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16/08/2015 | El vacío dejado por Rousseff

Andy Robinson

La derecha arrebata a la izquierda el liderazgo de la contestación en Brasil

 

El próximo domingo se espera que cientos de miles -quizás millones- de brasileños se lancen a la calle a revindicar el impeachment (procesamiento parlamentari y expulsión de la presidencia) de Dilma Rousseff cuando sólo han pasado ocho meses de su reelección. Desde entonces, la valoración de Rousseff en los sondeos ha caído a niveles mas bajos que ningún otro presidente, en medio de una recesión económica y una alta inflación del 10%. Tampoco le ayuda a Rousseff una implacable investigación sobre la corrupción de la clase política, aunque hasta sus enemigos -mientras denuncian su desastrosa gestión- reconocen la honestidad de la presidenta.

La oposición conservadora, que se propone ocupar el domingo la opulenta avenida Paulista de São Paulo o la avenida Nossa Senhora de Copabacana en Río, tachan al Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de bolivariano, hasta comunista, pese a que Rousseff y su ministro de ­Finanzas, Joaquim Levy, acaban de realizar un ajuste fiscal calcado del programa de su rival en las elecciones, Aécio Neves, que cuenta con el beneplácito del Fondo Monetario Internacional (FMI). La protesta es apoyada por una Iglesia evangelista cada vez más politizada. Y por grupos radicales y ultras que, con el eslogan SOS Forzas Armadas, piden la intervención militar. La Iglesia, con una valoración del 53% y el ejército (15%) son las dos instituciones mejor considerados en Brasil. Los partidos políticos sólo obtienen un 0,1%, según un sondeo de la Confederación Nacional de Transporte (CNT).

La protesta del domingo se producirá dos años después de que las calles de decenas de ciudades brasileñas se llenaran de manifestantes que pedían cambios radicales. Con la diferencia de que en aquel verano del 2013 eran reivindicaciones más de izquierdas que de derechas: mejor transporte y sanidad públicos, mejor enseñanza estatal y el fin de un despilfarro en grandes obras relacionadas con el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos.

El domingo, los líderes opositores y casi todos los grandes medios de comunicación reivindicarán la continuidad con las protestas del 2013. Ya lo hicieron con las primera manifestaciones masivas de la nueva derecha brasileña en marzo. Pero no es así, a juzgar por los sondeos. Las protestas de este año "representan al 20% más rico" de la población, dijo en una entrevista publicada en la edición brasileña de El País Renato Meirelles, uno de los principales encuestadores del país. Aunque "eso no quiere decir que el resto estén satisfechos", añade. Ni mucho menos. Rousseff ya saca peores resultados en los antiguos feudos del PT, muy castigados por la estanflación (recesión, desempleo e inflación).

¿Qué ocurrió para que un movimiento de cambio social que se comparaba, en su día, con el 15-M español o el Occupy Wall Street en EE.UU., haya sido sustituido en las calles de Río y Sao Paulo por otro profundamente conservador?

La respuesta, según Rodrigo Nunes, filósofo político de la universidad jesuita del PUC en Río de Janeiro, es la incapacidad de Rousseff para canalizar los deseos de cambio expresados masivamente en las calles en el verano (invierno en Brasil) del 2013. Los manifestantes "planteaban cosas que eran claramente progresistas pero Dilma respondió con prepotencia, calificándolas perversamente como la prueba del éxito del PT ya que pedir mejoras de servicios públicos solo se permite cuando has salido de la pobreza" . Al mismo tiempo , el PT tachó a los manifestantes como de derechas y resaltó la presencia de presuntos delincuentes. "Intentaron criminalizar y demonizar". Después, no se hizo ninguna reforma sustancial, Fue un error garrafal. "Al decir que la reivindicación del cambio era de derechas, entregaron el movimiento de protesta a los conservadores". Tras la desmovilización de las protestas "se creó un vacío y un vacío siempre tiene que llenarse de algo; la derecha lo ha llenado", dice Nunes.

Fue una oportunidad perdida para la izquierda brasileña, porque "en el 2013 hubo una politización de la gente normal , gente que jamás había leído el Manifiesto Comunista", dice Nunes.

El precio para Roussefff puede ser elevado. Las manifestaciones del domingo pueden servir para generar mas ruido en favor de la salida de la presidenta. El vicepresidente Michel Temer (del PMDB, conocido como el partido de alquiler) anunció públicamente la semana pasada que el país necesita un presidente "con capacidad para liderar" .

Es una frase repetida en los centros del poder financiero en São Paulo. Amaury Bier, pre­sidente de la filial del banco de Wall Street JP Morgan, dijo en Bloomberg el viernes que ­Roussefff "no tiene ninguna capacidad para liderar". El ­próximo paso hacia un posible impeachment (proceso de destitución) de la presidenta será la probable rebaja de la calificación de la deuda soberana brasileña por la agencia S&P que provocaría una estampida de capitales hacia fuera, acelerada por las próximas subidas de tipos en EE,UU. El vacío se llena.

La Vanguardia (España)

 



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