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14/08/2015 | La calle de Cuba que aúna llantos y risas

Angel Tomás Gónzalez

La calle capitalina, donde se encuentra la embajada estadounidense en Cuba, es la única de toda la isla que tiene una inquebrantable fila de cientos de personas, de lunes a viernes, desde hace más de una década. En el enclave radica también una afamada funeraria.

 

La calle capitalina, Calzada entre K y M, es la única en Cuba que tiene una inquebrantable fila de cientos de personas, de lunes a viernes, desde hace más de una década. A esa fila o "cola", como le llaman en Cuba, acuden cubanos y cubanas de todo el país, con el fin de gestionar en la sede diplomática de EEUU, un visado para visitar familiares radicados en ese país o para emigrar definitivamente. El resultado de ese trámite es muy visible. Risa y abrazos a los que concedieron el visado y llantos para los rechazados.

El parque de la calle Calzada desconoce la soledad, siempre tiene compañía de personas. Allí radica también la más encumbrada funeraria habanera que tiene cuatro pisos y es el sitio donde celebran velatorios de cubanos afamados. Por lo que en el citado parque comparten las madrugadas familiares de los fallecidos y solicitantes de visados para EEUU. A los empleados de la funeraria les incordia los demandantes de visados por razón de que acuden a los baños de la citada funeraria.

Durante la ruda crisis económica que padeció Cuba en los años 90 del pasado siglo, la citada funeraria sufrió crisis de productos de limpieza y de alimentos para vender a familiares y amigos que acudían al velatorio. Por lo que la administración del citado local colocó un portero que dejaba entrar a la funeraria exclusivamente a las personas que citaban nombre y apellido del fallecido.

Javier, 68 años, un vecino de la zona al que entrevisté entonces, contó el truco que usaba para ganarse un dinero extra para mejorar su pobretona pensión. Javier se aprendía de memoria nombre y apellidos de los fallecidos del día y se los vendía, por cinco pesos cubanos, a unas diez personas de la larga fila de cubanos y cubanas que acudían a la entonces Oficina de Intereses de EEUU en La Habana. Esas diez personas, a intervalos, llegaban a la citada cafetería, mencionaban el nombre del fallecido y podían digerir una rústica merienda que les hacía más soportable la espera de ser entrevistado en la citada sede diplomática.

Ahora la calle Calzada y M ilustra la apertura de la iniciativa privada especializada en llenar la documentación a los solicitantes de visados. En el portal de una vivienda un rústico cartel anuncia el servicio de "se llenan planillas y se hacen fotografías: rapidez y profesionalidad". El precio a pagar equivale a unos 20 dólares. También hay locales de venta de helados, bocadillos y pizzas.

La embajada de EEUU, años atrás, era custodiada por un extenso cordón de policías cubanos desarmados. Ahora cumple esa tarea agentes que pertenecen a una empresa de protección y vigilancia del Ministerio del Interior. Pero vecinos de la zona sostienen que la renacida embajada estadounidense será custodiada por marines yanquis. Y si ello ocurre la calle Calzada se reciclará en zona pecadora, sentenció Manuel Ortega, 84 años, al que todavía no se le han extraviado los recuerdos del barullo callejero que desataban los marinos estadounidense en La Habana de los años 50 del pasado siglo. "La vida es un carrusel", sentenció Ortega y se marchó a comprar en la panadería los dos panes redondos que le venden por la cartilla de racionamiento.

El Mundo (España)

 



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