En América Latina, donde a los líderes políticos les encanta hablar de la solidaridad fraternal que sienten por los países "hermanos", los enemigos preferidos suelen ser Estados Unidos o, en nuestro caso, el Reino Unido, pero así y todo en ocasiones le corresponde a un vecino desempeñar el papel del malo de la película patriótica. Desde el punto de vista del régimen chavista de Venezuela, Colombia, gobernada últimamente por "derechistas" que han contado con el apoyo de Washington y que, lo que le parece peor aun, han administrado la economía de su país con eficacia, es el enemigo natural. Así las cosas, no extraña en absoluto que el presidente Nicolás Maduro, que se ve desbordado por un gravísimo desastre socioeconómico que no está en condiciones de atenuar, no sólo haya cerrado la frontera con Colombia sino que también haya ordenado la expulsión de miles de colombianos, casi todos muy pobres, con el pretexto de que la zona limítrofe está infestada de paramilitares, contrabandistas y otros enemigos de lo que cree es una revolución socialista. Aunque el presidente colombiano Juan Manuel Santos quisiera solucionar los problemas bilaterales por medios diplomáticos, ya que a diferencia del venezolano no tiene interés alguno en protagonizar una aventura bélica, los chavistas parecen decididos a obligarlo a asumir una postura mucho más robusta, lo que plantearía el riesgo de que estallara un conflicto armado entre los dos vecinos. Maduro ya ha militarizado partes de la provincia de Táchira, en que rige un "estado de excepción", de tal modo haciendo aun más tensa la situación.

Venezuela se asemeja a un volcán en erupción. El derrumbe de una economía que depende por completo del petróleo, ya que es necesario importar virtualmente todos los bienes de consumo, incluyendo los productos alimenticios más básicos, está causando tantos estragos que el régimen se siente acorralado. Aun cuando optara por cambiar radicalmente de rumbo, le sería demasiado tarde como para ahorrarles a los venezolanos las consecuencias de años de insensatez. Al reducirse drásticamente el precio del único producto comercializable, el país está sufriendo un ajuste brutal que con toda seguridad se hará más severo en los meses próximos. Desgraciadamente para los venezolanos, los chavistas nunca soñaron con aprovechar el boom petrolero que duró varios años para modernizar la economía. Lo mismo que los kirchneristas aquí, gastaron buena parte del dinero fácil que entraba a raudales en esquemas clientelares dispendiosos sin pensar en prepararse para el día en que dejara de caer desde el cielo el maná al que se habían acostumbrado. Antes bien, atribuyeron la bonanza a los supuestos méritos del descabellado relato bolivariano conforme al cual el extinto Hugo Chávez, con la ayuda de los castristas cubanos, había inventado el "socialismo del siglo XXI". Huelga decir que se trataba de una fantasía, una por la que los venezolanos, y los colombianos que han sido sumariamente deportados, ya están pagando un precio muy alto.

No es la primera ocasión en que Venezuela y Colombia se han acercado al borde de la guerra. La extrema agresividad de Chávez, además de la negativa tajante del entonces mandatario colombiano, Álvaro Uribe, a permitirse impresionar por las absurdas pretensiones ideológicas del venezolano, desembocaron en la ruptura de las relaciones diplomáticas, pero al iniciar su propia gestión Santos intentó restaurar cierta tranquilidad reanudándolas y, para indignación de muchos colombianos, hablando maravillas del locuaz bolivariano. Sea como fuere, parecería que ya se han agotado los beneficios presuntamente producidos por la sobreactuación del colombiano.

Por mucho que se esfuerce por tranquilizar a su vecino, reconociendo que en la zona fronteriza sí hay contrabandistas y paramilitares, es tan grande la necesidad de Maduro de provocar conflictos que sorprendería que lograra apaciguarlo.

Mientras tanto, las víctimas principales del entredicho seguirán siendo los colombianos que se afincaron en Venezuela de modo irregular y por lo tanto no pueden defenderse contra los ataques chavistas.