La mayor victoria del grupo yihadista Estado Islámico (EI) no es tanto estirar las fronteras del califato, como lograr la lealtad de las tribus locales de los lugares donde izan la bandera negra. Esto ha ocurrido en la provincia iraquí de Al Anbar donde, mientras el Gobierno insiste en que la recuperación de su capital, Ramadi, es cuestión de días, los jeques y líderes tribales más importantes celebraron una gran ceremonia en Faluya, a 80 kilómetros de Bagdad, para jurar lealtad al califa, Abu Baker al Bagdadi, y declarar la guerra al Gobierno. El jeque Ahmed Dara al-Jumaili fue, según el canal Al Jazeera, el encargado de hacer oficial esta decisión, no está claro si forzada o voluntaria, en la que se critica el envío de las milicias chiíes a la provincia, una medida de urgencia adoptada por las autoridades tras la retirada del Ejército de sus posiciones.

Al Anbar fue la gran pesadilla de Estados Unidos tras la invasión y las mismas tribus que entonces acogieron a Al Qaeda ahora saludan al EI. EEUU logró dar la vuelta a la situación poniendo a sueldo a los milicianos tribales para que lucharan de su lado, una estrategia bautizada como el «sahwa» o «despertar suní», que duró lo que duró el dinero de Washington. Cuando los estadounidenses transfirieron esta competencia al Gobierno de Nuri Al Maliki comenzaron los problemas —por impagos y por la negativa a incluirles en las fuerzas de seguridad regulares— y un descontento por la política sectaria de Bagdad que ha terminado por devolverles a los brazos de un grupo radical que les promete seguridad frente a las milicias chiíes. Los yihadistas difundieron a través de las redes sociales fotos de la ceremonia con los jeques de Al Anbar en la que asesinaron ante la vista de todos los presentes a un militar del Ejército iraquí.

Doble frente en Siria

Mientras que la alianza que lidera Estados Unidos insiste en separar los frentes sirio e iraquí del califato, el Estado Islámico hace todo lo contrario y golpea en ambos países con un mismo puño. Tras la captura de Palmira, los hombres de Abu Baker Al Bagdadi han abierto un doble frente al norte de Alepo y en la provincia de Hasaké, también en el norte del país. En el primero se enfrentan a los grupos armados opositores, liderados por el Frente Al Nusra (brazo de Al Qaeda en Siria), para intentar hacerse con más poder en la frontera turca. En el segundo, el rival es el Ejército y los yihadistas estarían a 500 metros del centro urbano, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), pese a los bombardeos de la coalición que durante todo el día trataron de frenar su avance. Un avance en el que han realizado al menos una docena de operaciones suicidas en los últimos cinco días, aseguró el gobernador provincial, Mohammad Zaal al Ali, a la televisión nacional siria.