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01/12/2015 | Europa redescubre Turquía para no fracturarse

Juan Carlos Sanz

La debilidad de la UE ante la crisis de los refugiados le obliga a tender la mano a Erdogan

 

“Tenemos tanta necesidad de contar con el apoyo de los turcos que no solo aceptamos de inmediato su petición de una cumbre con los 28 líderes de la UE, sino que estábamos dispuestos incluso a recibir al presidente [Recep Tayyip] Erdogan si se empeñaba en venir”. Son palabras de reconocimiento de la debilidad de la Unión ante la marea de refugiados pronunciadas por un alto cargo de la Comisión durante una conferencia de periodistas turcos y europeos a la que fue invitado EL PAÍS. Después de una década de mutua indiferencia —con los expedientes de la adhesión cubriéndose de polvo mientras Ankara se alejaba de una economía comunitaria en crisis—, Europa redescubre ahora Turquía.

El forzado giro corre el riesgo de llegar tarde. El bloque continental se encuentra en una de las horas más bajas de su historia y amenaza con fracturarse con consecuencias devastadoras para su futuro en medio de un flujo de refugiados sin precedentes desde la II Guerra Mundial. Por eso los líderes europeos han hecho escala en Bruselas para estrechar la mano del primer ministro Ahmet Davutoglu —quien por el momento mantiene la potestad constitucional ejecutiva en Turquía a la sombra de Erdogan— antes de dirigirse a la Cumbre del Clima en París.

La UE pone encima de la mesa dinero, adelanta la exención de visado para los turcos en el espacio Schengen y reabre el proceso de adhesión tras los portazos de París y Berlín. Pero la principal baza europea puede ser el levantamiento del permanente veto chipriota, el mayor escollo con el que se ha topado Ankara en su navegación hacia la integración en la UE.

El equipo de la alta representante para Política Exterior, Federica Mogherini, confía sobre todo en la “ventana de oportunidad” abierta en el dividido país del Mediterráneo hasta el próximo mes de mayo, cuando se celebran unas elecciones legislativas en la República de Chipre que pueden condicionar la política de reunificación de Nikos Anastasiades. El presidente ha negociado un acuerdo con los líderes turcochipriotas para poner fin a la partición de la isla, cuyo tercio norte está ocupado por el Ejército turco desde 1974. La victoria del sí en un eventual referéndum conjunto en ambas comunidades contribuiría a despejar el camino de Turquía hacia la adhesión.

Bruselas tenía mucha prisa por contar con el apoyo de los turcos, que ya acogen a más de la mitad de los cuatro millones de sirios huidos de la guerra. Con 75 millones de habitantes y 780.000 kilómetros cuadrados es la única tabla de salvación para asumir más refugiados sin correr el riesgo de hundirse, como Líbano o Jordania. Europa ha tenido que esperar a que Erdogan consumara su proyecto de hegemonía política con la repetición de las elecciones legislativas el 1 de noviembre, en las que su Partido de la Justicia y el Desarrollo revalidó la mayoría absoluta que ha obtenido en las urnas desde 2002 después de haberla perdido en los comicios de junio. El presidente turco no viajó ayer a Bruselas, pero los dirigentes de la Unión saben de sobra que es con él con quien habrá que cerrar el trato.

El Pais (Es) (España)

 



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