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03/11/2015 | EEUU- Bush y Rubio: un enfrentamiento ineludible

Miami Herald staff

La campaña de Jeb Bush no está cerca del fracaso total, y el senador Marco Rubio no debe renunciar a su escaño en el Senado. Pero ambos deben explicar a sus electores y a sus partidarios algunas declaraciones si quieren ganar la nominación de su partido.

 

Con las elecciones a solo un año de distancia, el grupo de candidatos del Partido Republicano se está perfilando entre los que van a la cabeza y los que están a la zaga. Tanto el ex gobernador Bush como el senador Rubio se encuentran entre los candidatos principales, gracias a la suma de dinero que han recaudado, a su prominencia en el GOP, y al apoyo de importantes segmentos del partido.

Pero una confrontación entre los dos floridanos llegó a ser inevitable porque se enfrentarán en las cruciales primarias del estado el 15 de marzo, y solo uno de ellos puede ganar.

Los dos candidatos niegan que haya una discordia entre ellos, pero es difícil pensar que su duro intercambio en el debate de CNBC no reveló cierta enemistad. Para ambos políticos, el momento es crítico. Les guste o no, hay un enfrentamiento que no tiene vuelta atrás.

Rubio ha señalado que otros candidatos del Senado, que al final se alzaron con la nominación del partido, tuvieron una asistencia peor a las sesiones del Senado que la que ha tenido él, y que a pesar de eso, no se les pidió que renunciaran. Es cierto. Pero Rubio ha perdido más votaciones que cualquier otro senador en esta campaña presidencial, incluidos el senador Ted Cruz y el senador Rand Paul.

Y peor aún, parece haber descuidado el trabajo para el que los floridanos lo eligieron. Tiene que hacer un mejor trabajo si quiere conservar un cargo público.

Ha dicho que se siente frustrado con el Senado, pero eso no es una excusa para su actitud desdeñosa. Muchos norteamericanos también se sienten frustrados. Pero si Rubio piensa que el Capitolio es frustrante, entonces debe mantenerse lejos de la casa situada en 1600 Pennsylvania Avenue. Debe preguntarle al presidente Barack Obama lo que es sentirse frustrado con la política de Washington y lo que significa lidiar con un Congreso disfuncional.

El senador Rubio también tiene el increíble hábito de eludir las preguntas que no le gustan. Si tiene esperanzas de ser el nominado por su partido, tendrá que responder las preguntas que le hagan, por difíciles que sean.

La gran sorpresa en la campaña del Partido Republicano hasta ahora, aparte de la popularidad de candidatos que no provienen del mundo de la política, como Donald Trump y Ben Carson, es la deslucida actuación del ex gobernador Bush.

Uno puede estar a favor o en contra de sus criterios, pero hay que reconocer que Bush es inteligente, competente y honesto. Fue un gobernador en general eficaz por dos términos. Pero en el escenario de las campañas políticas, parece incómodo y con frecuencia se enreda en sus respuestas.

Ese problema se destaca más aún en contraste con Rubio. Mientras Bush no logra mostrar vigor y pasión, Rubio brilla. Los analistas políticos coinciden en que Rubio se lució como nunca en el debate del miércoles pasado y que podría estar listo para reemplazar a su ex mentor de la Florida como el favorito del establishment.

“El final no está cerca”, dijo Bush a un reportero en una parada de la campaña, un día después del debate. No lo está, pero debe buscar la manera de motivar a sus partidarios y a los indecisos, que esperaron una mejor actuación. Todavía tiene tiempo, pero el tiempo de la campaña se va agotando. Para las juntas de Iowa faltan 107 días.

Más allá de los dos candidatos de la Florida, fue imposible ignorar la forma en que la radicalización del GOP, tan evidente en la renuncia del presidente de la Cámara, John Boehner, ha llegado a la contienda presidencial.

Los candidatos —posiblemente excluyendo al gobernador de Ohio, John Kasich— coinciden en demonizar al gobierno. Es una extraña postura para quienes buscan el cargo más alto del país, y no deja de generar preguntas.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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