El Fondo Monetario Internacional otra vez en escena para recalcar lo que ya se sabe: no es la política económica argentina viable en el largo plazo. Pero el largo plazo no tiene cabida en la política nacional. Si partimos de esa premisa entonces, quizás, se comprenda porque la crítica del FMI debe ser leída de manera distinta. Basta observar que los puntos sobre lo que advirtió el organismo crediticio son, precisamente, la base misma de la doctrina kirchnerista en materia económica: dólar alto, control de precios, sin mecanismos concretos para evitar la inflación reprimida y alejamiento de capitales e inversiones por las reglas fluctuantes y los caprichos presidenciales...

Paradójicamente, esa es la base del “éxito” del gobierno y creer que va a modificar algo de todo aquello es ingenuo. Ahora bien, ¿el FMI está pidiendo realmente esos cambios? ¿No sabe acaso que en esas premisas se sujeta la economía kirchnerista? La respuesta es afirmativa. El Fondo sabe que si algo no va a tocar Kirchner es el mecanismo de aprietes que le permite llegar a un 2007 con las cuentas bastante adaptadas, no a una economía de escala, pero sí al costo de una elección que hasta ahora, parece que no le será demasiado complicada. Amén de ello, la Ministro de Economía, Felisa Miceli salió a enfatizar el tipo de cambio actual y hasta podría decirse que ganó la partida contra algunas internas en su área.

El mensaje del Fondo podría traducirse en un subliminal aviso del mundo desarrollado a Néstor Kirchner: “Así como van, podríamos poner algún obstáculo para la continuidad” Eso en el mejor de los casos: es decir, en el supuesto de que el mundo civilizado mire aunque sea de reojos para este lado... Mensaje que se enfatizara, a su vez, con el anuncio de la posible eliminación de beneficios comerciales sobre algunos productos que Argentina exporta al país del Norte. De todos modos de ahí a que Estados Unidos esté interesado por la Argentina hay distancias abismales. El mundo está en otro lado...

Al Presidente, sin embargo, estos avisos le generaron furia porque hace días que sus interlocutores le vienen avisando que Estados Unidos podría guiñarle al “establishment” nacional para que den cierto aval a Roberto Lavagna. Pero quienes se sientan hoy con el no-candidato lo hacen más por curiosidad que por interés en apostar a la figura del ex Ministro peronista-radical...

Cómo en el gobierno es un todos contra todos, y nadie sabe con certeza de qué lado se está, comenzaron a buscar chivos expiatorios para frenar los males que están aflorando inevitablemente. Esta semana, conoció los embates de esta realidad Martín Redrado que apareció como “imputado”. No tienen la menor idea de cómo manejar el tema alquileres Alguien avisó que el congelamiento es de lo malo, lo peor... al tiempo que muchos lindantes al despacho presidencial tienen en manos de inquilinos sus múltiples propiedades. 
¿Qué pasó..., de la noche a la mañana los dirigentes descubren que el llamado “Golden Boy” tiene un pasado más que “concertado?” Fue menemista, duhaldista y hasta ahora quizás kirchnerista-, dicen las voces más críticas... Pero, en rigor de verdad, Redrado es la fisonomía más cabal del funcionario nacional: atiende su propio juego y le importa poco y nada quién es el que manda. A este puede hacerle guiños de subordinación pero tan sólo como maniobra diplomática. Su kiosco está primero. Conoce la futilidad del cargo. Pasó por tantos... Es funcional al Jefe de Estado pero también a sí mismo.

Creer que de él depende la solución a los conflictos crediticios para que los inquilinos hagan una tregua con los propietarios o para que el acceso a la vivienda propia sea un camino sin obstáculos es un tanto maniqueo. Por más flexibilidad que se proclame y aunque el “leasing” resurja como Ave Fénix, bajo las reglas efímeras y furtivas del actual gobierno es más eficaz apostar a la política del subsecretario de Vivienda, Luis D’Elía que a la del multifacético titular del Banco Central. Hay más posibilidad de convertirse en propietario usurpando viviendas que apostando a la política crediticia de una administración que se maneja con estrategias cambiantes según el humor oficial... A no ser que se salga a apretar bancos para que desparezcan los engorrosos requisitos a la hora de buscar un crédito hipotecario. Lo que está claro es que ningún ciudadano, ningún argentino medio podrá lograr el récord presidencial y convertirse en dueño de 21 propiedades en un lapso de sólo 5 años... ¿Por qué no sale el Presidente a explicar cómo se hace, en verdad?

Toda esta maniobra fútil que pretende hacer creer que hay preocupación por la situación de los alquileres y sus contratos es humo. Lo que cuenta es que a la hora de establecer el índice mensual de inflación, la anárquica legislación al respecto no sume preocupación al número que necesita difundir el gobierno. Si Martín Redrado sirve como culpable real o como chivo expiatorio será utilizado sin dudarlo. Para eso están los funcionarios en la gestión actual.

La semana que pasó, Aníbal Fernández cumplió idéntico rol. Más allá de su inoperancia y su soberbia exacerbada debió descender a la categoría de “pato de la boda” y a él se elevó el dedo acusador del jefe de Estado cuando no pudo escapar al tema que preocupa en primer lugar a la sociedad. Al fin, Néstor Kirchner admitió que hay inseguridad. De allí a que surja una política para erradicar el mal hay un trecho que nadie sabe cuán largo será...

