se la mostró un "altísimo" cargo del PC para que intentara venderla.

"La había conseguido a cambio de cuatro caracteres (la caligrafía china se cotiza no sólo por su estilo sino también según el número de signos). La vasija puede valer entre 300.000 y 500.000 yuanes (entre 45.000 y 76.000 euros)", relata.

El calígrafo reconoce que con tras las advertencias vertidas por Wang Qishan las asociaciones de su ramo han asistido a una auténtica "estampida" de funcionarios.

"Ahora hemos recuperado un poco la calidad artística", acota.

Las denuncias en torno al uso indebido de un arte como la caligrafía forman parte de los peculiares hábitos y extravagancias de toda una panoplia de dirigentes y funcionarios del PCC, que los medios locales se han atrevido a revelar al socaire de la ofensiva lidera por el presidente.

Durante la última doble reunión del parlamento local y del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política, otro órgano asesor, varios participantes como el ex general Yang Chunchang llegaron incluso a reconocer que la corruptela se habían extendido entre el estamento militar -todo un tabú hasta ahora- y que algunos oficiales como Xu Caihou, el antaño vicepresidente de la influyente Comisión Central Militar, habían establecido un auténtico "mercado" en torno a las promociones donde cada cargo tenía un precio.

El puesto de general se cotizaba en torno a los 10 millones de yuanes (1,5 millones de euros), explicó un militar chino retirado a 'The Wall Street Journal'.

"Los ascensos para convertirse en jefe de compañía, regimiento o división.. todos tiene un precio. Los sobornos son de decenas de millones de yuanes", señaló Chunchang en una entrevista televisiva.

El año pasado el público local asistió estupefacto a las noticias que aludían al que podría ser el caso más estrambótico de todos, el que descubrió los excesos del ex teniente general Gu Junshan, antiguo número dos de la logística del Ejército.

Según medios como la revista 'Phoenix' o 'Caixin', las autoridades necesitaron dos noches, 20 personas y cuatro camiones para desalojar en el 2012 la hacienda en la que habitaba este uniformado devoto de la opulencia.

El militar había atesorado toda una colección de objetos en oro macizo entre los que figuraban una estatua de Mao, otras tres de Buda, un lavabo y la réplica de un navío.

Tan sólo en el subsuelo de su ingente vivienda -edificada con forma de pistola-, los funcionarios descubrieron 400 kilos del mismo metal precioso.

El inventario de su vasto tesoro parecía interminable: 1.800 botellas de Maotai, un licor de lujo muy apreciado por la nomenclatura china; 11 pieles de tigre, decenas de colmillos de elefante..

A otro alto cargo, Ma Jian, quien fuera viceministro de Seguridad Pública y antaño jefe del contra espionaje, se le achaca haber dispuesto de hasta seis amantes, el mismo número de villas en la capital -una para cada fémina- y dos hijos ilegítimos, según informó la revista Caixin en marzo.

El próximo juicio contra Zhou Yongkang, el ex dirigente más connotado que se ha visto afectado por esta criba, plantea grandes incógnitas sobre el futuro de todas estas investigaciones.

Los analistas se preguntan si el presidente pueden continuar la purga sin crear un verdadero cisma en el interior del Partido Comunista.

"La situación es muy complicada. La corrupción en China está muy extendida, es demasiado profunda", indica Zhang Ming, politólogo de la Universidad Renmin.

Por el instante, tanto Xi como Wang Qishan continúan proclamando que no existen "zonas prohibidas" para sus indagatorias, según la expresión utilizada por el segundo.

Para reforzar este alegato el mismo día en que se conoció la inculpación formal de Yongkang, la Comision Central de Inspección Disciplinaria, difundió las cantidades de fondos públicos gastados en febrero en "banquetes extravagantes" y alertó que esa cifra había aumentado un 30%.

Días más tarde el diario del ejército reconocía que hay todavía muchos oficiales que "se están burlando de la ley" y "creen que pueden escapar del castigo".

El Mundo (España)

 



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