18/05/2015 | Argentina - El pretexto de la ''conciencia tributaria''
Alberto Medina Mendez
La hipocresía es moneda corriente y eso ya no es primicia. Esta inadecuada postura cívica aparece, también, en el terreno de la tan mentada "conciencia tributaria". Algunos han tenido hasta el atrevimiento de definirla con cierto sesgo académico, diciendo que es la "interiorización en los individuos de los deberes tributarios fijados por las leyes, para cumplirlos de una manera voluntaria, conociendo que su cumplimiento acarreará un beneficio común para la sociedad en la cual ellos están insertados".
Es un verdadero
disparate igualar dos términos que claramente se contradicen. Abonar impuestos
no es un acto voluntario, porque la palabra impuesto se refiere a lo forzado, a
lo obligado. Si fuera un gesto auténtico, espontaneo, vinculado al deseo
genuino, en todo caso, sería una donación.
Como suele pasar en diferentes órdenes de la vida cotidiana, este tipo de
justificación retorcida no deja de ser un mero ardid, casi un consuelo, que
intenta convertir en aceptable algo que es intrínsecamente malo. Existen, al
menos, cuatro grupos bien definidos que utilizan este recurso argumental y
pretenden transformarlo en un axioma indiscutible, en un mandato bíblico.
Por un lado están, los recaudadores, los que trabajando de esto preservan la
gestión de los organismos de recolección compulsiva de gravámenes. La medida de
su eficiencia está directamente relacionada con el monto percibido. Por eso, en
las campañas de difusión masiva apelan a esta consigna por ser la menos
antipática. "La gente debe pagar sus impuestos porque es el único modo de
que el Estado funcione y cuantas más personas lo hagan mucho mejor será para la
sociedad", sostienen. A veces inclusive recurren al ruin artilugio del "sorteo"
como dispositivo para que unos ciudadanos sean delatores del resto, denunciando
así a los que no cumplen.
Otro sector que opera en idéntica dirección es el de la parasitaria estructura
estatal. Todos los que viven del Estado, saben que la sangre que fluye por esas
venas se nutre de impuestos, emisión monetaria y endeudamiento. En tiempos en
el que los dos últimos no son una posibilidad relevante, los impuestos, es
decir el dinero detraído de la sociedad en forma coercitiva, posibilita la
existencia del empleo estatal y de su cuantía depende, en buena medida, que sus
remuneraciones puedan ser mejoradas.
Un tercer espacio lo ocupan los que no pagan casi ningún impuesto o, al menos,
no perciben hacerlo. Son trabajadores, subsidiados o desocupados. Sus ingresos
son bajos y no son alcanzados por algunos de los voraces impuestos diseñados
especialmente para escarmentar a los segmentos más elevados. Ellos reclaman
conciencia tributaria como fórmula para aliviar su rencor contra los que más
producen. Pretenden igualdad y creen que un sistema tributario que les quita
demasiado a los que más disponen, los nivela rápidamente. No saben como
aumentar sus propios ingresos y se creen víctimas de este mundo cruel. Este
perverso esquema es positivo porque les quita a los demás, a quienes culpan por
tener más que ellos.
El último grupo está compuesto por los que pagan MUCHO en impuestos. No
contribuyen por convicción, sino porque su actividad no les permite
escapatoria. La administración ya ha encontrado el modo eficiente de tenerlos
de rehenes. Como no pueden evadir, no admiten ser los únicos tontos y quieren
compañía ante semejante abuso. Rendidos frente a la impotencia de estar
atrapados por el régimen, apelan desesperadamente a este recurso dialéctico tan
pobre como inmoral. En esto, se parecen al grupo anterior. Sus motivaciones
surgen del resentimiento y eso no habla bien de ellos. Las garras del sistema
los han cooptado y no desean sentirse tan estúpidos, por eso acusan al resto,
para que reciban el mismo castigo.
Pagar impuestos no es un acto voluntario. El impuesto implica que el Estado
detrae, por la fuerza, una parte demasiado relevante del esfuerzo personal.
Nadie paga con satisfacción y alegría. En todo caso lo hace porque no puede
evitarlo, porque el esquema se ha diseñado para que no se lleve el producto
deseado sin ese "peaje" o bien porque no pagarlo implica un riesgo
legal trascendente que se traduce en multas costosas o inclusive prisión.
