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30/04/2015 | La lucha racial entra en campaña

Carolina Martin

Clinton advierte de que la muerte de Freddy Gray es una tragedia que demanda respuestas

 

Mientras la ciudad de Baltimore (Maryland) intenta recuperar el pulso, los disturbios de hace unos días en sus calles resuenan en las agendas de los políticos que aspiran a ocupar la Casa Blanca. Sobre todo, en el apartado de la necesaria revisión del sistema judicial y el comportamiento de la policía con la población afroamericana.

La aspirante demócrata Hillary Clinton entró de lleno en esta cuestión porque, según dijo durante una intervención en la universidad de Columbia, "algo está mal cuando una tercera parte de los hombres negros tienen en frente la perspectiva de ir a la cárcel en su vida". En este sentido, llamó a los congresistas de Washington a poner fin "a la era de la encarcelación en masa".

Atenta a los acontecimientos que estaban sucediéndose en Baltimore, Clinton escribía en su cuenta de Twitter que "rogaba por la paz y seguridad de todos" en la localidad. También apuntaba que la muerte de Freddy Gray, el joven afroamericano que murió el 19 de abril, tras ser arrestado por la policía y sufrir daños en la columna vertebral mientras estaba bajo custodia policial, "era una tragedia que demandaba respuestas".

Junto a la investigación abierta por el departamento de policía de Baltimore, el Departamento de Justicia que dirige desde el lunes Loretta Lynch ha iniciado otra de oficio para esclarecer qué ocurrió durante el traslado de Gray hasta la comisaria.

Para Clinton es clave en esta clase de sucesos el uso de la cámaras corporales que, en su opinión, debería ser "la norma en cualquier sitio". Después de la muerte de Michael Brown en Ferguson (Missouri) el pasado verano comenzó el debate sobre su utilización. Este ha ido ganando adeptos con cada nuevo caso de brutalidad policial que se ha llevado por medio la vida de un afroamericano. En Nueva York, comenzó un programa de pruebas de estos instrumentos a finales de 2014.

Oportunidades y futuro

En las calles de Baltimore, Gray es un símbolo de una realidad que viene de lejos como los problemas policiales a los que están acostumbrados. Pero además de respuestas, la población demanda otras cosas como "oportunidades", "trabajo para los jóvenes", "educación, "futuro". A ellas se refieren algunos residentes. Cámara de fotos al hombro -por hobby-, Erin Douglas subraya que "no es sólo Freddy Gray sino los primos, hijos, sobrinos, nietos... que han muerto aquí no solo a manos de la policía". En el cruce de North Avenue y Pennsylvania Avenue, en el epicentro de los disturbios del pasado lunes, esta joven de 31 años que nació y creció en Baltimore cuenta la tristeza que le produce lo sucedido. Sin embargo, reconoce que no le sorprende. "Estas cuestiones han estado mucho tienen ahí, surge de las raíces. Se necesita cambiar muchas cosas en la comunidad", comenta a las puertas de una biblioteca pública que no cerró sus puertas ayer y ha permanecido entera a diferencia de otros pequeños negocios que están alrededor y de la tienda CVS que fue incendiada. Esa a la que se refirió el presidente Barack Obama el martes y que puso como ejemplo de lo que "llama la atención" puntualmente, cuando se debería "prestar atención siempre" a estas comunidades.

El joven Chris Parker, de 29 años, trabaja para The Salvation Army -una organización sin ánimo de lucro estadounidense- y lleva los dos últimos días en el epicentro de los disturbios en Baltimore, en este foco de atención para el mundo desde el lunes. Junto al camión de la institución, que reparte agua y 'snacks' gratuitamente señala a la "frustración como una de las razones que provocaron el "estallido de los jóvenes". También pone el acento en las "grandes diferencias que hay entre ricos y pobres". Con el cruce como punto de partida, explica, cómo el barrio se va haciendo más rico hacia un lado -el centro de la ciudad- y más pobre en dirección contraria; en poco más de dos kilómetros.

Parker, que dedica parte de su tiempo a trabajar con niños cuando acaban las clases, sostiene que para una generación de jóvenes "hay muy poco que hacer en Baltimore; no ven oportunidades". Ni siquiera de entretenimiento fuera de las horas escolares.

Desde una perspectiva más madura, la que le dan sus 48 años, Stanley Morris, apunta hacia la pobreza de la comunidad en esta ciudad y la necesidad de oportunidades para mejorar y crecer en Baltimore. "Nada ha cambiado desde hace décadas" se lamenta este chef de un restaurante del barrio que se solidariza con la familia de Gray. Acompañado de su hermano, Morris señala que la muerte del joven de 25 años estando bajo custodia policial es una tragedia y destaca que "muchos de nosotros hemos perdido a familiares". En su caso, por las drogas. Por eso apela a la necesidad de trabajar conjuntamente con la policía de manera unida para hacer frente a los problemas que asfixian a la población.

El Mundo (España)

 



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