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21/09/2015 | Venezuela - Opinión: Hacia la dictadura

Pilar Rahola

El último atropello a las libertades perpetrado por el Gobierno de Maduro en Venezuela, mientras imponía el estado de excepción en muchas zonas del país (con las elecciones en ciernes), ha disparado definitivamente las alarmas: este país camina a pasos de gigante hacia una dictadura. De hecho, desde Chávez, el Gobierno no ha parado de desmontar, pieza a pieza, las estructuras de una democracia moderna, consolidando un auténtico golpe de Estado blando.

 

Pero la sentencia contra uno de los líderes más carismáticos de la oposición venezolana, el exalcalde de Chacao, Leopoldo López, es un acto de persecución política propia de los regímenes represores. Como dijo su mujer, Lilian Tintori, un "linchamiento político". Sin duda, Leopoldo López es un preso político, está encarcelado en la prisión militar de Ramo Verde por ser un líder político y lo han sentenciado a 13 años de cárcel como acto de represión política. Si añadimos la situación del alcalde de Caracas, Antonio Ledesma, también perseguido y encarcelado por ser un líder opositor, la conclusión es inapelable: el Gobierno de Maduro es un gobierno represor, sin ambages, sin matices, sin excusas.

Lo más cínico de la sentencia contra López es la patraña usada por el Gobierno para sustentar el simulacro de juicio: acusarle de ser el responsable ideológico de los ciudadanos muertos en las manifestaciones contra Maduro, convirtiendo a las víctimas en victimarios. Es decir, se manifiestan ejerciendo su derecho democrático, les disparan, mueren y la culpa la tienen los opositores. Es una simple y llana canallada. Que, además, lo hagan en nombre del pueblo, la libertad y el resto de la retórica bolivariana, nos da la medida de la falta de escrúpulos de estos aprendices de Pinochet. Y utilizo el nombre con toda la intención, porque lo más parecido a un dictador de derechas es un dictador de izquierdas. Y Maduro es un aprendiz aventajado de sus tétricos predecesores.

Sin embargo, con todo lo que está ocurriendo en Venezuela, lo peor es el silencio o la indiferencia de los países vecinos y, aún más grave, la complicidad de muchos de ellos. Y por hablar de España, lo del exlíder de Podemos, ínclito Juan Carlos Monedero, comparando a López con los etarras para justificar la persecución, añade bochorno a la vergüenza.

Es realmente desalentador ver como, una y otra vez, hay una izquierda que traiciona, ensucia y reprime la bandera de la libertad a pesar de estar todo el día ondeándola. Lo cierto es que tanto Leopoldo López como Antonio Ledesma están presos por defender la libertad y que quienes los encarcelan la pisotean. Aquí no hay izquierdas, ni derechas, ni puñetas. Aquí hay que gente que lucha por los valores democráticos, y un gobierno que secuestra la democracia para imponer su ley. Venezuela es hoy un país herido, camino de ser un país roto. Sus verdugos son sus dirigentes.




La Vanguardia (España)

 



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