Esta afirmación general puede verificarse empíricamente a diario. Quien intente
refutarla puede dar testimonio personal de ello y hacer hoy mismo el ejercicio
pidiendo que le aumenten el precio de un bien y le carguen impuestos no
cobrados o hasta dejando un extra, ya no como propina para el individuo que le
facilita el producto, sino directamente para el Estado.
Es más, si un individuo cree tan férreamente en la bondad de los impuestos
podría pedir a los gobiernos, en cualquiera de sus jurisdicciones, que le
facilite un número de cuenta bancaria para depositar allí dinero propio como
donación para los "loables" fines para los cuales el Estado destina
el dinero.
Después de todo este individuo que defiende la idea de "conciencia
tributaria" cree que lo recaudado como tributo no termina en manos del
aparato político, la corrupción o el despilfarro tradicional. El recita, a viva
voz, que todo eso es para la salud, la educación y la seguridad. Pues bueno,
que deposite masivamente sus recursos propios allí, en vez de utilizarlo para
su entretenimiento o el consumo suntuario de innecesarios bienes. La
inconsistencia ideológica es tan evidente que no admite casi ningún argumento
serio que pueda ser tenido en cuenta con cierta sensatez.
Si finalmente se opta por pagar impuestos, asumiéndolo como el "mal
menor", si se lo hace porque no se ha encontrado un mejor modo de
financiar las "supuestas" necesidades que permiten vivir en
comunidad, al menos sería saludable evitarse los retorcidos planteos
intelectuales que pretenden justificarlo. No es razonable intentar convertir lo
malvado en bondadoso. En todo caso, un poco de resignación ciudadana, puede
servir como transición, pero solo para intentar ser más creativos y seguir
buscando mecanismos que permitan sustituir este atropello cotidiano por algo
superador. Mientras tanto, sería muy conveniente asumir que cuando se habla de
impuestos no se dispone de buenas razones que lo respalden. El desafío es
pensar como se abandona el pretexto de la conciencia tributaria.
Alberto Medina Méndez (Argentina)
Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 5721 )
Otras Notas del Autor
fecha |
Título |
02/04/2017| |
|
30/08/2016| |
|
27/03/2016| |
|
17/03/2016| |
|
07/03/2016| |
|
11/02/2016| |
|
22/12/2015| |
|
14/09/2015| |
|
03/09/2015| |
|
26/08/2015| |
|
21/08/2015| |
|
01/08/2015| |
|
27/07/2015| |
|
07/07/2015| |
|
29/06/2015| |
|
21/06/2015| |
|
14/06/2015| |
|
26/05/2015| |
|
03/05/2015| |
|
20/04/2015| |
|
13/04/2015| |
|
09/04/2015| |
|
30/03/2015| |
|
24/03/2015| |
|
16/03/2015| |
|
01/03/2015| |
|
26/02/2015| |
|
18/02/2015| |
|
09/02/2015| |
|
03/02/2015| |
|
28/01/2015| |
|
13/01/2015| |
|
26/12/2014| |
|
14/12/2014| |
|
10/12/2014| |
|
01/12/2014| |
|
28/10/2014| |
|
14/10/2014| |
|
06/10/2014| |
|
01/10/2014| |
|
17/09/2014| |
|
08/09/2014| |
|
25/08/2014| |
|
18/08/2014| |
|
11/08/2014| |
|
28/07/2014| |
|
23/07/2014| |
|
15/07/2014| |
|
30/06/2014| |
|
23/06/2014| |
|
16/06/2014| |
|
13/06/2014| |
|
27/04/2014| |
|
07/04/2014| |
|
31/03/2014| |
|
23/03/2014| |
|
04/03/2014| |
|
23/02/2014| |
|
16/02/2014| |
|
07/02/2014| |
|
03/02/2014| |
|
12/01/2014| |
|
05/01/2014| |
|
05/01/2014| |
|
16/12/2013| |
|
27/11/2013| |
|
18/11/2013| |
|
05/11/2013| |
|
01/11/2013| |
|
06/10/2013| |
|
15/09/2013| |
|
27/05/2013| |
|
23/05/2013| |
|
07/01/2013| |
|
28/01/2011| |
|
21/08/2010| |
|
21/08/2010| |
|
26/09/2008| |
|
26/09/2008| |
|
11/09/2006| |
|
16/04/2006| |
|
02/03/2006| |
|
ver + notas
|