Además, hay culpables extra-oficiales como Juan Carlos Blumberg y las familias de víctimas que no se cansan de reclamar... ¿Cómo acallarlos? Es la pregunta que se hicieron esta semana en todos los despachos de Balcarce 50. Creyeron que apelando al artilugio del “complot” desestabilizador podrían hacer algo pero lo cierto es que desde la izquierda hasta la derecha, pasando por todos los matices y gamas intermedias se le rieron en la cara al diputado Edgardo Depetri. Éste únicamente logró sus cinco minutos de fama fuera de la lista sábana...pero nada más.

La inseguridad mientras tanto sigue igual retado el ministro del Interior, Aníbal Fernández; retado incluso el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian... ¿Qué podría cambiar si el discurso pasa por un lado y las acciones de los funcionarios van por otro? El leitmotiv de la tropa kirchnerista sigue siendo la reelección presidencial.

De acuerdo: frenar la delincuencia debería ser una ventaja y un paso certero para que ésta se alcance sin conflictividad. Pero no hay políticas concretas ni hay ideas. De allí que lo único que asome sea una puja interna por el traspaso de la Policía Federal al gobierno de la ciudad y una búsqueda infructuosa por inventar grupos desestabilizadores a quienes acusar... Grupos que es fácil encontrar: cualquiera que no piense como Kirchner es material factible para conseguir un espacio en las nóminas que se tiran, cada tanto, al azar. 

Corolario: Nadie está a salvo.

Y hasta es posible que no se utilicen para ese fin a los supuestos adversarios políticos. Ellos pueden hacer campaña en paz. Y es que para Néstor Kirchner lo óptimo es que tanto Mauricio Macri, como Ricardo López Murphy, Carlos Menem, Jorge Sobisch, Elisa Carrió y hasta Roberto Lavagna se postulen a la Presidencia de la Nación. Polarizando la oposición, aumentan considerablemente sus chances de perpetuarse...

¿Cuál es la sorpresa al ver que el Primer Mandatario recibe a Jorge Sobisch en su despacho? El gobernador neuquino tendrá el apoyo que sea para su proyecto energético, siempre y cuando no caiga en la tentación de aliarse con el PRO.

Esta metodología kirchnerista de dividir para gobernar y mantenerse en dónde está es harto conocida. Es el mismo mecanismo que utilizó para lograr consenso social cuando asumió tres años atrás. Dividió a la sociedad entre empresarios y proletarios presentando a los primeros como causantes de la mala distribución de riquezas y consecuentemente, de la pobreza. Dividió otra vez la unidad cívico-militar que estaba garantizada con la cúpula anterior de las Fuerzas Armadas. Dividió izquierdas y derechas, términos ambos que casi no sonaban en el lenguaje cotidiano de la gente antes del 2003. Dividió estructuras partidarias desvencijadas: así está hoy la UCR... Pero en cambió, algo sí se ocupó de unificar: los tres poderes que separados podían jaquear su supuesta fuerza gubernamental. 

Hoy sigue enfrascado en la división bajo el eufemismo de la “concertación”. Kirchner no busca concertar, busca – bajo esa denominación desvirtuada en definición – súbditos para su causa. A cambio tiene un superávit interesante para repartir y garantías para provincias y municipios que sin la ayuda del poder central van al quiebre inevitablemente. La consulta es sencilla: “¿Concertación o al muere?” No es difícil imaginar por qué se llama “exitosa” a la cumbre de este sábado de intendentes radicales devenidos “K” en la localidad de Vicente López.

La concentración es la radiografía más cabal de la decadencia partidaria y de la acumulación de poder que le regalara tres años de presidencia prácticamente sin trabas al Presidente. Lo novedoso posiblemente de la semana radique en la cada vez mayor distancia entre una Argentina y otra. Es decir, entre la Argentina de algunos medios de comunicación y la Argentina de todos los días. Hay una Suiza que muchos no sabemos dónde está más allá de las alocuciones de cierto empresariado frente al Ministro Julio De Vido por ejemplo. Ni sabemos cuál es el encanto con el cuál el país está “enamorando a los inversores” (Alberto Fernández dixit.) Pregúntesele, sin ir más lejos al grupo Suez... o a España donde las empresas esperan sin respuesta a sus pedidos de aumento de tarifas.

Lo que parece estar haciendo el Gobierno es abriéndose en poco más, no en pro de mostrar sus cartas y sus intenciones claras sino para evitar que la oposición adopte como slogan proselitista el de ser alternativas con las que se puede dialogar. Habló entonces Julio De Vido de “rentabilidad razonable” y hablaron en el Council of Americas, Alberto Fernández, Felisa Miceli y también el mencionado ministro.

Lo demás son artilugios de corto plazo: los índices de inversión que llegan al 23% sobre el PBI se basan, prácticamente, en el boom de la construcción y en la importación de bienes como la telefonía celular que no sostienen la competitividad y productividad económica, en realidad. 

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)