Cuando los abogados de José Sócrates preparaban su recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasbsurgo, el juez Carlos Alexandre decidió liberarlo a última hora del viernes 4 de septiembre. Sus 12 tentativas de salir de la prisión preventiva fallaron una tras otra, de modo que al ex primer ministro socialista no le temblaba el pulso para acudir a las instancias europeas y reclamar que no podía permanecer tanto tiempo intramuros.

Por 20 días, no ha llegado a cumplir los 10 meses en la cárcel de Évora, donde ingresó el 24 de noviembre de 2014, un periodo considerado excesivo incluso en las filas de sus adversarios políticos.

Ahora no puede salir del piso de su ex mujer en el barrio lisboeta de Alameda, pero al menos su encierro es domiciliario en espera del juicio cuando finalice la ‘Operación Marqués’ que le investiga por supuestos delitos de fraude fiscal, blanqueo de capitales, corrupción y tráfico de influencias. Ha conseguido ganar la batalla de la pulsera electrónica para controlarlo, de modo que no tendrá que llevarla. A cambio, los policías se instalan a las puertas de la vivienda.

Y todo a sólo cinco días del gran debate electoral entre el actual primer ministro, el conservador Passos Coelho, y el hoy líder socialista, António Costa. Porque las elecciones generales están a la vuelta de la esquina: el 4 de octubre. En consecuencia, su salida de la cárcel va a marcar la campaña y, muy probablemente, perjudicará al PS, enzarzado en un empate técnico con la coalición PSD-CDS.

La Justicia no se fiaba de que tal vez Sócrates pudiera frenar las investigaciones, desviar la atención o incluso huir del país. Pero la reunión de pruebas ha ido avanzando en todos estos meses, de manera que Carlos Alexandre estima que tiene bastante encarrilado el sumario. La compleja red supuestamente urdida por el ex líder del PS le habría permitido enriquecerse con, al menos, 25 millones de euros, aunque hay indicios de que puede tratarse de más dinero.

Su ex mujer era una persona clave en la trama, pues se encargaba de cerrar operaciones financieras que aparentemente se realizaban a título personal, pero que en realidad engordaban las cuentas del propio Sócates. Hasta se descubrió que su chófer viajaba en automóvil de Lisboa a París, donde él adquirió una residencia de lujo, para llevarle presuntamente bolsas con miles de euros en mano.

Poco después de estallar su caso, saltaron igualmente por los aires las operaciones oscuras realizadas en el Banco Espirito Santo, en parte vinculadas al ‘caso Sócrates’.