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19/11/2015 | Latinoamérica: Infraestructuras para la competitividad

Juan Antonio Cartero

Las infraestructuras en América Latina tienen que pasar de ser un freno para su desarrollo, a ser un acelerador económico de los territorios. Educación e infraestructuras son la base para aumentar la competitividad de los países de la región

 

Por primera vez en una década, se espera que América Latina tenga por delante unos años de menor crecimiento económico. La desaceleración de China y la salida de parte de capitales extranjeros amenazan con restar varios puntos del crecimiento en casi todos los países, aunque con diferencias notables entre ellos, siendo Brasil –el más perjudicado– y México –el menos– los ejemplos opuestos.

Por ese motivo, los gobiernos han vuelto a incluir en sus agendas dos temas que serán claves para el futuro económico: competitividad e industrialización. Acabado el superciclo de las materias primas, el crecimiento de los próximos años solo puede venir de añadir valor a la producción local a través de un cambio productivo que pase de exportar materiales a exportar productos procesados de esos materiales (productos de soja en lugar de granos, textiles en lugar de algodón, o acero en lugar de mineral de hierro serían ejemplos clásicos). Pero para dar ese paso, o incluso exportar productos muchos más sofisticados (automóviles, electrodomésticos, etc), hace falta crear industria competitivas. ¿Y qué es la competitividad?

Producir más a menor precio (que los competidores), con, al menos, la misma calidad. Para ello se puede recurrir a sueldos bajos o, por el contrario, apostar por una fuerza laboral que genere más en el mismo tiempo, lo que implica mayor formación en todos los niveles (del operario a los ingenieros). Y al mismo tiempo requiere que exportar las mercancías sea rápido y barato, y por lo tanto que existan carreteras, puertos y aeropuertos que no se colapsen y sean competitivos. Aun hoy es más caro exportar desde Brasil u otros países de América Latina a EEUU que desde China, a pesar de que, lógicamente, la distancia es bastante mayor desde Asia.

América Latina ha experimentado una mejoría en los últimos 15 años en casi todos los niveles (económicos, políticos, sociales) consiguiendo cotas de bienestar desconocidas en décadas. Sin embargo, y a pesar de las importantes construcciones y mejoras, las infraestructuras se han quedado detrás de este progreso. La renta per cápita de los países, en comparación con sus pares de otros continentes, ha crecido más que la calidad y cantidad de infraestructuras. O dicho de otro modo, la falta de estas ha sido un cuello de botella que ha limitado la competitividad local y el crecimiento económico.

El último Global Competitiveness Report del World Economic Forum lo deja claro. Las infraestructuras son uno de los obstáculos al desarrollo de la región. De los 140 países analizados, solo tres países de América Latina se encuentran entre los 70 primeros (en la parte media alta) en el subranking de calidad de infraestructuras. Ecuador en el puesto 45, Chile en el 48 y México en el 65. Por el contrario, los últimos son Paraguay (puesto 131), Brasil (123) y Argentina (122). No hay duda, un simple vistazo, que la relación entre infraestructuras y renta per cápita es casi directa, y más aún entre previsiones de crecimiento para los próximos años.

De nada sirve si una economía devalúa su moneda (como Brasil este año) si tiene una baja industrialización y una pésimas infraestructuras que no le permiten exportan competitivamente. Por el contrario, México, con mejores infraestructuras, logra capitalizar la caída de su peso con mayores exportaciones y por lo tanto equilibrando su crecimiento económico.

Colombia (puesto 100) y Perú (112) se encuentran en la parte media del ranking de infraestructuras global. Aunque su posición esté en esa media, queda claro que hay mucho por mejorar en este campo, y por lo tanto mucho potencial para generar competitividad y bienestar.

En tiempo de menor crecimiento y menos flujo de capitales, los gobiernos suelen tener que tomar decisiones. Ya no hay dinero para todo como en los años dorados. Desgraciadamente, muchos optan por cortar en inversiones en infraestructuras ya que, en apariencia, tiene un menor coste político y social que cortar en otro tipo de gastos. Un dólar que se deja de invertir en infraestructuras son cientos de dólares de PIB que no se generan en las próximas décadas.

Cartero es director general de negocio de Structuralia.



El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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