El Departamento de Justicia de Estados Unidos podría abrir una investigación criminal sobre material clasificado transmitido por Hillary Clinton a través de su cuenta privada de correo electrónico cuando entre 2009 y 2013 ocupó el puesto de secretaria de Estado.

El inspector general de la Comunidad de Inteligencia ha concluido que al menos cuatro correos electrónicos enviados por Clinton desde su correo privado contenían información considerada «secreta» (el segundo nivel más alto en material clasificado), lo que podría constituir un crimen de acuerdo con la legislación federal. La inspección solo ha examinado cuarenta de los 30.000 correos electrónicos enviados de modo irregular por Clinton, por lo que se podrían encontrar más ejemplos de vulneración de la normativa.

El equipo de la candidata demócrata para las presidenciales de 2016 respondió a esta noticia diciendo que Clinton mantiene lo que dijo en marzo. «No envié ningún material clasificado a nadie desde mi correo electrónico», declaró entonces la exsenadora de Nueva York. Es posible que Clinton recibiera esos contenidos sin ser advertida de que eran secretos y que por tanto los reenviara sin saber que tenían esa calificación.

La investigación solicitada a la fiscal general, Loretta Lynch, por dos inspectores de la Administración trataría de determinar, en primer lugar, si el Departamento de Estado actuó sin el cuidado requerido en la transmisión de información, y si, en segundo término, Clinton conocía el carácter reservado de esta.

Todo este caso arranca de cuando Clinton abandonó a comienzos de 2013 el Departamento de Estado. Entonces se supo que, en contra de lo que la Administración ordena a sus empleados, Clinton despachó gran parte de los asuntos oficiales desde una cuenta de correo personal, al margen de la vinculada al servidor del Departamento de Estado. Luego desveló que su cuenta personal correspondía a un servidor propio que estaba instalado en su casa de Nueva York, cuyo contenido ya había borrado.

Dada la presión de los republicanos, la dirigente demócrata pidió a la Administración que se hagan públicos todos sus correos, muchos de los cuales se conservan porque entraron en la red informática del Departamento de Estado ya que los enviaba a su equipo. Esos correos ocupan 50.000 páginas y de momento se han publicado 3.000. Al publicarlos, en una veintena de ellos se han suprimido párrafos porque, pasado el tiempo, esa información ha pasado a considerarse clasificada.

Esto último no es infrecuente, ya que muchos datos llegan de primera mano a quienes dirigen el Departamento de Estado y luego, tras una evaluación, se estima aplicarles una difusión restringida. De todos modos, de acuerdo con una carta enviada ayer al Congreso por el inspector general de la Comunidad de Inteligencia, Charles McCullough, al menos en cuatro correos de la cuenta personal de Clinton había información que ya entonces era secreta y que así se debía haber hecho constar en los mensajes.

«Ninguno de los correos electrónicos que hemos revisado tenían indicaciones sobre clasificación y sobre normas para su diseminación, pero algunos contenían información clasificada derivada de la Comunidad de Inteligencia y deberían haber sido tratados como clasificados, marcados apropiadamente y transmitidos por una red segura», escribió McCullough.

Es posible que a la secretaria de Estado no se le hubiera comunicado ese carácter de la información, pero incurrió en la irregularidad de utilizar una cuenta personal, al margen de las redes seguras de la Administración.